Córdoba. Paseos de ayer y de hoy

En una breve visita a Córdoba con motivo de asistir al Festival de la Guitarra, decidí emplear las mañanas en visitar cosas de la ciudad que no había conocido antes. Es decir, nada de volver a la Mezquita que he visitado decenas de veces, nada de Alcázar de los Reyes Cristianos, aunque sí parte de la Judería, la menos turística, excepto por el restaurante Casa Pepe o El Caballo Rojo, templos del buen comer cordobés.

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Córdoba: Sotos de la Albolafia con la Mezquita al fondo

Esta vez mis visitas estuvieron determinadas, incluso a nivel de descubrimiento, por la ubicación de mi hotel, en la calle Jesús y María, que baja desde la Plaza de Las Tendillas hasta la Mezquita. Calle peatonal y entoldada. El buen vivir se practica en Córdoba desde los tiempos de la Bética.

Fue un descubrimiento el Alminar de San Juan, único resto restaurado exteriormente de lo que fue una mezquita datada entre finales del emirato y principios del califato, hacia mediados del siglo IX y principios del  siglo siguiente. En el Museo Arqueológico de Córdoba se conserva una placa según la cual la mezquita habría sido construida por el cadí Umar ben Hadabas en tiempos de Abd- Al – Rahman II.  Es Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico-Artístico desde 1931 y, como se encuentra en el centro histórico de Córdoba, es también Patrimonio de la Humanidad. De momento no es visitable el interior, pero están en ello.

Mayor sorpresa fue descubrir que donde estuvo la mezquita hubo una iglesia bajo la advocación de San Juan de los Caballeros de Jerusalén, desde los tiempos de Fernando III, a partir de 1236. De ahí el nombre del alminar o minarete.

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Córdoba: Alminar de San Juan, iglesia de las Esclavas del Sagrado Corazón

Pero aún me esperaba otra sorpresa al entrar en la iglesita actual que nada tiene que ver con la del siglo XIII.  O mejor dicho antes de entrar, en el porche veo la fotografía de una guapa jovencita que resultó ser una imagen muy joven de Santa Rafaela María Porras Ayllón, fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, beatificada por Pío XII en 1952 y canonizada por Pablo VI en 1977.

Ella y su hermana Dolores, niñas bien, cultas, guapas y ricas, hubieran pasado desapercibidas para la historia de no haber sido por la tempranísima vocación de Rafaela. Su vida estuvo llena de vicisitudes, como la de casi todos los fundadores o reformadores, tuvo problemas dentro y fuera de la orden, que la llevaron a abandonar sus responsabilidades, cedérselas a su hermana y refugiarse en la casa que había fundado en Roma, donde vivió en el olvido durante treinta años y donde falleció en 1925. Pues bien, la iglesia, antigua mezquita, sita en la bonita Plaza de San Juan, resultó ser la primera sede de las Esclavas del Sagrado Corazón. No sé si la iglesia o el personaje de Rafaela María transmiten emoción.

Museo Arqueológico de Córdoba

El Museo Arqueológico de Córdoba, tras una agitada historia por distintas sedes, se ubicó de forma definitiva en el Palacio de los Páez de Castillejo, en la Plaza de Jerónimo Páez, bajo cuyo suelo se encuentra la totalidad del Teatro Colonia Patricia Corduba, parte del cual puede verse en el sótano del edificio de nueva planta construido en los años 2001 a 2011, fecha de su inauguración, por el equipo de arquitectos Pau Soler Serratosa.

La crisis paralizó las obras de restauración  del Palacio de los Páez, joya renacentista. En la actualidad solo se puede ver el patio frente a la entrada. La crisis terminó, pero la financiación sigue paralizada. El museo es de titularidad estatal.

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Córdoba: Afrodita. Arriba, Mitra de Cabra

Según información recabada en el museo, en el recorrido expositivo se muestra el 1 % de los fondos, extraordinarios, sin duda. Las colecciones de cerámica neolítica, numismática andalusí, escultura, con piezas como el Mitra de Cabra, única del tema mitraico en la Península Ibérica, la Afrodita agachada, el Hermafrodita de bronce, la máscara del dios Pan, lápidas funerarias, sarcófagos tardorromanos, paleocristianos y visigodos. La mayor colección de mosaicos después de Roma, todo ello en un bien organizado recorrido expositivo.

Y es que Corduba fue capital de la Bética y cuna de personajes tan universales como Lucio Anneo Séneca, quien tentado por la metrópolis romana tuvo la desgracia ya anciano de coincidir con Nerón Claudio César Augusto Germánico, quien acabó agradeciéndole los servicios prestados dejándole elegir su muerte. Él eligió la muerte dulce. Desangrado.  Nueve siglos más tarde, Kurtuba fue la ciudad–prodigio de toda Europa en el siglo X.

