Brecht, un hombre del futuro

Edificar el mundo desde las múltiples miradas, desde las memorias propias y ajenas, desde las heridas marcadas a fuego y las esperanzas volanderas es tarea y palabra de los poetas comprometidos, con las gentes y sus andares. Así es la voz de Bertolt Brecht (1898 – 1956), poeta, director teatral y dramaturgo alemán que ha influido en la creación literaria moderna, que tiene la marca indeleble de las vivencias de la II Guerra Mundial.

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Xulio Formoso: Bertolt Brecht

 

Daniela Saidman

Brecht, nacido en Augsburgo, Baviera, en 1898, fue un escritor que puso de manifiesto las contradicciones del capitalismo y sobre todo las injusticias cometidas contra los muchos que poco tienen. Su literatura es la constatación de un tiempo y una historia, que hoy sigue viva y que necesariamente debe cambiar.

Recita Silvio Rodríguez, el inmenso trovador cubano en su Sueño con serpientes, unos versos del poeta, tan prójimo y próximo, tan necesario en este tiempo: “Hay hombres que luchan un día y son buenos”, ”y están los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles” y él lo fue, desde ya y para siempre.

Brecht vivió el tiempo de la quema, del ardor penitente, de la palabra muda y silenciada por la fuerza. Y se hizo grito, voz de los sin voz, que a través de él se animaron a denunciar sus muertes y librar todas las batallas por la vida.

Con apenas veinte años, escribió su primera obra teatral, Baal. Fue precisamente durante este tiempo, alrededor de 1918, cuando conoció a Paula Banholzer, quien un año después dio a luz a su primer hijo, Frank, quien moriría en 1943 en el frente soviético en la Segunda Guerra Mundial.

Entre 1918 y 1920 escribió Tambores de la noche, una pieza sobre la revolución alemana. Brecht ingresó en 1919 en el partido social-demócrata independiente, por esta razón viajó a menudo a Berlín, donde entabló relaciones con gente del teatro y de literatura. En 1924 el joven dramaturgo se trasladó a Munich, y de ahí a Berlín.

Entre 1929 y 1934 Brecht escribió varias obras teatrales, entre ellas destacan la Línea de conducta, Acuerdo, y La excepción y la regla. Con 29 años publicó el poemario Devocionario doméstico y unos meses después estrenó La ópera de cuatro cuartos, una obra que desde la ironía critica el orden burgués.

Pasos y abrazos

Andar los pasos de las mujeres y hombres narrando versos y acumulando sueños, es la palabra de Brecht, la que llega y canta, aunque no salve nada sino que incendie.

Sin miedo al panfleto, sin pánico a la denuncia, el poeta transitó y anduvo los pasos de todas las mujeres y hombres que padecen el hambre y se miran en el espejo de los pies descalzos y sin escuelas, de la miseria instalada como un fuego eterno naciendo de los tamborileos de los cascos militares, consumiendo las manos y los arados. Brecht bebió la sangre sembrada en la tierra y en los campos de batallas y de concentración nazis y se hizo espuma y canción desesperada.

Brecht, el hombre, el escritor, tuvo la convicción de que la palabra, la literatura sobre las tablas, era capaz de conmover al espectador y hacerlo pensar. Él, buscaba distanciarlo de la mera anécdota para enfrentarlo a la realidad que era necesaria transformar.

Hasta 1933, Bertolt Brecht trabajó en Berlín como autor y director de teatro. Con la llegada de Hitler al poder, huyó a Dinamarca, donde vivió cinco años. En mayo de 1933 todos sus libros fueron destruidos e incinerados por los nacionalsocialistas.

El exilio

El exilio de Brecht fue tal vez el tiempo más duro de su vida, aunque fue precisamente en este periodo cuando escribió algunas de sus obras más destacadas. Debido a su difícil situación económica viajó a Austria, luego a Suecia, donde vivió durante un año en una granja cerca de Estocolmo y, en abril de 1940, se mudó Helsinki. De estos años son La vida de Galileo, y Madre Coraje y sus hijos.

