1944: una culpa atrapada entre dos fuegos

1944 es un drama estonio dirigido por Elmo Nüganen (Nombres en mármol) en 2015 que se enmarca dentro de la categoría de cine bélico, pero con algunos «pequeños» toques que hacen que no sea una película más sobre la Segunda Guerra Mundial.

1944-cartel 1944: una culpa atrapada entre dos fuegos
1944, cartel

Candidata a los Óscar por Estonia, 1944 aporta una visión particular de sus soldados durante la guerra en 1944 desde la Batalla de Tannenberg Line hasta la de Tehumardi, pero, más que una visión, es la historia de una culpa y de una posible expiación repartidas por igual entre dos soldados que luchan en una misma trinchera al mando de los rusos.

Hay que situarse en Estonia, 1944, penúltimo año de la Segunda Guerra Mundial, pero quién lo sabe. Los soldados estonios están atrapados entre los alemanes por un lado y los rusos por otro. No hay escapatoria posible, hay que disparar contra lo que venga. Las trincheras eran zanjas donde los soldados de un mismo pueblo luchaban contra otros soldados de ese mismo pueblo y rumiaban sus recuerdos, su vida anterior al reclutamiento. Sin lugar para lirismos, el ser humano, sin embargo, es imprevisible y aún bajo las mayores presiones y los más burdos determinismos, puede sorprender.

El primero de los culpables monologa en medio del fuego y no se da tregua ni esperanza de salvación personal: vio escondido detrás de un árbol cómo un camión se llevaba deportados a sus padres y a su hermana, ésa es su culpa de niño que no le dejará vivir aunque se salve de las bombas; el segundo, seguramente el delator, encontrará la manera de liberarse de la carga en una carta póstuma enviada a la hermana del otro a la que misteriosamente logrará acceder…

Hay mucho misterio y mucho lirismo, a veces parece un cuento de hadas más soñado que de verdad vivido. Las cartas tienen mucha importancia en 1944, ambos las escriben, y gracias a ella sabremos lo que pasó, no sus autores, que nunca sabrán que llegaron a destino.

Es lo que hace de 1944 una película digna de ser contada al salirse de los cánones del cine bélico. Y son precisamente las pequeñas cosas, esos detalles entre enemigos fraternos a los que da lugar una guerra fratricida, los que elevan el tono emocional de la película: encuentros entre las ruinas en ese piso de ensueño que se ha salvado de milagro en medio del bombardeo, la vigilancia extrema por parte de los mandos, y en medio de la debacle, de los menores movimientos del corazón de un hombre por ver la manera de romperlo… Eso que por otra parte es un clásico de todos los tiempos es lo que hace de 1944 una película distinta y a veces casi artesanal de los movimientos del alma.

Y hay unas escenas maravillosas, de verdadero relax y contrapunto, con el matrimonio campesino que, a la manera de Madre Coraje, inmunes ellos dos en medio de los fuegos, reparten comida entre los bandos desparramados «hasta que se harten». Matrimonio que uno no sabe cómo puede sobrevivir preparando comida sin tregua en medio de esa devastación y que tanto se alegran cuando alguien, de repente, exhibe como intercambio un presente de América o de París. Idénticamente a lo que vemos hoy en día.

La sinopsis de 1944 es como sigue: Los soldados estonios habían sido reclutados, ya por las SS ya por los rusos, y en plena Segunda Guerra Mundial se veían obligados a matar compatriotas, a veces adolescentes casi niños reclutados a la fuerza, otras veces mujeres, ancianos y enfermos. Entre las órdenes del Kremlin y las de los lugartenientes de Hitler, una chispa de humanidad parece poder cambiar la historia escondida del hombre, la intrahistoria. Pero las decisiones debían tomarse, tanto por parte de los soldados como de sus seres queridos, que se vieron obligados a tomar partido por un bando y así, luchar de una forma u otra contra sus compatriotas.

Leo Kunnasy ha escrito el guión para 1944, que protagonizan Marko Leht (Silent Witness), Märt Pius (Nullpunkt), Mait Malmsten (Kertu), Ain Mäeots (Elavad pildid), (Puhdistus), Maiken Schmidt (Deemonid) y Anne Reemann (Nombres en mármol), entre otros.

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.