Bellas Artes de San Fernando moderniza la iluminación del Museo

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, con el apoyo de la Fundación Iberdrola España, ha completado la renovación del sistema de iluminación de la primera planta de su Museo en Madrid que, gracias al nuevo equipamiento, gana en eficiencia energética, reduce la contaminación medioambiental y mejora sustancialmente la apreciación, disfrute y conservación de sus obras de arte.

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Edificio de la Real Academia de Bellas Artes San Fernando en la calle Alcalá de Madrid.

Tras la renovación, el visitante percibe ahora un espacio iluminado de manera uniforme, equilibrada, sin contrastes violentos y que mantiene la apariencia de la luz natural.

Esta fase de la renovación lumínica de la Real Academia se ha concretado en salas de gran significado dentro de la colección permanente. En ellas se exhiben obras maestras del Siglo de Oro español, piezas icónicas de la historia del arte pintadas por Bartolomé Esteban Murillo, Alonso Cano o José de Ribera, artistas de los que el Museo de la Academia posee una excepcional representación.

Así mismo, la sala de los pintores italianos que intervinieron en la decoración de El Escorial -–Carducho, Cajés, Ricci-, cuya deficiente iluminación la postergaba a un espacio de tránsito entre las estancias de Murillo, Arcimboldo y Rubens, recobra ahora un protagonismo acorde con la importancia de las obras expuestas.

Los excepcionales cuadros de la Magdalena y la Resurrección de Murillo han ganado en la percepción de los sutiles detalles de los planos de sombra. Pocos lienzos de las colecciones del Museo ofrecen tal cantidad y calidad de detalles y elementos narrativos como el soberbio Sueño del caballero de Antonio de Pereda, que ahora puede distinguirse de forma más intensa.

Especialmente significativa es la mejora aportada por la nueva iluminación para apreciar los fabulosos Cristo crucificado y Cristo y la samaritana de Alonso Cano. Sin duda, donde la luz adquiere un protagonismo conceptual muy acentuado es en la propuesta estética de José de Ribera –de quien la Academia posee una de las mejores colecciones pictóricas, con obras maestras indiscutibles como la Asunción de la Magdalena, el Martirio de san Bartolomé o San Jerónimo escribiendo en el desierto.

Por supuesto, en el caravagismo napolitano en torno a Ribera, los contrastes lumínicos y el valor simbólico de la luz, incidiendo en las partes de la imagen con mayor carga de significado, son aspectos de extraordinaria importancia, como pone de manifiesto la sorprendente Adoración de los pastores de Giovanni Do, artista poco conocido cuyas excepcionales capacidades pictóricas son ahora, gracias a la nueva iluminación, mucho más evidentes.

La intervención ha sido respetuosa con el sistema de falsos techos de vidrio traslúcido del Museo, que actúan como difusores, y ha combinado la iluminación general de ambiente con la iluminación de acento. La fluorescencia existente se ha sustituido por tubos de LED que, gracias a sus 320º de haz, proporcionan homogeneidad a la instalación. Para la iluminación de acento complementaria, se han potenciado mediante proyectores LED las obras que lo requerían por sus características estéticas o por su valor histórico y artístico.

Con esa combinación, el visitante percibe un espacio iluminado de manera uniforme, equilibrado, sin contrastes violentos, y que mantiene la apariencia de la luz natural.

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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