En 1941 viajó desde Moscú en el expreso transiberiano a Vladivostok. Desde el este de la URSS se trasladó en barco a California, donde se residenció. En Estados Unidos organizó algunas representaciones teatrales. Pero Brecht con la convicción libertaria de la vida fue acusado e interrogado por el Comité de Actividades Anti Estadounidenses, en 1947, y se vio obligado a huir a Suiza.

Brecht tenía prohibida la entrada en Alemania Occidental. Tras obtener la nacionalidad austríaca, y después de quince años de exilio volvió a Alemania en 1948, instalándose en Berlín oriental.

Durante este tiempo trabajó comprometidamente por el teatro. Recibió el premio Stalin de la paz, en 1955.

Aunque tal vez su producción teatral sea más conocida que su poética, los versos del poeta alemán están vivos en todas y en todos los que escribieron libertades. Su palabra está viva en las lecturas y en los libros que llevan su nombre, porque Bertolt Brecht es presente de luchas y sus cantos cantan las victorias populares.

A los hombre futuros

  • “Vosotros, que surgiréis del marasmo
    en el que nosotros nos hemos hundido,
    cuando habléis de nuestras debilidades,
    pensad también en los tiempos sombríos
    de los que os habéis escapado.
  • Cambiábamos de país como de zapatos
    a través de las guerras de clases, y nos desesperábamos
    donde sólo había injusticia y nadie se alzaba contra ella.
  • Y, sin embargo, sabíamos
    que también el odio contra la bajeza
    desfigura la cara.
  • También la ira contra la injusticia
    pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros,
    que queríamos preparar el camino para la amabilidad
    no pudimos ser amables.
  • Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos
    en que el hombre sea amigo del hombre,
    pensad en nosotros
    con indulgencia”.

Bertolt Brecht

2 COMENTARIOS

  1. Bertolt Brecht es un trocito del alma de la humanidad que se representa sin tablas ni luminarias. Corazón que estalla por la trombosis que causan las injusticias del mundo se originen en Berlín, Praga o Nueva York. Cómplice de todos los niños expulsados de las escuelas por decir la verdad; pies de quienes son perseguidos por los regímenes autoritarios de la tierra sean éstos rojos, azules o amarillos, nacionalistas, capitalistas, liberales o comunistas. Demasiado gente para ser soportado. Demasiado genio para ser visto por la burguesía: hay que quemar sus libros porque resultan incendiarios. Demasiado ingenuo para sobrevivir. Demasiado poeta como para olvidarlo.

    Xul posee un catalejo especial (debiera ser llamado más bien “catadentro”) ya que sus lentes están dispuestos de forma tal que cuando la mirada busca en la espesura del contexto lo que enfocan son las profundidades del alma propia. Cuando se contempla un retrato, la gráfica dice más de quien la hizo y de quien la admira que de lo representado. Xulio, mi Señor de los Prismáticos, acerca sus binoculares a mis ojos y el destello de la vida en caleidoscopio me anima a ver de otra manera; cada uno de sus rayones me dibuja una sonrisa en la certeza de que el mundo no es como es sino como se percibe.

  2. Una y otra vez este genial artista nos sorprende con sus dibujos. Qué facilidad para el retrato, la caricatura y el dibujo en general de cualquier tema: naturaleza, agua, fuego, humo, máquinas, coches, lo que sea. Parece facilísimo viéndolo ahí, aparentara ser tirado y elemental. Unas pocas líneas rápidas, apenas unos toques de color y ya está dicho todo. Los del genocida Pol Pot y sus jemeres eran espléndidos pero este es todavía mejor si cabe. La crónica de Saidman esta bien escrita, impecable pero predecible, tal vez un poco fría. En lo personal me hubiera gustado algo más, tal vez un poco más de plasma y ardentía.

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