La Plaza de Jerónimo Páez, además del Palacio Museo, cuenta con fuentes, hermoso arbolado, bancos para descansar, tiene en una de sus esquinas una casa en la que vivió el pintor cordobés Julio Romero de Torres, a poca distancia de la Plaza del Potro, donde está su museo. Frente al Arqueológico se encuentra el palacio neomudéjar de Casas Altas, al fondo de un patio exterior, hoy en día Plaza de Elie Nahmias, un rico judío que lo compró para pasar temporadas en su querida Córdoba.

La Plaza del Potro es sin duda una de las más populares de Córdoba, aunque no esté entre las más visitadas, a pesar de tener el Museo Julio Romero de Torres, el Museo de Bellas Artes y sobre todo la famosísima Posada del Potro que data del siglo XV y que a lo largo de su historia ha sido prostíbulo, casa de vecinos y posada hasta 1972. En 2005 el Ayuntamiento de Córdoba la rehabilitó como Museo del Flamenco y Casa de Antonio Fernández Fosforito, cantaor cordobés.

Me impresionaron dos salas, la dedicada a Fosforito, en la que se pueden escuchar sus cantes a la carta y la destinada a una auténtica historia del flamenco, cante, toque y baile, desde el siglo XIX hasta nuestros días. En el patio un tablao, donde regularmente se ofrecen espectáculos flamencos.

La Posada del Potro está mencionada por Cervantes en el Quijote, por Francisco de Quevedo, por Pío Baroja en La feria de los discretos y por Ildefonso Falcones en La mano de Fátima.

Dedico una mañana a bajar caminando desde la mezquita a la Torre de la Calahorra, atravesando la Puerta del Puente (Bab–al-Qantara) y el puente romano sobre el Guadalquivir, donde a modo de islotes están a su derecha los Sotos de la Albolafia, una pequeña reserva natural donde anidan unas 120 especies de aves, algo sorprendente en poco más de dos hectáreas. Y también la noria más famosa de oriente y occidente.

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Córdoba: mural del monje Nicolas y Abderramán III

No conocía el museo que contiene la Torre de la Calahorra, que está dedicado a mostrar documentalmente la convivencia entre las tres culturas, musulmana, hebrea y cristiana en tiempos del Califato, cuando Kurtuba era un emporio mundial de artes y ciencias, contaba con un millón de habitantes, centenares de mezquitas, bibliotecas y baños públicos, los hamman, (cuando en la Europa cristiana era pecado lavarse) y una universidad, que se sepa la primera en Europa, que no era meramente un centro de estudios coránicos como algunas madrasas actuales, sino el mayor centro de estudio e investigación europeo en medicina, cirugía, filosofía que incluía la aristotélica, teología, gramática, matemáticas, geometría, cartografía, astrología, cosmografía, el álgebra creación arábigo–musulmana, literatura, poesía, música, arquitectura, ingeniería del agua…  A Córdoba acudían sabios de todas partes, como también algunos de sus sabios tenían que emigrar, como los casos sonoros de Averroes y Maimónides, ya en tiempos de Taifas.

Destacan en las distintas plantas y salas del museo el intercambio y transmisión de saberes interculturales. La relación entre Averroes e Ibn Arabi con los modelos de pensamiento que Al–Andalus heredó del mundo clásico, la tradición aristotélica y la búsqueda de la verdad a través de la razón, contrapuestos al misticismo del joven Arabi, su legado al Islam. Los ingenios y avances científicos en cirugía ocular, instrumentos quirúrgicos para la extirpación de cataratas de Abu Cassis y otros.

El origen de la Escuela de Traductores de Toledo de Alfonso X el Sabio se encuentra en la simbiosis de la helenización por parte musulmana con el pensamiento hebreo por vía de su literatura y por la transmisión de los hebreos de la filosofía y ciencia andalusí al mundo cristiano. En Toledo se tradujeron al latín obras clásicas griegas y andalusíes y los textos sagrados de las tres religiones. Ahí trabajaron intelectuales árabes, cristianos y judíos. Otro caso pionero en la Europa del siglo XIII. Las Tablas Alfonsíes, auténticas cartas de navegación, se crearon con la intervención de astrónomos y cosmógrafos árabes. En el museo están representados en efigie, Averroes, Maimónides, Ibn Arabi y Alfonso X.

En la sala palatina, un enorme mural representa la visita del monje Nicolás enviado por el emperador de Bizancio a petición de Abderramán III, para traducir un manuscrito griego desaparecido desde la antigüedad, la Materia Médica de Dioscórides. Entre otras cosas desvelaba un polifármaco antídoto de cualquier veneno. Gracias a este hallazgo el Califa se salvó de una mordedura de serpiente.

En otras salas, maquetas de la Alhambra como evocación del paraíso gracias a las obras de ingeniería del agua que convirtieron el Cerro de la Sabica en un vergel. Y la maqueta emocionante de la Mezquita de Córdoba, tercera en extensión del mundo islámico, (Mecca y Kairuán) antes de que un cardenal flamenco ignorante mandara destruir la parte que ocupan una capilla de coro y una capilla mayor. Me pregunto por qué a esos escasos elementos se los llama catedral, una catedral es algo muy distinto. Repito, la maqueta de la mezquita tal como era antes de una pequeña intervención cristiana en el siglo XIII y de la gran intervención del siglo XVI, con sus arcos abiertos al exterior, revela cómo fue la conocida como Meca de Occidente.

