Ecuador del Gobierno PP: realidades frente a promesas

Cuando llegamos al ecuador del Gobierno del Partido Popular convendría prestar atención a una frase que dijo alguien bien entendido en la cosa política en su día: “Presta atención al político que menos te prometa. Será el que menos te defraude cuando gobierne”.

Este aserto, aplicable a cualquier Gobierno ya sea central, autonómico o municipal, cobra especial relevancia en los momentos actuales en nuestro país, ya que a la altura de nuestros días, y tras dos años del presidente Mariano Rajoy como inquilino de La Moncloa, la realidad que estamos viviendo choca frontalmente con unas promesas que al parecer se las llevó el viento, pero que expuestas en aquel momento sirvieron para ganar unas elecciones, si bien la realidad de hoy se ha encargado de desmentirlas con la contundencia de los hechos.La ciudadanía recordará, y los periodistas conservamos como material en nuestros apuntes, aquellas grandilocuentes frases del hoy presidente Mariano Rajoy haciendo una serie de promesas a cual más sensata y contundente, al parecer: “Le voy a meter la tijera a todo, excepto las pensiones, la educación y la sanidad”, “mantendré el poder adquisitivo de las pensiones”, “yo no voy a hacer el copago”, “jamás habrá un banco malo”, “no daré un euro a la banca”, “cerraré la mitad de las empresas públicas”, etcétera, etcétera.

Pero, ¿qué queda a estas alturas de todas aquellas promesas hechas por el presidente Mariano Rajoy, cuando nos encontramos en el ecuador de su legislatura? Frente a aquellas promesas, realidades contantes y sonantes, y son habas contadas: el Gobierno le ha metido la tijera, cuando no el hachazo, a las pensiones, porque están perdiendo poder adquisitivo, por mucho que el Ejecutivo diga lo contrario; la educación pública y gratuita va a la baja, con la eliminación de profesorado, aumento de la ratio en las aulas, pérdidas de becas, disminución de ayuda para comedores, mientras que la enseñanza pública-concertada gana terreno; en la sanidad se está privatizando la gestión, preparando el terreno para proyectos de mayor envergadura. En Madrid, por ejemplo, los tribunales han paralizado de momento la privatización de la gestión de varios hospitales, si bien es solo un acto momentáneo.

En cuanto al dinero a la banca, no se trata de un euro, sino de más de 41.000 millones lo que ya ha puesto del Gobierno, de los cuales unos 21.000 millones han ido a salvar a Bankia, esa ruina de la que el señor Rodrigo Rato era el máximo responsable. Y ese dinero va a salir de donde siempre, de los contribuyentes, de nuestros impuestos, por mucho que digan otra cosa. Los otrora rimbombantes banqueros se autoimpusieron indemnizaciones millonarias de euros, en algunos casos, mientras los dasahucios, preferentes engañosas y otras argucias del sistema bancaria han campado por sus respetos sin que la justicia haya sido digna de tal nombre.

Mientras todo esto sucede, la realidad del país es la que es, y como periodista corresponde plasmarla tal cual, sin paños calientes: hoy tenemos más de un millón de parados más que cuando llegó al poder el Partido Popular y ahora ya, tras dos años de Gobierno, no pueden cometer la insensatez de echar las culpas a la “herencia recibida”, tótem con el que intentan camuflar todos los males propios. Las clases más desfavorecidas, la clase trabajadora van a la baja, mientras la clase media, también trabajadora, está desapareciendo, muchos de cuyos miembros ya frecuentan los comedores de caridad, como estamos viendo a través de los medios de comunicación. Una organización nada sospechosa de tremendista o izquierdista como es la eclesiástica Cáritas ha dejado patente que las personas en situación de pobreza severa viven con menos de 307 euros al mes, al tiempo que su número se ha incrementado en más de un millón de personas desde la llegada del actual Gobierno al poder. Pero curiosamente mientras todo esto sucede, en el otro lado de la balanza están los ricos, los llamados millonarios, que según el informe anual de riqueza que publica la entidad helvética Credit Suisse han aumentado un 13%, llegando en estos momentos a 402.000 personas. Al parecer, a ellos les va mejor que nunca.

Quedan dos años de Gobierno, y el Ejecutivo tiene puesta sus esperanzas en la reforma fiscal que le ministro Montoro llevará a cabo de cara a 2014 y 2015, con la mirada puesta en las próxima elecciones, que al parecer es lo más importante. Pero eso es futuro mientras que el presente, hoy por hoy, es que el otrora Estado de Bienestar que los españoles construyeron durante tantos años con su esfuerzo es hoy pura fantasía, sueño de un pasado, al tiempo que ha habido recortes salariales tanto en el sector público como en el privado, algunos salvajes; los sueldos permanecen congelados en muchos sectores, las pensiones han perdido poder adquisitivo y nuestro país se encuentra endeudado hasta cifras que sonroja escribirlas. Son datos frente a promesas, que se pueden cotejar con la realidad de los hechos.

Según el viejo diccionario María Moliner del uso del español, mentir es “decir cosas que no son verdad para engañar”, “decir una cosa por otra, hacer creer, inventar, novelar, faltar a la verdad…”. No seré yo el que falte al respeto al señor presidente del Gobierno llamándole mentiroso, pero gramaticalmente hablando su Gobierno deja bastante que desear, por lo que el consejo de un cínico les vendría al pelo: “Di de cuando en cuando la verdad, para que te puedan creer de vez en cuando…”.

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha seis libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», y «Memoria Histórica. Para que no se olvide». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

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