La Bienal de Flamenco de Sevilla, Premio Max a la Contribución a las Artes Escénicas

La Bienal de Flamenco de Sevilla ha sido galardonada con el Premio Max a la Contribución a las Artes Escénicas 2015 “por su compromiso con la promoción del Flamenco ofreciendo desde sus inicios un programa de calidad que da cabida a la innovación y la diversidad escénica”, informa un comunicado de la Fundación SGAE hecho público hoy, 29 de abril, Día Internacional de la Danza.

De izq. a dcha. y de arriba a abajo, I. Galván, R. Riqueni, M. Pagés, R. Molina, Tomatito, C. Ortega, Soleá, Enrique y Estrella Morente, Paco de Lucía, El Lebrijano, y Ballet Flamenco de Andalucía. Copyright de las imágenes: (C) Antonio Acedo/Bienal de Flamenco; (C) Luis Castilla; (C) Lolo Vasco.

El director de la Bienal, Cristóbal Ortega, recibirá el galardón el próximo 18 de mayo en la ceremonia de entrega de la XVIII edición de los Premios Max de las Artes Escénicas que organiza la Fundación SGAE y que se celebrará en la Sala BARTS (Barcelona Arts on Stage) de Barcelona. Ortega ha señalado que este Max es “un reconocimiento a todo el trabajo de todos los artistas, todos los directores que han pasado por la Bienal y que han sabido aportar ese granito para seguir creciendo y defendiendo el Flamenco que forma parte de nuestra cultura y que es algo nuestro”. Ver entrevista completa

Cristóbal Ortega ha añadido que “por segundo año consecutivo la ciudad vuelve a ser reconocida con el premio a la aportación a las Artes Escénicas, tras el galardón obtenido por el Teatro Central de Sevilla en la pasada edición. Esto significa que lo que se está haciendo en Andalucía es importante: existe un tejido profesional vinculado a la cultura y una industria cultural cada vez más emergente. Recogemos el testigo con mucho orgullo”.

Tres décadas de actividad

La Bienal de Flamenco de Sevilla es un proyecto del Ayuntamiento de Sevilla que nació en 1979 con el objetivo de convertirse en un escaparate del flamenco al mundo. Así, cada dos años, Sevilla se transforma durante un mes en una gran ventana a las propuestas tradicionales y vanguardistas del arte jondo por la que aficionados y profesionales pueden asomarse, informa la Fundación SGAE.

La Bienal se ha posicionado como un encuentro internacional a lo largo de sus 18 ediciones, en las que ha programado todas las estéticas, colores, y perspectivas que habitan en el arte flamenco: de la raíz al experimento. El encuentro bienal aboga por el diálogo del flamenco con distintas disciplinas como la literatura, la pintura, el teatro, las artes escénicas, la música y la poesía. Promociona los distintos géneros, culturas y propuestas territoriales que han surgido a partir del arte jondo.

Del mismo modo, y de forma paralela, propone una programación de calle participativa, abierta y gratuita en espacios naturales como plazas, jardines y recoletos de la ciudad que incluye ciclos de conferencias, exposiciones, presentaciones, y proyecciones.

Luis Rosales, Rafael Alberti, Francisco Moreno Galván, Antoni Tàpies o Luis Gordillo, entre otros, han sido algunos de los artistas plásticos que dejaron su rúbrica en la imagen gráfica de la Bienal. Leyendas como Sabicas, Camarón de la Isla, Enrique Morente, la Paquera o Paco de Lucía han pasado por sus escenarios, que han visto convertirse en iconos del flamenco a María Pagés, Israel Galván, Sara Baras, Rocío Molina, Eva Yerbabuena o Isabel Bayón.

Próximos retos

Entre sus próximos retos, Cristóbal Ortega, director de la Bienal, destaca uno: generar ilusión. “Hay que transmitir ilusión a los artistas; hay que ilusionar a la ciudad, porque un proyecto cultural se hace si la ciudad vive ese proyecto cultural; hay que ilusionar a todos los patrocinadores e instituciones que colaboran; y también hay que ponerse por bandera la imaginación y crear proyectos donde generemos nuevos públicos a través de los niños, donde incorporemos nuevos espacios patrimoniales a la Bienal de Flamenco, donde entre todos nos imaginemos y soñemos con esa Bienal y que todos nos sintamos parte de ella”, concluye Ortega.

Tres premios especiales

Además de las 22 candidaturas a concurso a los Premios Max de las Artes Escénicas, el comité organizador concede 3 premios especiales: Honor, Contribución a las Artes Escénicas y Aficionado.