Artesanías califales
Casa-Museo del Guadamecí Omeya

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Córdoba: arbol de la vida guadameci

Otra sorpresa. Había visto cordobanes y guadamecíes en varios lugares de Córdoba, pero nada que ver con los trabajos que hacen en esta casa, trabajos únicos porque se hacen cien por cien a mano, como entonces, por lo que no hay dos piezas iguales. Esta casa ha sido visitada entre otros por los reyes eméritos y el regalo de bodas de la ciudad de Córdoba a los Príncipes de Asturias, Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, se hizo en esta casa. Un árbol de la vida cuya fotografía es una cortesía de los artesanos Ramón García Romero y José Carlos Villarejo García, artistas investigadores de las técnicas califales suntuarias que se realizaban en Córdoba en el siglo X. En la corte Omeya había especialistas en elaboración de guadamecíes que se hicieron famosos en el mundo por su belleza. Se trataba y se trata de plasmar en cuero motivos florales y geométricos. El trabajo consistía en dorar las pieles para luego policromarlas y ferretearlas para uso exclusivo de casas importantes y palacios.

Una visita que me ha transportado a la Córdoba califal. Pero no solo esta Casa-Museo. Toda la Córdoba histórica, Patrimonio de la Humanidad, está llena de huellas de aquella Kurtuba. Calles más o menos estrechas, peatonales, calles tranquilas, sin ruido que altere la privacidad individual. No hablo de las casas con patio jardín que se exponen cada mes de mayo. Es que toda esta Córdoba está llena de casas con su reja y su patio–vergel abierto al exterior. Una calidad de vida que he comentado con los fotógrafos cordobeses del Festival de la Guitarra y me han dicho que no es una impresión pasajera mía, es que en Córdoba se respira este tipo de calidad de vida.

He dejado mi última mañana para dedicarla al Centro de Creación Contemporánea de Andalucía o Museo de Arte Contemporáneo de Córdoba, al otro lado del Río Grande, cruzando el Puente de Miraflores. Ya el edificio, un diseño del matrimonio de arquitectos  Enrique Sobejano y Fuensanta Nieto es la mejor obra de arte que alberga el museo, digno de un Premio Pritzker. La fachada que mira al río es mediática, es decir, cuenta con sistemas de iluminación y video para proyectar imágenes. De hecho, las aperturas de esa fachada recuerdan a un caleidoscopio.

El interior es una sucesión de espacios diáfanos articulados para crear ambientes diversos. Un diseño a propósito de un Centro de Creación Contemporánea, donde según me informan solo hay un espacio de exposición permanente, el de Yoko Ono, Para ver el cielo, una performance conceptual ¡que no deja ver el cielo! al menos como se entendería del modo físico. El resto son instalaciones temporales.

Con el nombre de Procesos, un taller de diseño de mobiliario dirigido por Juan Cuenca y María Aguilar, que presenta diez obras, en realidad procesos creativos de diez diseñadores, con bocetos, dibujos y maquetas, considerado como una experiencia inédita en el ámbito andaluz.

En el espacio Autorretratos, de José Iges, el espectador tiene que hacer su trabajo de descubrimiento personal para verlos, algo muy interesante y divertido que al mismo tiempo pone a prueba la agilidad mental y nivel cultural de cada uno. Compatibiliza lo analógico con lo digital, donde el sonido se convierte en un objeto. Sesenta miniaturas sonoras de un minuto para concretar sus referentes intelectuales y afectivos. Además el Fondo ilusorio de espejos, refleja al propio espectador en su recorrido. Hay que verlo y vivirlo.

El Sueño de la Aventura de Leonor Serrano Rivas basado en la experiencia literaria de Roger Caillois  explora escenarios como el teatro, la arquitectura y el movimiento.

El artista islandés Ragnar Kjartansson presenta en formato de video monocanal El Hombre, un retrato del músico de blues Pinetop Perkins, filmado en una granja en las afueras de Austin, Texas. Una casa en estado de semiabandono en un paisaje prototípico norteamericano con la voz de Perkins en el estilo musical de blues del delta, música con origen en la Gran Depresión, mientras la silueta en movimiento de un negro aparece, se aleja y desaparece en una performance de representación y acción interconectadas.  Las palabras aquí dicen poco, la experiencia visual es lo que cuenta.

Una deliciosa mañana que precedió a los conciertos de Ricardo Gallén con su impresionante solo de guitarra clásica y en la hora duende, el concierto de la guitarra flamenca de Tomatito y la voz de aguardiente del cantaor  José Mercé. Dos de culto.

Teresa Fernandez Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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