Ceija Stojka: esto ha pasado

El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid (MNCARS) expone un testimonio del genocidio nazi durante la Segunda Guerra Mundial, el de la gitana austriaca Ceija Stojka, quien sobrevivió al horror de tres campos de exterminio entre 1943 y 1945, Auschwitz,  Ravensbrück y Bergen Belsen.

Ceija vivió un silencio postraumático de cuatro décadas. En los años noventa del siglo pasado, mediante escritos, dibujos y pinturas relató, sobre todo por medio de colores y símbolos, su feliz vida anterior al nazismo, la caza de su familia y su clan, los Lovara, de los que solo sobrevivieron cinco de los más de doscientos cincuenta que eran antes del Porrajmos (holocausto).

El horror de la sección B-II-e o Campo familiar gitano de Auschwitz, desde marzo de 1943, de donde ella, su madre y una de sus hermanas salieron deportadas en junio de 1944 hacia Ravensbrück, un campo de concentración de mujeres donde eran utilizadas como cobayas, solo unos días antes del exterminio del campo gitano en el campo polaco. En enero de 1945 ella y su madre, Sidi, fueron a parar a Bergen Belsen, donde sobrevivieron a un auténtico apocalipsis.

Después de la liberación, tardaron más de tres meses en regresar a Viena. Luego pudieron ir recuperando sus vidas, pero la mente de Ceija, congelada por el horror indescriptible vivido, despertó mucho más tarde.

Nunca hubo ayuda para los gitanos, ni reconocimiento oficial de un genocidio que afectó aproximadamente a medio millón de personas en Europa. En Austria el 90 % de la población gitana fue asesinada. Venían precedidos de discriminaciones y persecuciones desde el siglo XV en que los distintos pueblos romaníes se instalaron en Europa. Su nomadismo, su espíritu libre, tampoco ayudó.

Ceija Stojka había nacido en 1933, es decir todo lo que vivió hasta 1945 sucedió durante los primeros doce años de su vida. Su relato sobrecogedor no es la narración del horror vivido por una familia, es la de todo el colectivo gitano, de los supervivientes y de las víctimas mortales. Tiene el valor añadido de poner en primera línea lo ignorado, lo borrado como si no hubiera existido. Sería extraño encontrar a alguien que no haya oído hablar de la Shoáh, pero ¿quién ha oído hablar del Porrajmos? Gracias a ella el gobierno austriaco ha reconocido oficialmente el genocidio y el de Angela Merkel reconoció en 2012 el genocidio de los pueblos romaní y sinti perpetrado por el régimen nazi y erigió un monumento a la memoria en Berlín. Ceija falleció un año más tarde, en 2013, cumplidos los 80 años.

La exposición

Las 140 piezas de la exposición, entre escritos, dibujos y pinturas están organizadas en tres secciones: Antes y durante la caza, Los campos de exterminio y Regreso a la vida.

Antes y durante la caza

En esta primera sección la artista refleja su vida de niña feliz, en el seno de una familia nómada dedicada al comercio de caballos, la vida idílica en el clan, la armonía con la naturaleza. Landleben (1993) es un canto a la vida campestre. Pero en Viaje en verano por los girasoles, empiezan las señales de temor aunque pretendiendo ocultarlo. Las leyes nazis del Anschluss de marzo 1938 prohibieron la vida en caravana, obligaron al sedentarismo. Fue una señal.  

Primero fue el arresto del padre. Ella, su madre y hermanas se escondieron en Viena hasta su arresto en marzo de 1943. La exposición recoge esta detención y todas las detenciones de romaníes, en  WosindunsereRom? (¿Dónde están nuestros gitanos? Laaerberg 1938.

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Ceija Stojka: Arresto y deportación a Auschwitz

Los campos de exterminio

Lo más abrumador, lo que conecta al espectador de los cuadros de la muestra con la fuerza del horror expresada en ellos, es cómo la mente de Ceija Stojka, tras más de cuatro décadas de silencio traumático, de auténtica congelación de sus recuerdos como mecanismo de defensa para sobrevivir, refleje lo vivido como si hubiera sucedido ayer. Milagrosamente el tiempo se congeló, pero no produjo olvido alguno. Sí hubo un detonante para su salida del marasmo. La tragedia de la muerte de uno de sus hijos por sobredosis.

Por mencionar uno de los cuadros dedicados a la estancia en Auschwitz, precisamente titulado Auschwitz 1944, muestra a una niña de diez años aupada sobre sus puntillas para contemplar a través de unas altísimas ventanas las chimeneas del holocausto. Unos cuervos sobrevuelan la escena, representan las almas de los muertos, pero también poder escapar tras las alambradas.

Z-6399, (Z, Zigeuner, gitana) es su número de interna marcado en su brazo, que ella pinta en una asombrosa composición abstracta. Curiosamente, desde después de la guerra no se ha vuelto a utilizar esta palabra en Alemania, ha sido sustituida por Rom o Sinti.

Ceija-Stojka-mirada Ceija Stojka: esto ha pasado

Ravensbrück

El ojo inyectado en sangre, sin título como otros muchos, porque así se acentúa su poder evocador, ojo siempre vigilante, es el leit motiv de la exposición. El terrible cuadro,  Las mujeres de Ravensbrück, agrupadas, ondulantes, aterrorizadas, con colores violentos, es tan sobrecogedor que atrapa, cuesta trabajo apartar la vista.

Paisajes con figuras siniestras, amenazantes, como la de la vigilante Dorothea Binz. Las deportadas son apenas pinceladas fantasmales. Elementos simbólicos como las botas gigantescas de los soldados, los pájaros lúgubres, las alambradas en cuadros que respiran maldad, donde la perversidad está muy presente. ¡Stojka no había olvidado nada! Entre 1988 y 2012 se dedicó a exorcizar a sus terribles fantasmas.

Bergen Belsen

Fueron pocos meses de auténtico apocalipsis, de separación familiar, de trabajos forzados, de caminar sobre cadáveres, de alimentarse de savia de plantas y raíces. Las ramas se convirtieron en su símbolo de esperanza y en la inspiración de sus obras de este periodo.

El final se refleja en Berger Belsen 1945, frente a un fondo de llamas  apocalípticas pinta casi en primer plano un hermoso árbol verde, la esperanza tras el horror. El principio de la vida.

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Regreso a la vida: Los girasoles

El largo camino de regreso a Viena refleja agotamiento, confusión de elementos arbóreos que tanto son Viena como Auschwitz. Recuerdo de los paisajes de antes de la guerra con cielos rosados, naranja y violeta, el pasado y el futuro se confunden. Es difícil empezar a creer en un futuro.

Los girasoles son la flor de los romaníes y están aquí, omnipresentes, como estuvieron cuando empezó el temor, pero ahora son distintos. Hay una colección de pintura en esta sección que ella llamó pinturas de luz, donde hay estatuas de la Virgen, frutas y verduras, fé y vida recuperadas.

Ficha de la exposición:

  • Sede. Museo de Arte Reina Sofía. Edificio Sabatini, tercera planta.
  • Fechas:  21 noviembre 2019 – 23 marzo 2020.
  • Organización: Maison Rouge, Paris y Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
  • Comisarios: Paula Aisemberg, Noelig Le Roux, Xavier Marchand.
Teresa Fernandez Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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