De firmas y fichajes

La Fundación del Español Urgente (Fundéu) señala que es costumbre ante la que ya nadie respinga el que los futbolistas engalanen sus brazos con toda suerte de tatuajes. Más cuesta imaginar, en cambio, a todo un presidente de un club deportivo, tan encorbatado por lo común, persiguiendo a jugadores y entrenadores estilográfica en ristre para plantarles un autógrafo en los bíceps, esto es, para firmarlos.

Y, sin embargo, a juzgar por algunas noticias aparecidas en los medios de comunicación, parecería que Florentino o Cerezo —por ofrecer nada más que un par de ejemplos— han plasmado su rúbrica en muchas pieles: «El Madrid firmó a Varane, que podría estar capacitado para jugar más de una década en el Santiago Bernabéu» o «El Atlético firma a Simeone hasta 2017».

Firmar es ‘poner su firma una persona’ y, tal como indica el diccionario de María Moliner, un deportista puede firmar o fichar por un equipo, mientras que el equipo o su presidente ficha o contrata al jugador mediante un documento firmado por ambas partes.

Así pues, lo apropiado en los casos anteriores habría sido escribir «El Madrid fichó a Varane…» y «El Atlético contrata a Simeone hasta 2017», o «Varane firmó por el Madrid…» y «Simeone ficha por el Atlético hasta 2017».

¿Y los árbitros? Por curiosidad, los señores de negro ¿firman o fichan? Pues depende: si lo que se quiere expresar es que el trencilla no ha dado pie con bola en todo el partido, podrá afirmarse que «Pérez Lasa firmó una actuación nefasta»; pero, si un colegiado vigila a un jugador leñero, se dirá que lo tiene fichado, es decir, que lo mira «con prevención y desconfianza», de acuerdo con el Diccionario académico. Cuestión distinta es si lo mira así por lucir semejantes tatuajes.

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