Organizados por la Fundación SGAE desde 1998, los Premios Max, cuyo galardón está diseñado por el poeta y artista plástico Joan Brossa (Barcelona-1919/1999), impulsor de uno de los colectivos renovadores del arte español de posguerra, se han consolidado a lo largo de estos años como el reconocimiento más amplio en el ámbito de las Artes Escénicas en el Estado español.

Israel Galván en el Día Internacional de la Danza

Carmen Amaya, Valeska Gert, Suzushi Hanayagi, Michael Jackson…danza inclasificable. Yo no podría descifrar sus estilos de baile… los veo como turbinas generadoras de energía y esto me hace pensar en la importancia de la coreografía sobre esa misma energía del que baila.

Seguramente lo importante no es la coreografía, sino precisamente esa energía, el torbellino que provoca.

Imagino una bobina tesla atrayéndolos a todos y emitiendo un rayo sanador y provocando una metamorfosis en los cuerpos: Pina Bausch como mantis religiosa, Raimund Hoghe convertido en escarabajo pelotero, Vicente Escudero en insecto palo y hasta Bruce Lee en escolopendra.

Bailé mi primer dúo con mi madre, embarazada de 7 meses. Puede parecer una exageración.

Aunque casi siempre bailo solo, imagino que me acompañan fantasmas que hacen que abandone mi papel de “bailaor de soledades”. No querría decir Didi-Huberman: de soleares.

De pequeño, no me gustaba el baile, pero era algo que salía de mí de una forma natural y fácil.

Casi instintiva. Con el tiempo me di cuenta que el baile curaba, me hacía efecto, casi medicinal, me ayudó a no ser tan introvertido y a abrirme a otras personas.

He visto la imagen de un niño enfermo de ébola curándose a través de la danza. Se que es una superstición, pero, ¿sería eso posible?

Después, el baile, acaba convirtiéndose en una obsesión que consume mis horas y que hace que baile hasta cuando me quedo quieto, inmóvil, apartándome así de la realidad de las cosas. No sé si esto es bueno, malo o necesario pero… así es.

Mi hija Milena, cuando estoy quieto en el sofá, pensando en mis cosas, con mi propio runrún, me dice: papi, no bailes.

Y es que veo a la gente moviéndose al andar por la calle, al pedir un taxi, al moverse con sus diferentes formas, estilos y deformidades.¡Todos están bailando! ¡No lo saben pero todos están bailando! Me gustaría gritarles: ¡hay gente que todavía no lo sabe!, ¡todos estamos bailando! , ¡los que no bailan no tienen suerte, están muertos, ni sienten ni padecen!.

Me gusta la palabra fusión. No como palabra de marketing, confusión para vender un determinado estilo, una marca. Mejor fisión, una mezcla atómica: una coctelera con los pies clavados en el suelo de Juan Belmonte, los brazos aéreos de Isadora Duncan y el medio cimbreo de barriga de Jeff Cohen en Los Goonies.

Y con todos estos ingredientes hacer una bebida agradable e intensa, que esté rica o amarga o se te suba a la cabeza. Nuestra tradición también es esa mezcla, venimos de un coctel y los ortodoxos quieren esconder su fórmula secreta. Pero no, razas y religiones y credos políticos, ¡todo se mezcla! , ¡todos pueden bailar juntos!. Quizás no agarrados, pero sí unos al lado de los otros.

Hay un antiguo proverbio chino que dice así: el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo. Cuando una mosca levanta el vuelo en Japón, un tifón sacude las aguas del Caribe. Pedro G Romero, después de un aplastante baile por sevillanas, dice: el mismo día que cayó la bomba en Hiroshima, Nijinsky repitió su gran salto en un bosque de Austria. Y yo sigo
imaginando: un latigazo de Savion Glover hace girar a Mikhail Baryshnikov. En ese momento, Kazuo Ono se queda quieto y provoca una cierta electricidad en María Muñoz que piensa en Vonrad Veidt y obliga a que Akram Khan provoque un terremoto en su camerino: se mueven sus cascabeles y el suelo se tiñe con las gotas cansadas de su sudor.

Me gustaría poder dedicar este Día Internacional de la Danza y estas palabras a una persona cualquiera que en el mundo esté bailando en este justo momento.

Pero, permitidme una broma y un deseo: bailarinas, músicos, productores, críticos, programadores, demos un fin de fiesta, bailemos todos, como lo hacía Béjart, bailemos a lo grande, bailemos el Bolero de Ravel, bailémoslo juntos.

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