30 cuentos y medio, obra póstuma de Miliki para adultos

30 cuentos y medio, publicada por Odeón, un libro del que es autor Miliki (Emilio Aragón, fundador del famoso trío de payasos Gaby, Fofó y Miliki) muestra la faceta más desconocida de este artista polifacético, la de escritor, y se une a las novelas también para adultos «La providencia» y «Mientras duermen los murciélagos».

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Miliki murió hace dos años y la recopilación de estos cuentos se había empezado a hacer un año antes de su muerte. Al morir, la obra queda en suspenso, pero dos años después la familia ha reunido fuerzas para culmirar y sacar a la luz lo que «le debían a Miliki», explica la representante de la editorial Orién.

Se trata de un trabajo multimedia compuesto por un libro en papel y un USB que incluye un audiolibro en el que Rita Irasema, hija de Miliki, y Manuel Feijó y Virginia Rodríguez, nietos del artista, ponen voz a los cuentos. Además, cuenta con una biografía, una galería fotográfica y entrevistas a los participantes en la grabación. Al final ha salido un libre lleno de magia, fantasía, lecciones de vida.

Compartiendo mesa de presentación, Reyes Bautista, por la editorial Orión, Rita Irasema, hija de Miliki, Virginia Rodríguez, actriz y nieta de Miliki, y Manuel Feijoo, quien además de nieto de Miliki Aragón, es empresario y productor, implicado en la gestión y salida adelante del libro.

Entre el público, estaban Emilio Aragón, hijo de Miliki, al lado de su madre y viuda de Miliki, Marta Irasema, y un nutrido grupo de amigos y socios de la ONCE en cuyos locales de la calle Sebastián Herrera (Madrid) se celebra la presentación.

Rita Irasema se deshace en elogios hacia su padre quien, además de artista, era un hombre volcado en su familia, esposo y padre: «Recuerdo que de pequeños siempre estábamos Papá, cuéntame el cuento de lo que te pasó en el tren, o cuando fuiste a Cuba, o a Miami, o de compras con aquel agente tuyo. Él veía la vida desde una perspectiva diferente y convertía cada anécdota en un cuento para nosotros porque, además de una imaginación desbordante y una intuición fuera de serie, sabía escribir.

A continuación habló Virginia Rodríguez, quien también grabó con su propia voz los cuentos de su abuelo y que percibe la experiencia vivida con ellos como «un globo de sentimientos y emociones, cosas que me pasaron por dentro porque mi abuelo tenía una imaginación desbordante y una capacidad de absorción del día a día, que veo en ellos cosas que yo ya conocía como sucedidas y ahora tengo la visión de él que me lo descubre como nuevo y me digo «pero si yo estoy conociendo ahora a mi abuelo, ¿pero de verdad mi abuelo ha escrito esto? Leyendo los cuentos veo momentos de mi vida y de la suya, es su biografía y la mía también y he tenido que parar de leer y dejar la grabación, a veces para el día siguiente porque hablaba de mí y no podía seguir. Cada objeto, cada palabra tiene una historia detrás y me sorprendí llorando porque el final me desbordaba y aquí estamos toda la familia a apoyarlos, estos cuentos que son como el amor tan grande de mi abuelo por todos nosotros.»

Tomó la palabra otro chaval joven, Manuel Feijoo. Su abuelo fue capaz de triunfar en tiempos duros y revueltos con tres payasos (más tarde serían «los payasos de la tele»), en plena postguerra española, «cuando no estaba la gente para bromas pero sí necesitaba reír como él demostró, y logró sacar adelante un espectáculo familiar que se convirtió en referente mundial. Su disco Los payasos de la tele, culminación de una carrera, fue el más vendido en las navidades 99-2000. Toda su vida artística fue una aventura: Van a Cuba y al volver para España, antes de coger el avión se enteran de que existe la tv, se van a EEUU a grabar y de allí a Puerto Rico, vuelta a España para coger fuerzas y vuelta a Argentina… A los 60 años, cuando los demás peinsan en jubilarse, él monta un circo, El circo del Arte, y durante tres años se entregó a él, escribe su primera novela para adultos a los 79 años y ahora estamos presentando la penúltima obra de mi abuelo, 30 cuentos y medio, y digo penúltima porque todavía seguro que tiene algo guardado por ahí. Tenía un espíritu enormemente positivo y abierto a las nuevas tecnologías, que le apasionaban, mi abuelo era muy audiovisual y de ahí que hayamos querido que este libro sea un objeto audiovisual.»

Efectivamente ya hemos dicho que se ha grabado por su hija Rita, su nieta Virginia y él mismo, Manuel, de manera que al libro acompaña un cd y en un USB se entrega el making off del libro, todas las fases por las que pasó.

No quisieron desvelar el contenido de ninguno de los cuentos pero sí expresaron las preferencias de cada uno y Emilio Aragón dijo que ya tenía dos seleccionados para sendos cortos. Por su parte Virginia dejó claro que el titulado Jorge y Julia son «ellos», sus abuelos.

Cuendo intervino en el diálogo posterior, Emilio afirmó que su padre era un devorador de libros, que de noche lo había sorprendido leyendo muchas veces y que por debajo de su puerta siempre se veía luz. Seguramente esto influyó, ese afán de ser escrito en palabras de Saramago, y sobre todo la función tepapeútica de la escritura que desembocó al fin en su pasión de escribir cuando sus otras facetas le estaban ya vedadas por la edad, merced a la «inmensa honestidad de mi padre hacia su trabajo».

Cuentan ellos que sentía traicionar su dedicación a los niños escribiendo para adultos. Porque estos cuentos son para adultos y le suscitaban muchas dudas, él estaba acostumbrado a dirigirse a los niños, algo que es dificilísimo, y se sentía traidor hacia ellos, nos consultaba constantemente cómo debía decir las cosas y le tuvimos que convencer nosotros.

Preguntados por si el humor de su padre en los cuentos estaba asado en las debilidades de la gente, la pobreza, el hambre, puesto que él vivió la postguerra y la guerra y así se inició como payaso, quizás había tenido el mismo aprendizaje que Chaplin en su observación de la realidad, imitando a tipos que sobrevivían en medio de una gran ciudad… Rita aprovechó desde la mesa para asegurar: «Ya quisiera haber visto yo a Chaplín (sic) si le hubieran encargado una función diaria como tenía que hacer mi padre. Pero sí, sí que se fijaba en todos los que sufren, en los que pasan hambre, en los niños pobres para arrancarles una sonrisa de la carilla triste… Sí, mi padre era un gran observador y sentía una gran empatía por todo su público.»

Emilio Aragón volvió a tomar la palabra para apostillar a propósito del humor y dijo que Miliki era incapaz de echarles una bronca a ellos sin acabar con una sonrisa, aunque el tema fuera serio y grave. Y entonces siguieron apostillando a costa del humor hasta que dijeron los organizadores «basta», que lo que había que hacer era salir y comprar el libro allí mismo, en el stand preparado para el caso, y que la familia Aragón al completo, agradecida a la ONCE y a todos nosotros, nos invitaba a todos a un aperitivo. Así da gusto terminar una discusión sobre humor o «humorismo».

Por entonces el ambiente ya era festivo del todo como en una función de Miliki.

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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