Abrirse al diálogo para combatir la drogadicción

Ileana Alamilla[1]

Delegados de la OEA se encuentran reunidos en Guatemala, en un escenario de belleza incomparable, para celebrar su 43 período de sesiones, en una coyuntura inusual, debido a la discusión de un tema que ha causado polémica, combatir la drogadicción y el narcotráfico.

Ya no es la misma OEA sumisa a los dictados del más fuerte. Hoy se alzan varias voces para alertar y llamar la atención sobre lo que estamos viviendo en este lado del Continente, quienes hemos tenido que lidiar con la colosal amenaza que significa la narcoactividad. La pregunta es ¿cómo discutir nuevas alternativas para combatir este flagelo que a México le ha costado más de 70 mil vidas en el último sexenio y a nosotros violencia extrema, inseguridad e ingobernabilidad, que amenazan con incrementarse?

El informe de la OEA tiene revelaciones irrefutables, entre ellas que en la actualidad el 80% de la cocaína destinada a los Estados Unidos pasa por Centroamérica y México, flujo que se realiza principalmente desde Colombia, a través de las costas del Caribe y del Pacífico; otra ruta pasa por Ecuador, México y Centroamérica.

El transporte terrestre de la cocaína y otros estupefacientes, que tiene como destino Estados Unidos y Canadá, ocurre principalmente en Centroamérica y México. La reciente presión de las autoridades en México y en Colombia ha tenido como efecto el desplazamiento de las organizaciones criminales, lo que afecta a Centroamérica, región donde han comenzado a aparecer nuevos indicadores de elaboración de estimulantes tipo anfetamina (ETA), añade el informe. Todo esto ya lo sabemos.

Sobre las ganancias que dejan la producción y el tráfico de distintos tipos de drogas ilegales se reveló que los mercados de venta minorista en dólares ascendieron en Norteamérica aproximadamente al 44% del total mundial, en comparación con Europa, que representa el 33%. Los mercados minoristas están en Sudamérica, Centroamérica y el Caribe. Allá viven los grandes consumidores, la verdadera demanda que provoca este criminal negocio. De allí también provienen las armas que utiliza el narco en nuestra región.

Y para nosotros el cultivo, el tráfico y la producción de estupefacientes ha conllevado también la destrucción de los recursos naturales, principalmente en la Reserva de la Biósfera Maya.

¿Será que en Estados Unidos las personas sienten miedo de transitar por las calles, por las autopistas?, ¿sentirán temor de sus vecinos, desconfianza de los comercios, de los negocios, por la sospecha de que están allí esos despiadados delincuentes?, ¿combaten allá la distribución y el consumo?

¿Provocarán esos criminales allá matanzas como el caso de los 27 campesinos decapitados en Petén hace varios meses, o el asesinato de un fiscal prácticamente descuartizado en Cobán?

La propuesta amerita considerarse sin descalificaciones o presiones. No es justo que la vida de nuestra población, nuestros territorios, nuestras fronteras y nuestros recursos naturales siga siendo el precio a pagar por nosotros, por una estrategia de combate a las drogas que ya se vio que fracasó.

Saludamos a las delegaciones y deseamos que estén decididas a garantizar la vida.

  1. Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, fallecida en enero de 2018.

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