El rastro de la libélula: Giordano Merisi novela sobre los trapos sucios del fútbol

El rastro de la libélula es el título de una novela policíaca que, con nombre fingido, publican dos escritores apasionados de las intrigas policiales y amigos de explorar los trapos sucios en lo más blanco, por ejemplo el deporte rey, por ejemplo el Real Madrid.

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Y tal es el subtítulo con el que dotan a su novela, “Asesinato en el Real Madrid”, cuyo argumento es el siguiente:

“Jerónimo Contreras, el último niño mimado del Real Madrid, se salta un par de entrenamientos justo antes de un Clásico. Nadie le ha visto en tres días y la atención mediática se centra en la búsqueda del delantero colombiano. Todos quieren saber dónde está, incluido Giordano Merisi, un periodista italiano afincado en Madrid y avezado en intrigas deportivas que está trabajando en la biografía del entrenador merengue, Eduardo Castro».

De la noche a la mañana, Merisi se ve metido de lleno en un juego, inofensivo al principio pero muy peligroso después, que lo terminará llevando a un recorrido que nunca hubiera imaginado por los agujeros más sombríos del llamado deporte rey.

El rastro de la libélula es una novela sobre los trapos sucios de las estrellas del deporte y la impunidad que les rodea. Un thriller que quizás se parezca mucho al mundo en que vivimos.

El thriller, que inaugura una saga policíaca publicada por Grijalbo, es uno de los libros más esperados del 2020. Presentado en la librería La Sombra, de Madrid, el acto fue guiado por el experto italiano en fútbol Marco Cicala, con quien tuvimos ocasión de charlar en el brindis de una manera poco convencional.

Giordano Merisi es el pseudónimo de un autor que se gana la vida escribiendo sobre fútbol, y de su agente. O sea, Giordano Merisi son dos. Ambos son amantes de la literatura, la poesía y la buena cocina. El nombre de cada uno, aunque no es secreto, no tiene mayor importancia. O eso quieren ellos.

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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