De España

Culminación inédita de mi ¿Qué eres España?

España es un país de países habitado por expertos en todos los saberes, habitado por ignorantes isocráticos, nada peripatéticos. España es un país de países con paisanos que van al grano, sin marear perdices, ni comerlas, porque ya se sabe eso de que la historia de España es una historia que termina mal, aunque, bien visto, esa es una majadería como tantas, una majadería poética de poeta demasiado importante.

España es un país de países, una nación de nacionales de todas las clases, es un alegato permanente que se odia y se acicala para los cielos de los patriotas o se arrumba inquieta para los infiernos de los díscolos. España es una república que heredan los Borbones por las buenas cada vez que desisten o se mueren; es un asunto de tahúres zurdos y diestros, de melenudos sin sexo y de acémilas escuálidas, es poco más que un futuro inscrito en una bola de cristal oscuro con aristas históricas.

España es una cartografía de mapas en blanco y negro, de aquellos de las películas de García-Berlanga para todos los púbicos, un almibarado enjuague de vinagre hambriento hecho de pescozones dados a mala hostia, un chiste mal contado una y otra vez, sin gracia pero con el acicate de las venas en flor.

España es una sardana de faralaes con jotas y chotis de cuero español a la sazón, un césped de estadio soleado en directo, algo fenomenal según se mire o abyecto y torpe si nos ponemos a olerlo jactanciosos de nuestro saberlo todo, eso tan español como las blasfemias más magníficas del universo humano.

España fue una España de homo antecessors, una España sin españoles, sin topónimos, una España en minúscula, crepuscular, microscópica e insignificante, una España de cuando todo era pasado, una España de cuyo nombre no puedo acordarme.

Fue una España de Austrias, una España de hostias, muchas hostias, siempre en guerra, a veces, muchas, consigo misma, una España que no podíamos adivinar ni en Ampurias ni en Cádiz ni en Atapuerca ni en Medina del Campo, una España de Caballé y Mercury a grito pelado, manteniendo el tipo antes del proceso procesal de los procesados.

España fue capaz de prohibir dos veces, dos, a Serrat, una España cuyos dueños aún no han superado el síndrome de Estocolmo, una España de arrebato y sosiego, una España que fue, es y es y fue, una España en la ONU y en la UE y en la OTI, una España diseminada e inseminada.

Fue una España a una nariz pegada, la nariz del olor de los plutócratas y sus tiburones, la nariz del dolor y el trauma que nunca se queda en su sitio antiguo, marchito, derrotado quizás para siempre.

España de trigo y maíz y alforjas, de láminas de acero y vías de tren, España azul y blanca y negra y roja y España, drogada y embalsamada y dragada, España de pescadores y de ganaderos y de goles y de guadañas.

España con abejorros y con golondrinas, con ratones y pastorcillas, con asesinos y cabras, España aburrida y alegre, ensimismada y gritona, muy gritona, viva la muerte y viva yo y vivan los míos y Viva España y las caenas y las cantantes.

España en minúscula, ESPAÑA a lo grande, libre, múltiple pero única, inconfundible España, surcada por todos y vencida por ti misma, alondras y ballenas, España dibujada en los mapas y desaparecida del mundo, oculta y europea y americana, ibérica y peninsular, de islas e islotes y cordilleras, meseteña y ribereña.

España sin españoles y España con españoles, hombres, mujeres. ¿Qué diantres eres, España? Yo te lo dije en un libro.

¿Qué hay en la historia de España que huele a cadáver?

Anticlericales y ultramontanos, republicanos y fascistas, antiguos y modernos, viejos y más viejos y más viejos, patriotas y mentirosos.

Hay en la historia de España odio y hay hambre y ansia e ignorancia, hay belleza desprendida de rocas amargas, brillan estrellas con nombre de mujer muerta, surcan océanos de palabras que nadie sabe leer, se escuchan lamentos de músicos sin ritmo, podemos oler el aroma de los cañones y su trueno, hay fiesta y hay futuro de lava.

En la historia de mis antepasados estoy yo, están mis hermanos y mis padres y mis hijos, están las mujeres que amaron y las que amarán, están los hombres que dominaron la Tierra, los charcos de sangre y las páginas amarillas, hay mamelucos y sarracenos y godos del este y cantan romanos en la Bética, cantan piratas y balleneros vizcaínos, está mi abuelo cántabro y su hollín de barco de altura, mi abuela soriana y su pelo como el de mi hija, estoy yo cuando se quemó el Buen Retiro, hay tarraconenses en el pasado de estas tierras de terráqueos y gentes de Cartago y de la Grecia de las cabras.

Hay siempre en España quien todo lo sabe, que nada ignora, dueños de su propia ignorancia ignorante, hay analfabetos que inventan refranes, gentes de campo y gentes de más campo, gentes de un mundo ya extinguido que dominó el planeta, hay reyes y más reyes y más reyes, hay en esta España un futuro hecho de los días del pasado hambriento, un irredento no querer ser español y serlo a tope, un me duele España y un por qué fracasamos contumaces y ávidos, un renegar de no querer ser lo que no se es

Hay en cada español un carné de identidad marcado con agua, hay días que fueron y que se desvanecen en un porvenir sinestésico, hay un olor a cadáver que acaba por resultar familiar, quedan las cunetas y la guerra que acaba siempre por escupirnos, guerras civiles a porrillo y el gol de Iniesta, hay una canción de Nino Bravo que me recuerda el olor del mar, hay montes y hay maquis muertos que cantan Rascayú, hay un dictador moribundo y atroz.

En España hay memoria de lo que seremos, hay idiomas que se gritan muy bien, hay carne y hay huesos y hay almas de plomo, pero yo después de todo esto… sigo sin saber por qué la historia de España huele a cadáver, así que seguiré durmiendo el sueño del presente.

Haz el esfuerzo España,
o lo que seas,
estrena tu pasado
ahora mismo,
contémplalo anómala,
endurecida desde este futuro
de piedra y vértigo,
ilumina tus días negros,
los de las guerras
tan civiles ellas,
tan cainitas como hipérboles,
traza líneas entre tus españoles
para unirlos y separarlos,
para refulgir como trapecios
convalecientes de una red,
arriesga España lo que no tienes,
sé una vez más lo que no eres,
ese vacío estelar inconmovible,
el de los patriotas equivocados,
ese refugio fronterizo de maleantes
pero también un lugar risueño
e irrisorio y fornidamente escuálido,
encarámate sobre tus ruinas
y grita una vez más:
ahí me las den todas.

Este texto es una reescritura de algunos de mis poemas dedicados a España (más uno de ellos, tal cual) y me gustaría creer que es la culminación de mi libro ¿Qué eres, España? (Sílex ediciones, 2017).

José Luis Ibáñez Salas
Editor de material didáctico para diversos niveles educativos en Santillana Educación, historiador y escritor. Director de la revista digital de divulgación histórica Anatomía de la Historia, es autor de El franquismo, La Transición, ¿Qué eres, España?, La Historia: el relato del pasado y La música (pop) y nosotros (publicados los cinco libros por Sílex ediciones), fue socio fundador de Punto de Vista Editores y escribe habitualmente relatos (algunos de los cuales han aparecido en el blog literario Narrativa Breve, dirigido por el escritor Francisco Rodríguez Criado) y artículos para distintos medios de comunicación, como la revista colombiana Al Poniente o las españolas Nueva Tribuna, Moon Magazine y Analytiks. Tiene escrita una novela y ha comenzado a escribir otras dos.

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