Acuerdo UE-Turquía 3º aniversario: insalubridad, inseguridad, hacinamiento

12 000 refugiados, solicitantes de asilo y migrantes se encuentran hacinados en Gracia en condiciones inseguras y degradantes y sin acceso a atención médica.

Este 20 de marzo de 2019 se cumplen tres años de la entrada en vigor del Acuerdo UE-Turquía que estipulaba que los solicitantes de asilo que llegan a las islas griegas deben permanecer en ellas durante el tiempo que demore la tramitación de su registro y el procedimiento de asilo, que en la práctica se extiende por tiempo indefinido durante meses o incluso años en condiciones muy duras de insalubridad, inseguridad, hacinamiento, informa Médicos Sin Fronteras (MSF).

La oenegé documenta que, tres años después, este confinamiento geográfico se traduce en que los hombres, mujeres y niños que siguen llegando a Grecia en busca de seguridad, libertad y futuro están atrapados en condiciones insalubres, inseguras, degradantes y de hacinamiento en los ‘hotspots’ de las islas griegas por tiempo indefinido durante meses o incluso años.

Estas condiciones y el escaso acceso a servicios básicos de salud provocan el deterioro de la salud y bienestar de unos 12 000 refugiados, solicitantes de asilo y migrantes hacinados en condiciones inseguras y degradantes y sin acceso a atención médica.

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Anna Pantelia: Farida llegó de Afganistán con su esposo y cuatro hijos a principios de marzo de 2019. Ella ha estado viviendo en la jungla junto al campamento de Vial desde entonces.: «Tenemos una vida muy mala aquí, no estamos seguros. Los baños están muy lejos y no podemos llegar a ellos especialmente por la noche porque está muy oscuro y no hay luces. No iré a ningún lugar sin mi marido porque tengo miedo». «

Ante esta realidad, MSF demanda a los líderes europeos que tomen medidas para acabar con las nocivas políticas de contención en los ‘centros de tránsito’ (conocidos como ‘hotspots’) de las islas griegas.

Así mismo, la organización médica internacional les insta a que garanticen la evacuación inmediata de estos centros de todas las personas vulnerables, especialmente de los niños, a alojamientos adecuados en la Grecia continental o a otros Estados miembros de la UE.

«Grecia se ha convertido en el patio trasero de la UE para los hombres, mujeres y niños que la propia Unión Europea no ha protegido», denuncia Emmanuel Goué, coordinador general de MSF en Grecia: «Lo que una vez se proclamó como una ‘emergencia de refugiados’ ha dado lugar a niveles inadmisibles de sufrimiento humano, tanto en las islas griegas como en la Grecia continental. Las autoridades europeas y griegas continúan despojando a las personas vulnerables de su dignidad y su salud, aparentemente en un esfuerzo por disuadir a otros de venir a Europa. Esta política es cruel, inhumana y cínica, y debe terminar».

Como resultado del acuerdo entre la UE y Turquía, MSF estima que unas 12 000 personas entre hombres, mujeres y niños se encuentran en la actualidad atrapados en terribles condiciones en los cinco supuestos centros de tránsito de las islas.

En el centro de Vathy, en la isla de Samos, las condiciones se han deteriorado de manera drástica en los últimos meses debido a la grave masificación, lo que ha llevado a MSF a enviar un equipo médico a la isla. En estos momentos, el campo alberga a más de 4100 personas en un espacio destinado para solo 648, lo que se traduce en que miles de personas languidecen sin protección en una zona sucia e insegura en el exterior del campo oficial. Entre aquellos que se refugian fuera del centro hay, al menos, 79 niños no acompañados, mujeres embarazadas, ancianos, personas con enfermedades crónicas –incluidas enfermedades mentales graves, como psicosis– y supervivientes de tortura y violencia sexual.

Los equipos de MSF también trabajan en las islas de Lesbos y Quíos, donde los campos están muy por encima de su capacidad. Es el caso del centro de Moria en Lesbos, que alberga a 5200 personas en un espacio destinado a un máximo de 3100; y del campo Vial en Quíos con 1361 personas en un espacio con capacidad para 1014. Allí, como en Samos, los médicos de MSF atienden a pacientes con una gran variedad de enfermedades físicas y psicológicas relacionadas con las condiciones de vida, los largos períodos de espera para la tramitación de sus solicitudes de asilo y con las razones que los llevaron a huir de sus países en un primer momento.

«Tres años después, la UE y el Gobierno griego siguen sin proporcionar condiciones de vida dignas y humanas, y una atención médica adecuada para las personas atrapadas en las islas griegas», explica Goué. “Hoy, en Vathy, en Samos, más de la mitad de la población del campamento vive en tiendas de campaña de verano o bajo lonas de plástico, rodeadas de basura y excrementos humanos. En el mes que llevamos desde que MSF regresó a Samos, hemos tratado a mujeres embarazadas y personas con enfermedades crónicas, y organizado sesiones grupales de salud mental. En las próximas semanas, planeamos ampliar nuestras actividades para poder ofrecer atención a más personas».

