“Día de lluvia en Nueva York”, aplausos para el mejor Woody Allen

«Es el género de película que uno degusta en cada minuto, como antaño con ‘Annie Hall’, ‘Días de radio’, ‘Manhattan’, ‘Balas sobre  Broadway’. Ese humor tierno, esos sentimientos vacilantes, ese baile de desprecios, es Woody Allen concentrado con un toque de absurda magia”
(François Forestier, NouvelObs)

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“Día de lluvia en Nueva York” (A Rainy Day In New York), la película que hace el número cincuenta de las escritas y dirigidas por Woody Allen, es una comedia romántica sobre dos jóvenes universitarios que pasan un fin de semana muy especial en Nueva York.

Timothée Chalamet («Call me by your name»), Elle Fanning («Mary Shelley»), Selena Gómez («Spring Breakers»), Jude Law («El talento de Mr. Ripley»), Diego Luna («Rogue One: Una historia de Star Wars») y Liev Schreiber («Spotlight»), protagonizan esta refrescante comedia agridulce, profundamente neoyorquina, aparentemente una historia ligera y divertida con tintes “pijos” sobre una burguesía muy reconocible en sus parejas, aspecto en el que Woody Allen sigue siendo un maestro a los 83 años, que le permite demostrar una vez más su enorme talento para contar fábulas de personajes normales a quienes suceden “cosas normales” (un amor, un devaneo, una distracción, una aventura…).

Nostálgica y también optimista, “Un día de lluvia en Nueva York” es una película bañada de melancolía, una mirada tristemente divertida sobre el mundo de hoy, y lo que queda del de ayer; una historia del tiempo que pasa, de una jornada en la que se manifiestan el pasado, el presente y el futuro incierto. Un día, al finalizar el cual todos habrán experimentado un cambio. Nostálgica y también optimista.

Gatsby (Timothée Chalamet) y Ashleigh (Elle Fanning) son estudiantes en una universidad pequeña y de escaso prestigio. Gatsby procede de una rica familia neoyorquina, Ashleigh es la hija de un rico empresario de Arizona. Los dos desembarcan en Nueva York par un fin de semana.

La chica ha quedado con un realizador de cine, va a entrevistarle para el periódico de la universidad. Gatsby le prepara un programa ideal para enseñarle su ciudad: cena, piano bar, paseo en coche de caballos. Gatsby es un romántico. Desafortunadamente nada sale como estaba previsto y los dos van a vivir toda la jornada en paralelo. Volverán a encontrarse al amanecer, ella desnuda bajo un impermeable, él horrorizado por las confesiones de su madre

Repudiado por la industria cinematográfica estadounidense, y por muchos actores, a causa de las persistentes acusaciones de abuso sexual mantenidas por Dylan, una de las hijas adoptivas que comparte con Mia Farrow, un Woody Allen en plena forma–que acaba de terminar su película 51 en Guipuzcoa- vuelve siempre nostálgico a su querido Manhattan en un día del otoño de 2017, para ofrecernos esas veinticuatro horas de una especie de vodevil sofisticado, que recuerda mucho el mejor cine de Hollywood de los años 1940,  en la vida de dos jóvenes que se buscan, se encuentran y se pierden en una suerte de azarosas peripecias. Al final, como siempre, es la ciudad de los edificios enormes construidos sobre los sueños de millones de personas, la auténtica protagonista de esta novela casi rosa de encuentros y desencuentros.

En “Un día de lluvia en Nueva York” recuperamos al Woody Allen de los mejores diálogos, de las frases que suenan como proverbios (“La auténtica vida es para la gente que se conforma con poco”), al crítico de los psicoanalistas, del matrimonio (Gatsby llora en los entierros y las bodas “por las mismas razones”), de los periodistas (“el oficio más viejo del mundo”); se burla de la burguesía neoyorquina a la que ha pertenecido toda su vida, de la incultura de la juventud americana  (Asleigh adora a los realizadores europeos “como Kurosawa”); el Woody Allen que utiliza el humor para abordar los temas más trascendentales, como las relaciones familiares o amorosas, la cobardía o la hipocresía.

Y también recuperamos al Woody Allen excelente director de actores (que en esta ocasión ha encontrado además unos excelentes actores).

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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