Estreno en Francia: El ciudadano ilustre

Deliciosa y caustica comedia argentina

Coproducción hispano argentina dirigida al alimón por Mariano Cohn y Gaston Duprat, “El ciudadano ilustre”, que lleva aquí el titulo de “Citoyen d’honneur”, llega por fin a las pantallas en Francia, tras obtener la copa Volpi al mejor actor, para Oscar Martínez, en la  ultima edición del Festival de Venecia.

citoyen-honneur-poster Estreno en Francia: El ciudadano ilustreLes invito antes que nada a leer la crónica que mi colega Mercedes Arancibia escribió en noviembre pasado, cuando la película se estrenó en España, y  con la que comparto su análisis y su entusiasmo.

Por haber visto y aplaudido en 2011, su  anterior y excelente película “El hombre de al lado”,  esperaba con impaciencia y muchas esperanzas esta nueva película del dúo  Duprat/Cohn, y tengo que decir que me ha cautivado, pues contiene en ella muchas de las cosas que prefiero en el cine en general  y en la comedia en particular.

El guion de Andrés Duprat, hermano y fiel colaborador de Gastón, es brillante en su compleja y lúcida reflexión sobre la vida y los valores humanos, sobre  la literatura, la ficción y la realidad,  sobre la creación artística y los fatuos honores, sobre la disociación entre la obra artística y la propia personalidad del autor, o sobre la tragicomedia de nuestras vidas, vista siempre con acido humor.

La foto colectiva en la que todos dicen “whisky” aparece como un amable guiño a aquella brillante película uruguaya realizada en 2004 por Pablo Stoll y Juan Carlos Rebella, ignoro si era la intención de los autores, pero en todo caso su propio humor se sitúa en la misma vena de esa caustica comicidad rioplatense.

citoyen-honneur-guisqui Estreno en Francia: El ciudadano ilustre

Construido en cinco capítulos que van de “la invitación” inicial a “la cacería” que sirve de desenlace, la trama progresa con tensión y suspense, mientras descubrimos una sátira tan dulce como cruel, en torno a  un personaje protagónico atravesado por sus contradicciones, frágil, cobarde y generoso, que busca protegerse de la vanidad y el conformismo al que le  arrastra su propia condición.

Desde sus primeras imágenes con el discurso de Daniel Mantovani al recibir el Premio Nobel de Literatura en Estocolmo, en presencia de reyes y prelados, el tono de esta inteligente comedia está  bien anclado por sus realizadores. El escritor hombre libre por definición, se ve atrapado por tan aduladora ceremonia y a contracorriente de lo que esperan  oír sus anfitriones, subraya que este premio es como una lápida que busca transformar al creador artístico en estatua de piedra.

Ese célebre escritor que vive en una lujosa casa en Barcelona, lejos de su patria argentina y de su pueblo natal Salas, recibe un día  una invitación del alcalde de esa localidad para participar  durante una semana en una serie de actos y homenajes. Si en un primer momento recusa la invitación, finalmente acaba aceptándola y emprende así un viaje en solitario a ese pueblo del que escapó cuarenta años atrás, en busca de los recuerdos de esa infancia y juventud que alimentaron después  su creación literaria.

Poco importa, nos dice el autor en su reflexión, cuánto hay de ficción o de realidad en una obra literaria. Lo importante en una novela, como en una película es eso que  suele llamarse la transfiguración novelesca de la realidad, y que da a menudo la mejor literatura, y el mejor cine. Pero a su llegada a Salas, le esperan no obstante  aplausos y rencores.

En  su regreso a esa Argentina profunda, Mantovani va a enfrentarse con su propio pasado, su exnovia casada ahora con otro, su anciana maestra del colegio, sus admiradores  y detractores, el alcalde político oportunista que busca sacar provecho propio de ese homenaje a tan ilustre ciudadano, la violencia y la corrupción del cacique local, con las miserias y grandezas de la condición humana. Y en ese viaje iniciático en busca de su pasado Mantovani va a encontrar nueva materia para su inspiración literaria, en una galería de variopintos personajes, que alimentan lo humano, lo cómico y lo patético.

“Si hice una buena cosa en mi vida,  dice el escritor, fue escaparme de ese pueblo… mis personajes  se quedaron allí, no pudieron salir, y yo nunca pude volver”. Desde su exilio  europeo el escritor observa ese pasado que vuelve a encontrar, y que le reserva  buen número de sorpresas, pasados los primeros momentos de oficial acogida triunfal.

Ese escritor que detesta los honores y las monarquías, y que haciendo de tripas corazón acepta los honores pueblerinos de esa localidad en que nació, está interpretado con brío y sobriedad por el excelente actor argentino Oscar Martínez, a quien tuvimos ocasión de admirar también recientemente en “La patota” 2015 de Santiago Mitre, o en “Relatos salvajes“ 2014, de Damián Szifrón.  Bien merecido pues y bravo a ese premio de interpretación en Venecia.

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en Paris de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

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