El exceso del déficit, o las huellas de un fracaso

De “herencia envenenada” ha titulado algún medio de comunicación la noticia de la desviación del déficit de 2015 que conocíamos el 31 de marzo de 2016. Una desviación que se fue al 5,16 % del PIB, cuando lo previsto por el gobierno de Mariano Rajoy, ahora en funciones, era del 4,2 %. Con semejante desviación, si España quisiera cumplir debería reducir el déficit en 23.600 millones de euros, algo que podrían llegar a pagar nuestros nietos.

Ante semejante situación, lo que ha quedado claro es, por una parte, el fracaso de este Gobierno, mientras que por otra ya no puede echar la culpa a otros y tirar de la tan manoseada coletilla de “la herencia recibida” del precedente Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, político que para algunos ha sido el peor Presidente que ha tenido nunca España. Porque los datos conocidos son de ahora, dados a conocer por el Ministerio de Hacienda del ministro Cristóbal Montoro, datos que indican que las administraciones públicas de nuestro país gastaron el pasado año la friolera de 55.725 millones de euros más de lo que ingresaron, y de ahí el elevado déficit.

Un ministro al que le faltó tiempo para echar la culpa de la desviación del déficit a las Comunidades Autónomas, porque “algunos no han hecho los deberes”. Siempre resulta socorrido poder echarle la culpa a otros para intentar lavar la imagen, pero lo datos son los que son. Es cierto que dichas CC.AA. también han errado en el gasto, pero sin olvidar que fue el Gobierno central el que tomó medidas erróneas en el año electoral con una rebaja impositiva electoralista en busca de votos. El señor ministro no puede obviar que la mayor desviación del déficit ha correspondido a la Seguridad Social, que depende directamente de la gestión del Gobierno del que forma parte. Una Seguridad Social en la que en el año 2011 los ingresos y los gastos estaban equilibrados, y en la que el Gobierno de Zapatero dejó una hucha de 70.000 millones de euros, mientras que el del señor Rajoy nos deja un agujero de 15.000 millones; es decir, tiritando, y con nueve millones de pensionistas palpándose las carnes.

Otro dato que queda patente tras conocer la desviación del déficit es que este Gobierno, ahora en funciones, con el presidente Rajoy a la cabeza y acompañado de sus expertos ministros de Hacienda y Economía, Cristóbal Montoro y Luis de Guindos, han mentido a Bruselas y nos han mentido a los españoles, ya que ellos eran conscientes de la situación, por mucho que intentaran tirar balones fuera augurando una estabilidad de los números insostenible. Bruselas no se lo creyó nunca, y así se lo hizo saber una y otra vez, por lo que el ministro de Asuntos Económicos de la Comisión Europea, Pierre Moscovici, ya advirtió en su día del posible incumplimiento, a lo que contestó el Ejecutivo español acusando a la Comisión Europea de utilizar políticamente el caso español.

Si siempre se ha dicho que el agua pasada no mueve molino, hay que advertir que este agua del déficit, en forma de tromba, sí va a mover el presente y el futuro de nuestro país, ya que la economía es la piedra angular que sostiene todo el andamiaje. Con unos presupuestos generales del Estado aprobados de antemano el año pasado, con más de 23.000 millones de déficit a los que hay que hacer frente, el margen de maniobra resulta a todas luces escaso. En este sentido, si es cierto que necesitamos un Gobierno de forma urgente después de más de 100 con España en el limbo político, no lo es menos que ese Gobierno, sea del color que fuere, debe ser sensato, consciente de la gravedad por la que atraviesa el país, y dejarse de florituras y frases biensonantes y demagógicas que, como flores silvestres, agarran hasta en barbecho, pero con estériles resultados.

Tal vez por ello, y por lo que nuestro país se juega, la desviación de este déficit ha puesto en alerta a los partidos PSOE, Ciudadanos y Podemos, que podrían llegar a formar Gobierno, cosa difícil, pero no imposible, si sus responsables tienen la altura de miras de hombres de Estado. Los responsables económicos del PSOE y Ciudadanos, Jordi Sevilla y Luis Garicano, ya están tratando el tema del déficit, y lo que se nos viene encima, conscientes de que algunas de las medidas propuestas no se podrán llevar a cabo, porque más allá de los 7000 millones previstos en gasto social, “no habrá muchas alegrías más”, en palabas de Jordi Sevilla.

Por su parte Podemos ha rebajado los primitivos 90.000 millones de aumento del gasto que presupuestaba para sus políticas a 60.000 millones, pero eso era antes de conocer la actual situación. Por ello sería deseable que, con la que está cayendo, dejaran la posible conquista del cielo para un poco más tarde, porque lo que urge aquí en esta tierra llamada España es un Gobierno que desde el primer momento se ponga a trabajar y les diga a los ciudadanos las cosas claras, sin mentirles, para poder salir adelante. Ya lo hizo Churchill cuando les dijo a los británicos con un país destrozado por las bombas nazis que solo les podía ofrecer “sangre, sudor y lágrimas”, y éstos lo entendieron.

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha seis libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», y «Memoria Histórica. Para que no se olvide». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

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