China pondrá fin a 2133 años de monopolio de la sal

“Dentro de poco la sal dejará de ser un asunto de estado en China”, comenta la edición digital del canal internacional France 24 al tiempo que anuncia que el gobierno de la República Popular ha anunciado muy discretamente que, en 2016, pondrá fin a un monopolio estatal que dura desde hace 2133 años, que han mantenido todas las dinastías y regímenes que se han sucedido desde entonces y que es el más viejo del mundo.

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La sal es un producto nacionalizado en China desde el año 219 antes de nuestra era cuando, tres años después de la unificación del imperio, el emperador Han Wudi decidió convertirla en monopolio del estado al comprobar las enormes cantidades de riqueza acumuladas por los productores de sal.

Para Jean-François Dufour, analista internacional cuyas declaraciones recoge France 24, la decisión del gobierno de Pekín significa que ya no considera que la sal sea un producto estratégico, lo que se explica porque desde la llegada de los frigoríficos al mercado los productos alimenticios no necesitan sal para conservarse: “Simbólicamente, se pasa una página de la historia de China, pero económicamente es poco más que una anécdota”.

El peso de la sal en el mercado chino descansa en la China National Salt Industry Corporation (CNSIC), el mayor productor de sal en un país donde según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se consume tres veces la cantidad recomendada. Según los datos de la propia CNSIC, los chinos consumen 5,5 millones de toneladas anuales; lo que equivale a decir que cada chino consume diariamente unos 15 gramos de sal (la OMS recomienda un máximo de 5 gramos diarios).

La mastodóntica empresa pública emplea a 50 000 personas y genera unos beneficios anuales equivalentes a 1700 millones de euros, según la revista Week in China. El país cuenta incluso con una policía especial, que en el año 2000 era de 25 000 agentes, para combatir el mercado negro de sal (recordar de paso que China es el país de las “policías especiales” por excelencia; su extraordinaria demografía le permite, entre otras cosas, disponer también de un “ejército especial” de 10 000 ciberagentes que persiguen incansablemente a los internautas por las redes sociales, los correos electrónicos y las páginas web). En 2013, las autoridades exigieron a la página Taobao –especie de Amazón chino- que hiciera todo lo necesario para acabar con el contrabando de sal que se estaba llevando a cabo a través de su sitio.

En 2005 China era el segundo país productor de sal del mundo, con 47 millones de toneladas anuales, según cifras publicadas por la agencia estatal Xinhua facilitadas por el director del organismo productor. En 2007, con 60 millones de toneladas, se colocó a la cabeza del ranking mundial en la elaboración de uno de los pocos productos que, al decir de los expertos, no van a faltar en los próximos milenios: “las reservas de las minas de sal son considerables y la sal marina es prácticamente inagotable”.

Según un texto, distribuido por la agencia Xinhua en 2012, la sal no solo ayudó a consolidar el imperio, sino que también contribuyó a deshacer dinastías. El reinado de los Tang empezó a desmoronarse a partir del levantamiento encabezado a finales del siglo IX por dos ricos contrabandistas de sal, uno de los cuales, Huang Chao, consiguió crear su propio estado y autoproclamarse emperador.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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