¡Es irrelevante!

Para las personas que se dedican a escribir sobre temas gramaticales y lingüísticos, es agradable saber que hay mucha gente que se preocupa por mejorar su expresión escrita y oral, especialmente comunicadores sociales y educadores, que están en la obligación moral, e incluso legal, de escribir bien y de hablar de mejor manera. A pesar de que la gama de impropiedades es amplísima, hay cada día un creciente interés por disipar las dudas y por deshacerse de lo inadecuado.

Ese creciente interés es una evidencia de que el trabajo por procurar mejoras en la forma de comunicarse, no ha sido en vano, lo cual por supuesto, es una gratificación para quienes ocupan su tiempo en esos menesteres, entre los que me cuento.

Ahora, cuando esa preocupación de diaristas y docentes se basa en el desconocimiento y en la ignorancia, es bastante lamentable. Ocurre que algunas personas, luego de haber recibido nociones elementales de gramática o de otra disciplina afín, se arrogan la autoridad de dictar cátedra y de corregir a todo aquel que ellos consideren ignorante. Se pasan el tiempo buscando errores en donde no los hay. A ellos pudiera llamárseles «espontáneos del idioma», pues eso de escribir y de hablar bien no es su fuerte. Se dedican a porfiar y jamás argumentan nada.

En muchas ocasiones he dicho que no pretendo ser catedrático del idioma español, pues solo soy un aficionado del buen decir, aunque no podrá considerárseme espontáneo en estos menesteres, en los que llevo casi treinta años.

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Academia Colombiana de la Lengua

Hace algunos días Giovanni Iaboni, amigo y colega locutor venezolano, me planteó su inquietud acerca de un cuestionamiento que sin argumento válido le hizo recientemente un espontáneo del idioma, sobre el vocablo relevante y su variable irrelevante. El personaje en cuestión sostiene la tesis según la cual, las formas correctas son «relievante» e «irrelievante».

Conozco la historia del aludido ciudadano, a quien le valoro su relativo manejo de la expresión escrita y oral y el hecho de haberse formado profesionalmente, luego de varios años de su llegada de Colombia para actuar en Venezuela, como narrador de fútbol profesional. Se graduó de licenciado en Comunicación Social, y más tarde de abogado, aunque ambos oficios no los ha desempeñado con regularidad. En su necio empeño de imponer su «creación» lingüística lleva casi treinta años; pero no ha tenido éxito, pues cada vez que lo intenta, fracasa, dado que no puede argumentarlo, por la simple y sencilla razón de que esa palabra solo existe en su imaginación. La usa de manera regular para alardear de gran conocer de gramática y de lingüística, de lo que sabe muy poco.

Ha dicho que en Colombia es común y corriente que en casi todos los estratos sociales se habla de relievante y no de relevante, lo cual me atrevo a negar, con base en los contenidos informativos que a diario publican los medios de comunicación de esa nación. Es justo reconocerlo: se esmeran por el buen uso del idioma, aunque a veces exageran. Puede ser que en algunas regiones de Hispanoamérica haya pequeños segmentos en los que por desconocimiento u otras razones digan «relievante» en lugar relevante; pero de ahí a que sea la generalidad, hay un abismo. En Venezuela, curiosamente, varias personas que están ligadas con el acontecer educativo y cultural, dicen «diferiencia» en vez de diferencia.

Es prudente recalcar que las palabras no las crea la Real Academia Española, sino el pueblo hablante, por necesidad expresiva. Si la palabreja «relievante» fuese común y corriente en Colombia, la docta institución ya la hubiese incluido en su registro lexical y la habría etiquetado como un colombianismo.

Relevante, según el DLE, es sobresaliente, destacado, importante, significativo. De relieve, el mismo diccionario muestra varias acepciones, que aluden a lo que sobresale, con lo que no debe haber ninguna duda.

Es posible que el defensor de «relievante» crea que, como la malhadada palabra está más cerca fonéticamente de relieve, sea la correcta; pero no es cierto, pues por disimilación, asimilación u otros fenómenos fonológicos, debe ser relevante. Es el mismo caso de diciembre y de año, de lo que derivan decembrino y anual, respectivamente, y no «diciembrino» y «añual». ¡Ojalá no se le ocurra otra invención!

A todas esas, no debe haber dudas, temores ni confusiones, pues el sentido común y el buen gusto imponen el uso de relevante, que es lo correcto. Lo demás es necedad, o en todo, caso irrelevante. ¡Así de sencillo!

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

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