Chemsex y slamsex: un riesgo para la salud

Esconderse bajo el paraguas de la droga y el sexo es una práctica habitual en la que se refugian muchos jóvenes para evitar la sensación de aislamiento y soledad infinita que padecen desde la adolescencia sin saber quizá que están poniendo en un riesgo muy alto a su salud. A esto se le ha llamado Chemsex o sexdopaje, (sexo químico), como aconseja la Fundéu. Drogas muy potentes y sexo sin protección para aumentar la sensación de riesgo, todo un cocktail para el placer inmediato.

Si esto lo conceptuamos como modus vivendi, el riesgo de contraer enfermedades es muy alto; entre un 30 y un 38 % de quienes lo practican incluso a sabiendas de tener el VIH positivo; por tanto hablamos de un problema de salud pública y si además, vemos que las drogas ingeridas, tales como metanfetaminas o crystal meth; éxtasis líquido o GHB, y mefedrona, sumadas o ligadas a la cocaína, popper y viagra, la mezcla no puede ser más explosiva.

sexo-droga Chemsex y slamsex: un riesgo para la saludEntre las drogas de moda para practicar el chemsex, o bien para activarlo, la más utilizada es el GBL, también conocido como GHB, porque es más sexual, produce orgasmos inmediatos y una desinhibición que conecta con personas sin apenas conocerlas. Es frecuente los casos de sobredosis porque lo que produce merece la pena al consumidor al lado del lado negativo; depresión, visión borrosa, o somnolencia. Hay casos descritos en donde se entra en coma pero la gente sigue compartiendo la droga. Esto está dando cuadros que se vieron en consulta en los años 80 y que ahora vuelven a aparecer por compartir jeriguilla. Si alguna dosis se ha pinchado es raro que el consumidor vuelva a las otras vías porque el efecto llega tan rápido que luego nada le satisface.

En todas estas conductas siempre se debe buscar la raíz y el porqué. La soledad, origen de todos esos problemas, la falta de autoestima; la búsqueda a pertenecer a un grupo; a ser aceptado por los iguales; la búsqueda permanente de afirmación sexual; salir del armario o bien, porque todos lo hacen, el chemsex podría ser una forma de vida que no es necesariamente correcta porque puedes comerte el mundo en un momento pero puedes dejar de estar en él si te pasas.

En este sentido, actualmente en las consultas de primaria se ven problemas que se definen como propios del chemsex, haber consumido altas dosis de droga en poco tiempo. Arritmias, problemas cardiovasculares, hipertensión o hipertemia, además de cuadros neuropsiquiátricos que desencadenan psicosis, deterioro cognitivo, de memoria, además de enfermedades crónicas pulmonares. Estas patologías sumadas a las enfermedades de transmisión sexual absolutamente cotidianas en las consultas, hacen que los jóvenes se vean expuestos sin saberlo a un riesgo que por un lado, les dan muchos beneficios por lo que llaman «subidón» pero luego tiene consecuencias inmediatas a corto plazo. Muertes por sobredosis o ingresos en UVI por excesos son las primeras situaciones imprevistas para los que lo practican.

En todos los casos, los consumidores manejan la percepción de bienestar, la libido crecida y energía en dosis muy altas, lo que les favorece un uso compulsivo de las drogas y del sexo porque la satisfacción es realmente muy rápida. Esto genera que de igual forma, comiencen a pincharse droga y pierdan el control de lo que están haciendo porque la búsqueda sea mantener ese placer; el hedonismo; la búsqueda de la felicidad inmediata sin ver el riesgo de contagio de infecciones o de otras enfermedades relativas a la droga.

Es frecuente ver ahora en Internet cómo hay personas que practican el slamsex, drogas en vena y sexo y se explica en tutoriales cómo fabricarse las drogas en casa. El grado superior sería el body slamming que significa que el usuario con quien comparte la droga deja un poco de sangre en la jeringuilla para que se la inyecte el siguiente y con ello, ser hermanos de sangre y droga; algo absolutamente inconcebible en términos de salud.

El Chemsex facilita otras prácticas sexuales que de entrada a lo mejor no podrían practicarse como son la introducción de la mano o de parte del brazo en el recto o la vagina; el morbo de poderse contagiar, llamado bugchasing (persecución del bicho); es una ruleta rusa en la que un infectado de VIH contagia o no, en el juego a los demás.

El uso de las redes sociales y en especial, de ciertas aplicaciones como Grindr, Wapo o Scruff permiten entrar en contacto con estas personas que buscan el riesgo, creen en el chemsex como una religión y viven en un estado de excitación permanente buscando siempre la felicidad perdida. En este tipo de conductas se ven que los sujetos acaban siendo adictos y manifiestan a posteriori cuadros psicóticos que desencadenan en esquizofrenias o en otras enfermedades que de base puedan tener.

El sexo por carencia emocional, la ingesta de droga por problemas psicológicos y la vida de soledad a la que están expuestos los jóvenes está haciendo que hoy en día, a pesar de toda la información que se genera se esté viviendo una auténtica epidemia de enfermedades de transmisión sexual sumadas a las psiquiátricas que serán de por vida. Estas personas en un tanto por ciento muy alto, cerca del 97 son homosexuales; un 62 % no tiene pareja y el 50 % vive en grandes ciudades. Hablamos de Madrid, Barcelona, Valencia o Málaga. Normalmente son universitarios, trabajan cerca de un 85 % y su perfil, un 70 % y tiene entre 35 y 40 años.

Las drogas que más se utilizan son el GHB y la mefedrona además de la cocaína, anfetaminas, la heroína y la marihuana de base y casi todos alegan buscar o incrementar la sensación de placer en sus relaciones sexuales gracias a las aplicaciones de internet; encuentros casuales que nos les producen otra cosa que placer y ningún compromiso ni continuidad.

Si quiere saber más acerca del sexdopaje puede consultar un libro llamado 99 preguntas clave sobre chemsex, editado por GESIDA. En él encontrará todas las respuestas a la sinrazón de estas prácticas que están generando enfermos sin estarlo y enfermedades de por vida que hoy, no tienen razón de ser. La falta de confianza, la homofobia internalizada, el estigma social por tener VIH entre otras razones, hace que muchas personas acaben con su vida aunque sigan vivas pero padezcan enfermedades solamente por no haber sido ayudadas a tiempo.

La ayuda está ahí; solamente hay que pedirla.

 

 

Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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