Grecia continental

En la Grecia continental, miles de migrantes que llegaron después de que se aplicara el acuerdo entre la UE y Turquía, viven en campos o en alojamientos temporales administrados por la ONU o por organizaciones no gubernamentales, mientras que otros residen en edificios abandonados o duermen en las calles. Todos enfrentan obstáculos para acceder a la atención médica.

Los equipos de psicólogos de MSF trabajan para atender a quienes padecen problemas de salud mental, como depresión, ansiedad y psicosis, y para rehabilitar a los supervivientes de tortura. Nuestros psicólogos describen la situación de la vivienda de los pacientes como su mayor reto.

El coordinador general de MSF señala que “no solo vive con el temor constante de sufrir otra agresión, sino que también sería peligroso para ella tomar su medicación dado que le provoca somnolencia. No hay recuperación sin una vivienda segura y, sin embargo, en toda Grecia hay una seria escasez de alojamientos seguros para nuestros pacientes con grandes necesidades».

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MSF/Anna Pantelia: Iman (que no aparece en la foto) huyó de Irak con tres generaciones de su familia, 13 miembros en total. Ahora viven en el punto de acceso de Vial en Chios: “Tenemos problemas con la electricidad y el agua y no tenemos buenos servicios. Somos trece personas que viven en un solo isobox, vivimos uno encima del otro. Tengo diabetes y mi esposo tiene dificultades para respirar. Vamos al médico y nadie nos cuida. Les decimos que con estos problemas de salud no podemos vivir en un isobox y nos dicen ‘Este es el lugar que tenemos para ti. No me gusta que puedas ir a alquilar algo en la ciudad’. Vinimos a Europa huyendo de la guerra, y así es nuestra vida ahora”.

La situación en 2019

Si bien el número total de llegadas ha disminuido considerablemente desde 2016, más de 6000 hombres, mujeres y niños han llegado a Grecia desde principios de 2019. La gran mayoría de las personas proceden de países devastados por la guerra y generadores de refugiados, como Afganistán, Siria e Irak y la República Democrática del Congo; y más de la mitad son mujeres y niños. Esto demuestra que el enfoque de contención y disuasión de la UE para gestionar la migración ha fracasado a la hora de crear vías alternativas hacia un lugar seguro para quienes se ven obligadas a huir.

MSF brinda asistencia médica y humanitaria a solicitantes de asilo y migrantes en Grecia desde 1996. En 2014, MSF amplió sus actividades en el país para dar respuesta a las necesidades de un número creciente de solicitantes de asilo, refugiados y migrantes que llegan a las islas griegas y al continente desde Turquía. Desde 2016, los equipos médicos de MSF en Grecia han proporcionado servicios que van desde la atención médica básica, el tratamiento de enfermedades crónicas, salud sexual y reproductiva, fisioterapia, atención psicológica clínica y atención psiquiátrica, hasta un programa integral de apoyo social. Hoy, los equipos de MSF trabajan en las islas de Lesbos, Samos y Quíos, y en el centro de Atenas.

La historia de un acuerdo fallido

El acuerdo UE-Turquía se firmó el 18 de marzo de 2016 y entró en vigor dos días después, el 20 de marzo. Básicamente, trata terminar con el flujo de refugiados, solicitantes de asilo y migrantes que intentan llegar a Grecia desde Turquía devolviendo a la mayoría a Turquía.

Se basa en la premisa de que Turquía es un país seguro para los solicitantes de asilo, a pesar de que Turquía mantiene una «limitación geográfica» a la Convención de Refugiados de 1951 y niega el estatus de refugiado a «no europeos». En la actualidad, Turquía acoge a más de tres millones de refugiados.

El acuerdo establece que «los migrantes que lleguen a las islas griegas serán debidamente registrados y cualquier solicitud de asilo será procesada individualmente por las autoridades griegas de conformidad con la Directiva de Procedimientos de Asilo».

Algunas personas han sido devueltas a Turquía en virtud del acuerdo (1806 personas entre marzo de 2016 y diciembre de 2018, solo 322 en todo 2018). El número es bajo debido a que los comités de apelaciones de asilo de Grecia han establecido, en la mayoría de los casos, que Turquía no brinda protección efectiva a los refugiados, por lo que no pueden ser devueltos allí.

En lo que llevamos de 2019, más de 6000 personas han llegado a Grecia, 4000 de ellas por mar según datos de ACNUR. Hoy, en las islas griegas del Egeo, hay 15 200 refugiados y migrantes, tres de cada cuatro están en los cinco ‘hotsposts’ ubicados en las islas.

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