El mundo de Català-Roca

Un libro y una exposición traen a la actualidad la obra de uno de los grandes fotógrafos españoles

Catala-Roca-Obras-maestras-La-Fabrica El mundo de Català-RocaEl hecho de que la editorial La Fábrica dedique el segundo volumen de su colección Obras Maestras a Francesc Català-Roca (el primero estuvo dedicado a Henri Cartier-Bresson) supone en sí mismo un reconocimiento a la categoría de este fotógrafo que atravesó el siglo XX documentando para la historia algunas de las escenas que reflejan de manera deslumbrante los diferentes ámbitos de la España del siglo XX. Este volumen y una exposición que puede verse hasta el 12 de enero en el Círculo de Bellas Artes de Madrid son como el homenaje que el mundo de la cultura nacional debía a una figura cuya obra está al mismo nivel que la de los grandes de la historia de la fotografía.

UN AUTODIDACTA VOCACIONAL

En los años 40 del pasado siglo un hombre recorría incansablemente la geografía española pilotando una vieja vespa cargada con varias cámaras y todo el utillaje de un equipo de fotografía. Su trabajo consistía en inmortalizar en imágenes los escenarios y las gentes de un país que sufría las precariedades de una posguerra especialmente cruel. Trabajaba por encargo de la editorial Destino, que con sus fotografías publicaba unas guías cuyo objetivo era el de dar a conocer a los españoles la riqueza paisajística y monumental del país. Con el tiempo, las fotografías de esas guías se han convertido en uno de los más formidables testimonios de la sociedad española del siglo XX. Ese fotógrafo se llamaba Francesc Català-Roca (1923-1998), y durante esos años tomó miles de instantáneas que la editorial publicaba acompañadas de textos de grandes escritores de la época. “Guía de Cataluña” (con textos de Josep Pla), de “Cuenca” (César González Ruano), de “Madrid” (Juan Antonio Cabezas), de “Mallorca, Menorca e Ibiza”, de “Galicia”, de “Castilla la Nueva”… Además retrató a la sociedad española en sus costumbres, sus fiestas y sus ritos. El Camino de Santiago, las Fallas, la Semana Santa, la tauromaquia, el incipiente turismo en la Costa Brava… y preservó para la posteridad rincones y oficios desaparecidos, en obras como “Carrers de Barcelona” o “Salineros de Ibiza”. Documentó la historia del arte y la cultura en “La Sagrada Familia (su primer libro, 1952), “Los campanarios de España”, “Historia de l’art català”, “La arquitectura de los años 50 en Barcelona”, “Arte ibérico y arte romano en España”… títulos de volúmenes cuyas fotografías han circulado después por periódicos y revistas de todo el mundo.

