La cruzada antimasónica franquista en 300 dibujos

Hoy, ser masón está perseguido en 23 países del mundo. Son, exactamente, aquellos gobernados por un totalitarismo político o un integrismo religioso. No hace tanto tiempo, ser masón era un delito muy grave en España, recuerda El Oriente en la presentación del libro «Las horas muertas. Diarios y dibujos desde la prisión», editado por la Universitat de València, que contiene más de 300 dibujos del artista José Manaut, realizados durante su encarcelamiento como maestro masón

manaut-juicio-aguafuerte La cruzada antimasónica franquista en 300 dibujos
Manaut, juicio, aguafuerte

El artista logró sacar estas obras de la prisión escondiéndolas en la ropa sucia que entregaba a su esposa. El pintor fue uno de los primeros condenados por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo -representado en este aguatinta ejecutado en el reverso de una ficha de barbería de la prisión- ejecutor de la «depuración más sistemática, prolongada y eficaz que ha sufrido la Masonería en el mundo».

A partir del verano de 1936 se produjo el fusilamiento masivo y descontrolado, sin ningún tipo de proceso judicial, de los masones que quedaron en zona nacional. A finales de 1937, en el balance de su Gran Asamblea celebrada en Madrid, la Masonería Española no podía ser más clara: «todos los Queridos Hermanos que no habían podido huir de la zona nacional habían sido asesinados».

Desde 1938, los documentos, emblemas e insignias masónicas incautadas comenzaron a centralizarse en Salamanca, a fin de que sirvieran de base para la depuración total de España. En 1940 se dictó la Ley que sistematizó la persecución masónica y generó algo que no se ha visto en ningún otro país del mundo: un Tribunal Especial, que no sería suprimido hasta 1964.

En el Servicio de Documentación de Salamanca se acumulan 80 000 fichas de supuestos masones, y se calcula que en España no había más de 5000 masones cuando estalló la Guerra Civil, datos que revela las dimensiones de la cruzada antimasónica, concluye la reseña de El Oriente.

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