Unión Europea: ¡Feliz 60 cumpleaños!

Sesenta años no son nada en el devenir del tiempo histórico, pero 60 años son muchos para esta vieja abuela que es la Unión Europea, nuestra abuela, la de 500 millones de personas que pululamos por el viejo continente. Peina canas una UE que naciera un 25 de marzo de 1957 mediante el Tratado de Roma pasando a llamarse Comunidad Económica Europea, y que hoy, en plena celebración, está dando los pasos para abandonarla uno de sus miembros, el Reino Unido, metido de hoz y coz en el Brexit.

Ha llovido mucho desde aquel ya lejano nacimiento. Entre otras cosas, han nacido varias generaciones que ni conocieron sus orígenes ni han oído hablar de él, pero para muchos que la habitamos, la creación de la Unión Europea es lo mejor que nos ha pasado, ya que sirvió, entre otras cosas, para que dejásemos de matarnos unos a otros, como llevábamos haciendo desde hacía cientos de años. Comenzó con un primer paso que fue la creación de la CECA en 1953, aquello que se llamó Comunidad Europea del Carbón y del Acero. A partir de ahí, ese carbón y ese acero que hasta entonces habían servido para hacer cañones y armamento comenzó a valer para otras cosas que no fueran destrucción y muerte. De alguna manera la UE nació porque Europa tenía que volver a existir tras una segunda guerra mundial devastadora.

Hoy resulta cuando menos curioso el menosprecio por parte de algunos hacia una UE de la que formamos parte, y a la que sin embargo otros muchos otros intentan venir, dejándose incluso la vida en el empeño. Por algo será. Es cierto que no es una organización perfecta, ni mucho menos, y que queda mucho por hacer, pero también se ha hecho mucho. Los que peinamos canas recordamos por ejemplo un tiempo en que para salir de España tenías que ir a cada país con el pasaporte en la mano, hacer cola en los controles fronterizos y proveerte de moneda de cada uno de ellos. No existía ni el programa Erasmus, por el que miles de jóvenes europeos pueden estudiar en otros países intercambiando experiencias, ni el inter-rail para viajar, ni otras muchas cosas. Hoy lo podemos hacer con el DNI, y tenemos una moneda fuerte, el euro, con un valor superior al dólar y reconocida en el mundo entero.

Por supuesto que no todo tiene que ser fasto y autocomplacencia. Queda mucho por hacer, y es cuestión de tiempo y voluntad. Como ha dejado escrito Joaquín Almunia, presidente del Centro for European Policy Studies y quien también fuera vicepresidente de la Comisión Europea, “Señalar los errores, carencia y lo que queda por hacer es tan importante como reconocer lo que se ha conquistado: la paz, un espacio común de derechos y libertades, el progreso económico y la libre circulación de personas”. Por su parte, el que fuera hasta hace poco presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo en su día acerca de lo que ha significado la creación de la Unión Europea: “Es el mayor experimento político del siglo XX”. Es cierto que en este tiempo hemos pasado por diferentes etapas en las que ha habido crisis, vaivenes y tiras y aflojas. Pero es que antes de su nacimiento solamente existíamos como pequeños países aislados, cada uno por su lado, que contaban muy poco, cuando no nada, en el contexto mundial.

Como ha declarado en el programa Informe Semanal, de Televisión Española, un veterano político italiano, los europeos tenemos que hacer frente a las nuevas carabelas. “Y esas carabelas –comentaba- se llaman Amazón, Appel, Googel, Microsoft…”, unas empresas multinacionales a las que solamente siendo muy fuertes podemos hacer frente. ¿Alguien se imagina que de no existir el poder de Bruselas, capital de la Unión Europea, y todo ello que ello significa, podría siquiera intentarlo?

Entre los problemas varios que acechan a esta Unión Europea están los populismos que en unos años han ido surgiendo en su seno, una especie de teoría muy sui géneris que invita a la “liberación de los pueblos” del poderío del Parlamento Europeo, que democráticamente hemos elegidos los países miembros. Francia con su Frente Nacional, Alemania con su Alternativa por Alemania, Italia, con su Movimiento 5 Estrellas, Holanda con su Partido por la Libertad y algún otro. No olvidemos que el populismo es ducho en capitalizar el descontento, y tenemos ejemplos no muy lejanos. Si a todo eso añadimos que tanto Washington como Moscú están haciendo lo posible por joder la marrana al viejo continente, tendremos un panorama más o menos aproximado.

Es cierto, y negarlo sería se necios, que la Unión Europea debe dar un giro social para poner el punto de mira, el foco, en favorecer a las clases sociales más desfavorecidas, en los millones de parados que han quedado en la cuneta del progreso, en los cientos de miles de jóvenes que hoy como ayer tienen que emprender el camino de la diáspora intentando abrirse camino en la vida. Todo ello, en un momento en que la crisis está patente en nuestra sociedad, en unos países más que en otros. Pero sin olvidar que mientras la unión hace la fuerza, la desunión, como algunos pretenden, nos debilitaría aún más. Por supuesto que tenemos una soberanía compartida, pero también lo es que cada país por sí solo lo tendría mucho más difícil.

En este momento de sus 60 cumpleaños, la Unión Europea debe tener como tridente y guía la inversión, el crecimiento y el empleo como señas de identidad de un viejo continente que tanto ha significado en la Historia de la humanidad.

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha seis libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», y «Memoria Histórica. Para que no se olvide». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

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