¿Con mayúscula o minúscula?

En los días más recientes he intervenido en tertulias en las que la conversación ha girado en torno de las impropiedades lingüísticas, sobre todo aquellas que son frecuentes en los medios de comunicación, especialmente en las denominadas redes sociales.

He tenido ocasión de compartir con personas a las que les apasiona el tema, y en razón de lo cual, siempre se preocupan por disipar sus dudas, pues además de gustarles, la escritura es su herramienta básica de trabajo.

Las veces que he podido, he hecho un balance sobre la amplia gama de las situaciones viciadas, sus causas, consecuencias, además de que he mostrado ejemplos prácticos con los que, si se les presta la debida atención, pudieran ser utilísimos para adquirir madurez en el asunto y evitar esos casos que ajan y envilecen el lenguaje escrito y oral.

En la lista figuran falta de tilde, colocación inadecuada de ese y otros signos de puntuación; uso inadecuado del gerundio, verbos con significado diferente del que registran los diccionarios, falta de sintaxis, así como el desconocimiento del uso de mayúsculas y minúsculas.

He perdido la cuenta de las veces que me he referido a cada uno de ellos, pues ha sido necesario volver a abordarlos en infinidad de ocasiones, en función de satisfacer inquietudes de personas que de manera regular y por demás amigable, solicitan que se les aclaren sus dudas.

Hoy, una vez más, hablaré de las mayúsculas y minúsculas, y para tal efecto mostraré algunos ejemplos tomados del día a día, complementados con otros de autores que muestran formas sencillas para la captación del mensaje. El mal empleo de mayúsculas y minúsculas estriba en el hecho de usarlas cuando no se debe, y omitirlas cuando sí son necesarias.

Se debe usar mayúscula al comienzo de un escrito; de igual forma en la palabra que va después de punto, bien sea aparte o seguido; en la que sigue a un signo de interrogación o de exclamación, siempre que no estén seguidos de coma, punto y coma o dos puntos, como por ejemplo: «¡Qué sorprendente! Nunca se me hubiera ocurrido»; «¡Qué sorprendente!, nunca se me hubiera ocurrido». La palabra que va después de dos puntos, cuando encabeza una carta o una cita textual, debe llevar inicial mayúscula: «Estimado amigo: Te escribo para recordarte…»; «El Libertador Simón Bolívar dijo: Moral y luces son nuestras primeras necesidades».

Por supuesto que los nombres de persona, animal o cosa, deben escribirse con inicial mayúscula. Estos usos son elementales, y se aprenden en los grados intermedios de la educación primaria; sin embargo, por frivolidad o en el peor de los casos por desconocimiento, muchas personas, incluidos profesionales de la comunicación social y de la educación, no las usan de forma adecuada.

Los nombres de países, regiones, continentes, ríos, montañas y otros accidentes geográficos, deberán escribirse con inicial mayúscula: Acarigua, América, Amazonas, Extremadura, Tegucigalpa, así también cuando el artículo forma parte del nombre: El Vigía, El Tocuyo, El Salvador, La Habana.

Si el sustantivo que acompaña a los nombres del lugar forma parte del topónimo, ambos deberán llevar inicial mayúscula: Ciudad de México, Ciudad Alianza, «Ciudad Gótica». Si ese no es el caso, se escribirá, por ejemplo: río Magdalena, cerro La Cruz, bahía de Cata, el morro de Chacopata, etc. La excepción en estos casos es que el nombre esté al principio de un párrafo, para lo cual regirá la regla correspondiente.

También deberán escribirse con inicial mayúscula los tratamientos especiales y nombre de profesiones y oficios si están abreviados: Dr. (doctor), Abg. (abogado), Sr. (señor), Cap. (capitán), etc. Cuando se escriben con todas sus letras, deberán ir con inicial minúscula.

Sobre este caso ocurre que algunos redactores, sobre todo los que trabajan en entes gubernamentales, más que por adulación que por otra cosa, escriben; por el ejemplo: «Por instrucciones del General Perico de los Palotes, hoy habrá revisión al parque de armamento»; «El Doctor Juan Currutaco dijo que el caso será resuelto en el transcurso de la venidera semana»; «El Alcalde Fulgencio Esparragaza entregó sillas de ruedas durante una jornada social en el barrio La Lucha»; «El Abogado Juan Trucupey renunció al cargo de secretario de la ABP».

Son típicas anotaciones de periodistas mediocres, acostumbrados a la adulación, al palangrismo y a otras actuaciones que empañan el noble oficio de la comunicación social.

Para cerrar esta entrega, que no es un tratado sobre el uso de las letras mayúsculas y minúsculas, sino un breve repaso, es prudente recalcar que los días de la semana, los meses y los gentilicios se escriben con inicial minúscula: lunes, martes, miércoles; julio, agosto, setiembre; español, guanariteño, venezolano.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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