Don Gil de las calzas verdes: para entender la actualidad más pícara

¡Pero es que hay otra? Me refiero a la actualidad. Lo cierto es que Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina, con sus postureos, sus disfraces, sus desdoblamientos y sus cambios constantes de personalidad, se entiende cada día mejor a medida que nos adentramos en el tiempo viéndolo como un auténtico genio precursor.

tirso-gil-calzas-verdes-poster Don Gil de las calzas verdes: para entender la actualidad más pícaraY sin embargo, este Don Gil de Tirso entronca con aquella tradición medieval -ya consagrada por el romancero- en que una mujer para salvar su honor o simplemente para realizarse como persona, había de disfrazarse de hombre y marchar a la gran ciudad. Aquí va de Valladolid a Madrid, y con esta rivalidad se jugaba, pero hay otro atractivo más fuerte aún que entonces como ahora operaba de manera dramática: la mujer con su disfraz de caballero obtenía unos resultados eróticos sobre las damas, como ningún caballero auténtico podía lograr; y con esto también se juega, y mucho. Sobre todo porque esta mujer exitosa es un auténtico don Juan.

Por todo esto, la obra que ayer vi representada es todo un acierto y espero que un éxito.

Se han cumplido más de cuatrocientos años del estreno de Don Gil de las calzas verdes en julio de 1615 en el Mesón de la Fruta de Toledo, hoy Teatro Rojas, y la idea de este estimulante proyecto surge en el marco de ‘Ensayando un clásico’, promovido por la Fundación del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro y dedicado en su primera edición a La mujer en Tirso.

En este Don Gil, convención, ritmo, códigos, enredos, amores, celos y teatro se aúnan servidos por un ‘Ensamble’ de seis actores con espíritu ‘bufo’ salidos de la Comedia dell’Arte, que se enmascaran en los personajes principales, satirizando y alimentando esta sucesión alocada de sucesos.

El montaje se ha propuesto asombrarnos y divertirnos como entonces a través de esta intrincada trama que sin embargo sirve perfectamente a las tres actrices y los tres actores, para clarificarla con sus versos, risas y embelecos, con el pícaro Caramanchel de Maestro de Ceremonias. Las estampas del Madrid de la época que se muestran como fondo son encantadoras de contemplar y evocadoras de espacios inmensos que ya no existen, pues Don Gil se sitúa en un espacio-tiempo ‘atemporal’ con elementos de época que nos acercan el clásico pero respetando la moral del XVII para no restar fuerza a la comedia.

Argumento:

Doña Juana se ha trasladado de Valladolid a Madrid disfrazada de hombre para buscar a Don Martín, quien, después de darle palabra de matrimonio, se fue a Madrid con el falso nombre de Don Gil de Albornoz para casarse con Doña Inés. Así, con la intención de recuperar a su prometido, toma el nombre de Don Gil, que siempre va vestido con calzas verdes e intenta enamorar a Doña Inés, prometida de Don Martín. Pero todo se complica con la multitud de falsos papeles que tienen ir adoptando los personajes.

  • Dramaturgia – Alberto Gálvez
  • Dirección – Hugo Nieto
  • Música original – Miguel Magdalena
  • Vestuario – Paola de Diego
  • Escenografía – Hugo Nieto
  • Iluminación – Felipe Ramos
  • Reparto – Sara Moraleda, Natalia Erice, Jorge Muñoz, Maria Besant, Samuel Viyuela, Rafa Maza
  • Fecha de la función comentada: 16 de septiembre de 2017
Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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