El placer de la lectura

Dos ensayos de fotografía abordan la lectura desde épocas y perspectivas diferentes

El fotógrafo André Kertész (1894-1985) creció rodeado de libros, amontonados en el suelo, las mesas, las sillas, los mostradores y las estanterías de la tienda de su padre, un librero de viejo de uno de los barrios más antiguos de Budapest.

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André Kertész: Leer, cubierta de la edición de Errata naturae

Estaba destinado a hacerse cargo de la tienda y convertirla en un negocio próspero, a la altura de aquellas librerías que habían empezado a aparecer en las grandes capitales europeas, convertidas en centros culturales, sedes de tertulias literarias que congregaban a lectores y escritores en busca de las últimas novedades.

Pero al terminar sus estudios de Comercio se cruzó en su camino una cámara de fotos Ica-Platten que le cambió la vida. Con ella recorrió Europa, empezando por su país, registrando en imágenes en blanco y negro el bullicio callejero de la sociedad del nuevo siglo, las costumbres y las personas que poblaban los nuevos paisajes urbanos, los escenarios de la nueva cultura, los artistas que trabajaban en las calles y en las plazas llevando a sus cuadros aquellas mismas escenas que él inmortalizaba en sus fotografías.

Durante la Gran Guerra, gracias a su destino como escolta viajó por todos los territorios del Imperio austrohúngaro y tuvo el privilegio de poder continuar con la fotografía, que ya se había convertido en algo más que afición. Los soldados de aquella guerra fueron protagonistas de sus fotos, junto a los gitanos y los campesinos de las zonas rurales.

A su regreso a Budapest tras la guerra ya tenía claro a lo que iba a dedicar su vida. En 1925 se trasladó a París, que era entonces la capital cultural del mundo, para seguir haciendo progresos con la fotografía. Su amistad con el pintor Piet Mondrian orientó su trabajo hacia el campo del arte. Retrató en sus estudios a todos los grandes artistas de aquellos años parisinos (Man Ray, Tristan Tzara, Marc Chagall) e hizo de la fotografía un medio de expresión artística. Su obra influyó en su compatriota Brassaï y hasta Cartier-Bresson y Robert Doisneau reconocieron su magisterio.

Con las fotos obtenidas con una Leica, la cámara de la nueva generación de fotoperiodistas, e influenciado por el movimiento Nueva Objetividad, Kertész juega con las luces y las sombras, los contornos, las líneas, las formas, los volúmenes y las distorsiones ópticas, un experimento que inició en 1917 con “Nadador bajo el agua”.

Con las primeras fotografías artísticas celebró una exposición en 1927. Aún habían de pasar algunos años hasta que en 1935, huyendo del nazismo, decidiera instalarse en Nueva York, donde quedó atrapado por la Segunda Guerra Mundial y donde murió con 91 años.

Libros y lectores

A lo largo de su vida Kertész publicó muchos reportajes en periódicos como el Berliner Illustrierte Zeitung y en revistas europeas y americanas como Vu, Look, Harper’s Bazaar y Vogue, pero su trabajo estaba pensado para ser visto en ensayos temáticos. Por eso decidió que sus libros versaran sobre un mismo asunto tratado desde diversas perspectivas, desde la infancia (“Enfants”) a sus célebres fotografías urbanas de las calles de París, Budapest y Nueva York.

Durante todos aquellos viajes por Europa y América André Kertész hizo muchas fotografías de gentes de toda clase y condición, pero siempre, entre todas ellas, había un tema que le atraía permanentemente, tal vez porque enlazaba su vida y su trabajo con los recuerdos de infancia: los libros y la lectura. En una de sus obras más queridas, publicada en 1971, Kertész reunió algunas de las fotografías que había hecho de 1915 a 1970 con esta actividad como centro temático.

El resultado es “Leer” (Periférica & Errata Naturae), uno de los libros más bellos de la historia de la fotografía. Este pequeño volumen de 75 páginas concentra un universo de lectores, bibliotecas, almacenes de libros, puestos de venta callejeros, estanterías de viejas librerías abarrotadas de volúmenes, establecimientos antiguos y modernos y sobre todo de gente leyendo. Gente de toda edad, procedencia y clase social. Niños, jóvenes, viejos, hombres y mujeres que leen en sus casas, en azoteas y en balcones, en parques y en jardines, en lugares insospechados, a la luz del sol o en habitaciones cerradas, cuya atención despierta la curiosidad por el contenido de las páginas en las que concentran su mirada con esa fuerza que contagia las ganas de leer.

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Fomentar la lectura a través de imágenes

Casi cincuenta años después de que André Kertész publicara “Leer” (el título original era “El íntimo placer del leer”), un fotógrafo contemporáneo, Steve McCurry, quien coincidió con él en Nueva York (vivían en el mismo edificio) le hace un explícito homenaje reuniendo decenas de fotografías de gente leyendo, todas en color, tomadas en diferentes partes del mundo. Con ellas publicó “Sobre la lectura” (Phaidon), un fotolibro que es al mismo tiempo una joya bibliográfica y un eficaz instrumento de fomento de la lectura.

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Sharbat Gula, la niña afgana. Steve McCurry©

Mc Curry se hizo muy popular en todo el mundo a raíz de una famosa fotografía de Sharbat Gula, una joven afgana del campamento de refugiados paquistaní de Nasir Bagh Peshawar publicada en 1985 en la portada de National Geographic, una mujer a quien volvió a encontrar años después y a quien volvió a fotografiar para la misma revista.

Sin embargo, este fotógrafo norteamericano (Filadelfia, 1950) ya era un profesional consagrado cuando le llegó la popularidad. Galardonado con el premio Robert Capa en 1980 por sus fotografías de la guerra de Afganistán durante la invasión de este país por la Rusia soviética, estuvo también como fotoperiodista de la Agencia Magnum en las guerras de Camboya, la antigua Yugoslavia, el Golfo Pérsico, Yemen y Cachemira, y en todas ellas también tuvo tiempo para sorprender a gente leyendo.

En este volumen reúne las fotografías que hizo a hombres y mujeres que leían mientras cubría guerras y acontecimientos de actualidad para periódicos y revistas de todo el mundo, de la misma manera que Kertész lo había hecho durante sus viajes por Europa y América. Steve McCurry tomó estas fotos en Tailandia y en Rusia, en Birmania y en Hong Kong, en Camboya, la India y Suiza, en Manila y en Francia, en Alemania y en Marruecos, en China y en Nepal, en Etiopía y en Sri Lanka….

En todos los lugares del mundo la actitud de un lector ante un libro es la misma, como si éste tuviera una fuerza de atracción que lo aislase de las situaciones y de los escenarios en los que les ha tocado vivir, en la paz y en la guerra, en paisajes de miseria y en entornos de riqueza y opulencia, en lugares incómodos o en plácidos hogares bien iluminados.

En estas fotografías de Steve McCurry, como en las de Kertész, el lector es alguien que convierte el acto de leer en algo más que en un entretenimiento porque leer es también, como dice en el prólogo el escritor Paul Theroux, un acto de transgresión y rebelión.

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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