Murcia y el Pacto de Teodomiro

El 5 de abril de 713, hace 1304 años, Teodomiro, administrador corrupto de Murcia, se vio obligado a firmar un pacto con Abd al-Aziz ibn Musa, segundo valí de Al-Andalus. Este pacto le garantizaba la vida y mantener algunas de sus posesiones a cambio de olvidarse de la administración de Murcia y de alejarse del poder político y militar jurando sumisión feudal a Abdalaziz. Teodomiro firmó, tragó y cumplió, al menos por lo que consta en los anales y Murcia floreció como vega fértil del Segura ya alejada del ladrón visigodo.

Catorce siglos después han tenido que ser los miembros de la oposición quienes pusieran coto a los desmanes de otro Teodomiro postmoderno que esquilmaba los haberes públicos hasta para lavar su imagen -por cierto, la imagen pública le ha quedado francamente enfangada, tanto que sería bueno que reclamara los tres mil pavos mensuales que pagó por la lavandería-, para financiar ilegalmente a su partido y quien sabe si para encargar un imposible implante de pelo.

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El Teodomiro hodierno, contrariamente al del siglo VIII, parece contar con el apoyo cerrado de sus amos en Madrid, tanto que el Duque de Lerma monclovita envió a uno de sus heraldos a vendar las heridas del dimisionario murciano. Esta situación sucia, poco edificante, muy de los tiempos que corren y del modo de entender la gestión política por el Partido Popular, no busca la verdad ni la transparencia. Amparados en la postverdad -la mentira de toda la vida de Dios- y en quién sabe qué secretos que guarda el dimitido presidente de Murcia sobre su Duque de Lerma, el enviado monclovita vino a decir alto y claro, Tranqui, Pedrín, que esto pasará y te restituiremos en el cargo. También dijo algo de devolver la honorabilidad y la honra, pero sonó como el recosido del himen de Leticia Sabater: a estupidez imposible.

El PP es un partido ladrón que ha ido conformando a lo largo de sus pocos años de existencia una mafia cohesionada en la que no hace falta hablar para actuar, basta con entender las señales: a veces será desviar unos milloncejos a una obra imposible; a veces será el recepcionado de obras inacabadas y a veces simplemente serán “negocios” turbios que van dejando un rastro de billetes negros que acaban en sobres, contabilidades B, financiación invisible y actos de campaña millonarios que nadie sabe cómo se pagan.

Teodomiro el godo dejó bien implantadas sus gónadas en la región, a lo que parece, y si el expresidente sinvergüenza se ha tenido que ir in extremis pero arropado con la bandera de la gaviota carroñera que les representa y apoyado por MaílloRajoy no se atreve ni a toser en este asunto porque la porquería que se acumula bajo sus alfombras le impiden moverse sin trastabillar-, es fundamentalmente porque en Génova y Moncloa tienen miedo de que PAS comience a vomitar tan pronto sea encausado y se abra el juicio contra él, momento en que adquirirá el título de ese señor por el que ud. pregunta.

El Teodomiro moderno dice que dejará su escaño si le sientan en el banquillo. Teniendo en cuenta que ya dijo pública y televisadamente que dimitiría tan pronto fuera imputado y que no lo hizo, estas palabrillas en la COPE de Brontocarlos Herrerosaurio no valdrán más. El corrupto aguantará cuanto sea posible aguantar, tipo Gómez de la Serna, y si tiene manta de la que tirar puede que Moncloa, antes de quedarse al pairo decida actuar como en Chicago.

Cuando se vive en los lodazales, cuando lo que se respira son los vapores purulentos de las cosas corrompidas, los más aptos de la esPPecie desarrollan quién sabe si branquias que les permiten hasta crecer y alimentarse del mucílago en el que retozan. Los otros, los honrados que otrora existieran en el PP, como Alberto Garre López, expresidente murciano cuyas reiteradas denuncias internas acerca de la corrupción de Pedro Antonio Sánchez acabaron primero con su expulsión del Círculo de Confianza del gran capo y luego con su salida del partido, no pueden sobrevivir en las cloacas. Mejor para él, la verdad, porque más vale solo que mal acompañado.

Manuel Pascua
Analista político y económico. Mis armas son las palabras y mi razón mis convicciones. Me gustan los números y la economía a la que, sorprendentemente, hasta entiendo. Sé que hay otros caminos para nadar las aguas negras de la vida y que el que nos imponen -comer basura, tragar inquina y vaciarnos los bolsillos- es el resultado de mezclar ineptos gobernantes con espabilados banqueros. Soy filólogo, soy letraherido y he vivido en Suiza, en Inglaterra y en Colombia. En España he vivido en Barcelona, en Madrid, en San Sebastián y en Cádiz y mi alma y mi carácter son castellanos: seco y claro, aunque con un sentido del humor ácido y las más de las veces corrosivo cuya primera víctima soy yo y la segunda la realidad estrambótica que me rodea. Mi ley es la opinión y prefiero construir a destruir, sumar a restar, el ruido al silencio, la furia a la calma del camarón dormido en la corriente. Amo nuestro siglo de Oro y no creo que otro mundo sea posible: estoy absoluta y completamente seguro de que es así.

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