Una noche como aquella: divierte y enamora

Una noche como aquella se inicia con un juego entre amigos a la luz de unas cervezas parlanchinas y acaba planteando cosas muy serias, como el amor, las relaciones humanas y los conflictos emocionales que de ellas se derivan. Al mismo tiempo, dentro de esta seriedad a la que nos enfrenta, Una noche como aquella tiene el valor de hacernos reír mucho y sus peripecias van acompañadas de una música en directo que subraya los temas.

Una noche como aquella: cartel

Los protagonistas son un trío de amigos o un grupo de tres amigos que han decidido formar un trío, de manera que cuando uno de los tres es invitado a una fiesta familiar y dice «acudiré con mi pareja», su pareja son los otros dos. Él tiene, al igual que cada uno de los otros dos, una pareja de dos, lo que para unos es envidiable y para otros criticable. Éstos últimos son todavía más envidiosos que los primeros. Para colmo, también entran en juego una madre y una tía manchegas o casi (de Toledo), y son ellas las que, con su naturalidad aldeana y sin frenos en la lengua, darán la medida exacta del tema. Sin embargo, la relación no será un camino de rosas y como en El sueño de una noche de verano, comedia a la que en nada más se parece, que no es poco, también habrá un despertar en el que, sin dejar de reír ni de atraerse mutuamente, habrá que ponerse serios y hacer balance.

¿Sobrevivirá ese despertar del sueño amoroso a los duros ataques de la realidad y del egoísmo de cada cual? ¿Esa arcadia amorosa podrá reiniciarse con lo mejor de los tres cuando hayan puesto sobre la mesa todo lo que les pasa? Preguntas como «¿Moriríais por amor?» se mezclan con la disputa por los platos sucios y obligan al espectador a formulárselas a su vez. Porque como si de una venganza social se tratara, los conflictos vienen dados, en este trío tan desinhibido y tan majo, por lo de siempre: el lugar que ocupa cada uno en todo esto, las miradas ajenas y los prejuicios sociales. Los acuerdos a tres bandas se complican.

«¿Podremos ser amigos después de esto?» es la pregunta clave. Y si ello ocurriera por milagro, ¿podría surgir de nuevo «una noche como aquella»? De ser así, quién sabe si en la próxima temporada, esta comedia sobre el poliamor no verá aumentada su nómina con la incorporación de la cantante. De momento, ella sólo ha compartido el banco del parque, pero quién sabe. Porque si bien hasta el presente no ha pasado de ser el hombro obre el que cada uno por separado descarga sus cuitas, cuitas con las que ella compone sus contrapuntos musicales, nunca ha dejado de estar presente al final de cada «crisis». Y ella es la que, con ese distanciamiento de artista, mejor los conoce. Aunque, ¿convendrá que pierda ese papel para transformarse en la «cuarta»?

En Una noche como aquella se pasa muy bien, no sobra ni un minuto y el interés crece porque sorprende a cada momento sin ofender más de lo justo con sus juegos verbales y para los que no lo sepan, inicia este otoño su tercera temporada en Madrid, saltando de la sala Off a la Sala Principal del Teatro Lara sólo para esta representación. En adelante, seguirá en el Off del Teatro Lara los jueves a las 20h y en Nave 73 los sábados a las 22h30.

  • Una noche como aquella
    Autoría y Dramaturgia: Nacho Redondo
    Dirección: Chos
    Cía. Chandelier Teatro
    Elenco: Nahia Láiz, Esther Acero, Nacho López, Jorge Páez, Nacho Redondo y Ana Pi
    Música original: Ana Pi
    Iluminación: Gemma Rodríguez y Aitor Delgado
    Vestuario: Marta Rodríguez
    Espacio: Sala Principal del Teatro Lara (en adelante, Off del Teatro Lara los jueves a las 20h y Nave 73 los sábados a las 22h30)
    Fecha de la función comentada: 5 de septiembre de 2016
Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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