Francesc-Catala-Roca El mundo de Català-Roca
Francesc Català-Roca, autorretrato

La afición de Català-Roca por la fotografía nació con él mismo, porque su padre, Pere Català i Pic, era un prestigioso fotógrafo de estudio de la ciudad de Barcelona y un cartelista admirador del constructivismo ruso. El niño Francesc tuvo su primera cámara de fotos a los siete años y a los doce ya trabajaba como ayudante en el taller de su padre mientras estudiaba dibujo en la Escuela de Bellas Artes de La Llotja, que tuvo que abandonar pronto. Esta inicial formación y la lectura de una monografía de Man Ray que su padre tenía en casa, le descubrieron una visión inédita de la fotografía, lejos de la ortodoxia de los estudios y las técnicas del momento. A pesar de su admiración por el fotógrafo surrealista, a quien conoció en 1936, su trayectoria siguió unos derroteros diferentes, que le llevaron a tener un estilo propio, muy próximo al hiperrealismo de Cartier-Bresson. Durante la guerra civil colaboró con la Generalitat mientras seguía trabajando con su padre, al que ayudó a elaborar el famoso cartel propagandístico “Aplastemos el fascismo”, en el que se ve un pie que pisotea una cruz gamada (fue Francesc quien había hecho esta cruz con barro cocido). En esos años fue colaborador de Josep Sala y participó en el rodaje del documental “L’Espoir” de André Malraux, que despertó su interés por este género, que practicó en paralelo a la fotografía. El cierre del taller de su padre tras la guerra civil hizo que se dedicase a fotografiar cadáveres (una actividad muy frecuente en los primeros años de la fotografía, cuando los familiares querían mantener en imágenes el recuerdo permanente de sus seres queridos) y pinturas de artistas, hasta que en 1948 consiguió instalar su propio estudio. Mientras tanto, experimentaba con nuevos enfoques y nuevas perspectivas, con las que conseguía resultados inéditos y sorprendentes, como la fotografía al monumento a Colón en Barcelona, tomada en un picado inédito para el que utilizó una caña con la que sostenía la cámara atada a su extremo. Su dedicación a la fotografía de obras de arte le dio la oportunidad de conocer a grandes creadores del momento: Tapies, Dalí, Guinovart, Chillida, Gargallo… y sobre todo a Joan Miró, de quien se hizo amigo íntimo. Catalá-Roca fue el único fotógrafo al que Miró permitía permanecer en su estudio y tomar fotos mientras el pintor trabajaba. Fue Miró quien le pidió que fotografiase sus cuadros para la edición de un libro en los Estados Unidos y quien le llevó como fotógrafo a su visita a las cuevas de Altamira y a su primer viaje a Tokio en 1970. A Miró y su obra, de quien hizo más de 5.000 fotografías en 40 años, dedicó Català-Roca libros como “Miró i Catalunya” o “Miró escultor”. Fue él quien hizo la última fotografía del artista poco antes de su muerte.

ENTRE EL ARTE Y LA FOTOGRAFÍA SOCIAL

A pesar de que es autor de algunos fotorreportajes de gran impacto, como el de la llegada de los prisioneros de guerra de la División Azul al puerto de Barcelona en el buque “Semiramis” en 1954, o de sus trabajos para “Revista” en los años cuarenta o sus colaboraciones en “La Vanguardia” y “Gaceta Ilustrada” en los ochenta, Català-Roca no era un fotoperiodista. Su obra se sitúa en el marco de una fotografía social testimonial con caracteres de obra artística, a pesar de que él siempre trató de “desartistizar” (sic) la fotografía. Català-Roca buscaba elevar lo particular y lo efímero a categorías arquetípicas y trataba de captar la autenticidad de la vida en la expresividad de lo cotidiano, huyendo de la ortodoxia y utilizando con gran imaginación las tomas en picado y contrapicado, la profundidad de campo y los contrastes entre luces y sombras, que marcaba con gran precisión. Siempre quiso unificar la estética de la imagen con la semántica de sus contenidos, por eso decía que sus fotografías estaban más cerca de la literatura que de las artes plásticas porque con cada una de ellas pretendía contar una historia.

Aunque hizo casi toda su obra en blanco y negro, Català-Roca no sólo no renunció a hacer fotografía en color sino que defendía el color en la fotografía y experimentó con él. Tomó muy temprano, en 1941, su primera fotografía en color: un cadáver que había recibido un tiro en una mejilla. En los años setenta publicó “Artesanía latinoamericana”, su primer libro de fotografías en color. Decía que el blanco y el negro de la fotografía son dos colores falsos, porque no existen en la realidad. En sus últimos años dedicó al color una gran parte de su trabajo.

En 1983 fue galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura (fue el primer fotógrafo al que se concedió este premio). Desde finales de los ochenta visitó varias veces Nueva York para exponer allí sus fotografías. Publicó sus memorias “Impresiones de un fotógrafo” en 1995, año en el que apareció también “Fotografías a-cromáticas”, una recopilación de su obra en blanco y negro. Sus dos hijos son quienes ahora gestionan un patrimonio fotográfico que supera los 200.000 negativos. Murió el 5 de marzo de 1998. Su última fotografía la hizo desde la cama del hospital, enfocando la ventana por la que se colaba una luz espectral.

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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