Robles, duelo al sol: sucedió en España

Robles, duelo al sol cuenta una historia de esas que te hacen saltar de la butaca mientras las ves y te arrancan de la cama en medio de la noche porque no puedes dormir con ella sobre tu conciencia.

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«Robles, duelo al sol», cartel

Las imágenes plácidas y a todo color del campus de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore en otoño contrastan con aquellas otras mucho más reconocibles en blanco y negro del Madrid bombardeado y asediado, con particular énfasis en la Gran Vía, con particular intención en el edificio de Telefónica (un rascacielos neoyorquino en medio de la manchega llanura), y enfrente, el desaparecido Hotel Florida, que era el lugar donde se alojaban los corresponsales de guerra.

Ahora, en otro hotel casi al lado, se aloja el nieto del escritor John Dos Passos que reconstruye para nosotros la historia de la amistad de su abuelo con José Robles, desaparecido misteriosamente en 1937. John Dos Passos Coggin viaja a Madrid para reconstruir la investigación que hizo su abuelo, el novelista americano John Dos Passos, sobre la extraña desaparición durante la Guerra Givil española de su amigo José Robles Pazos, profesor de literatura española en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore.

El escritor John Dos Passos, quien en 1926 había publicado Manhattan Transfer, viajó a España en abril de 1937 para rodar el documental Spanish Earth (Tierra Española) dirigido por el holandés Joris Ivens, en apoyo a la causa republicana y para convencer al Presidente Roosevelt sobre la venta de armas al gobierno español. Las conclusiones de la investigación que obtuvo en Madrid sobre las razones del asesinato de Robles provocarán una dura confrontación entre Dos Passos y Hemingway, quienes terminarán rompiendo su amistad. Este hecho histórico hará que John Dos Passos cambie sus creencias políticas e influirá de manera radical en su carrera como escritor para el resto de su vida. Hemingway le advertía que era peligroso andar preguntando, tanto que el propio hijo de Robles estuvo condenado a muerte y salvó la vida merced a que Ramón Robles, hermano de José, era militar de carrera y exiliado en Francia.

José Robles Pazos había sido el traductor al español de Manhattan Transfer y de ahí surgió una gran amistad entre ambos. Fue el escritor quien convenció a Robles para que aceptara una plaza de profesor de español en Baltimore, donde llevaba una vida plácida con su mujer y sus dos hijos cuando, estando de vacaciones en España en el verano del 36 los sorprendió el alzamiento. En lugar de regresar a América, José Robles se puso al servicio de la República y fue así como entró a servir de traductor en la embajada rusa, que tenía su asiento en el Hotel Palace. Y de allí, a Valencia, donde fue detenido una noche y encarcelado en una prisión de la que ya no salió ni se supo más de él. Su familia fue expulsada de la casa donde se alojaban, por sospechosa.

Es estremecedora la carta que escribe, todavía en el Hotel Palace, a su amigo de Baltimore diciéndole con letra ciclostilada que está muy bien, y abajo, con otra suya garrapateada, suplica que le consiga una carta urgente de la Universidad reclamándole como profesor. No llegó a tiempo de salvarlo, pero la mayor prueba de fidelidad al amigo fue que Dos Passos siguió pagando las cuotas del seguro de vida del desaparecido y gracias a ello su viuda, cuando por fin fue declarada como tal, pudo cobrarlo y tener un modus vivendi para empezar de nuevo en América con los dos hijos.

La amistad, según John Dos Passos, debe ser para siempre.

Robles, duelo al sol es un documental dirigido por Sonia Tercero y protagonizado por John Dos Passos Coggin. Contiene, además, entrevistas con supervivientes de la guerra civil, historiadores y escritores sobre el caso que se plantean todas las hipótesis posibles.

Desde su estreno en el Festival de cine de Málaga en abril de este año, Robles, duelo al sol ha recorrido varios Festivales de Cine: Documenta Madrid, Cinemajove en Valencia, el Don Luis en Calanda o Fesek. También en el Festival de Cine y Literatura de Santiago de Chile, en cuyos foros ha generado gran debate.

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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