Colección Masaveu: Del Románico a la Ilustración

Con 63 obras de los siglos XII al XVII de la Colección Masaveu,  el Centro Cibeles de Cultura y Ciudadanía del Ayuntamiento de Madrid, en su labor de “Mecenazgo al servicio del arte”,  ha instalado en sus espacios expositivos una muestra de obras maestras. La Colección Masaveu es un caso paradigmático del coleccionismo empresarial que surge en los siglos XIX y XX, alternativo al coleccionismo nobiliario desde el Renacimiento. La calidad, número y heterogeneidad de sus fondos sitúan a la Colección Masaveu  entre las mejores de España.

Santa Ana, María y Jesús

Con esta exposición la Fundación Mª Cristina Masaveu Peterson lleva a Madrid siete siglos de arte , esencialmente pintura y escultura, muebles, tapices y un sinnúmero de piezas de artes decorativas y suntuarias.

En palabras del Comisario de la exposición, Ángel Aterido: “La Colección Masaveu constituye uno de los conjuntos artísticos privados más relevantes de España, fruto de la vocación coleccionista de varias generaciones familiares hasta la actualidad. En esta exposición se presenta una selección de las piezas más importantes del núcleo inicial de la colección, enfocado a las artes figurativas desde la Edad Media hasta el inicio de la Edad Contemporánea. Fundamentalmente se trata de obras españolas aunque incluye también excepcionales muestras de procedencia italiana y flamenca.

Siguiendo una disposición cronológica la muestra ofrece un recorrido por la historia del arte a través de piezas de gran valor. Debido al ambiente cultural en el que fueron creadas, se trata en su mayoría de pinturas y esculturas de tema religioso. Esto permite apreciar la evolución en la forma de presentar estos contenidos, en su plasmación artística y en la transformación de su mensaje a lo largo de los siglos.

San Antonio Abad y un donante

Por ello se ha escogido como argumento para su presentación, la materia de la que están hechas las imágenes. Al tiempo que las formas de expresión cambian, así los diversos materiales fueron determinando la apariencia y las características físicas de estos magníficos recursos visuales. Su presentación conjunta invita a establecer diálogos y nuevas relaciones entre los testigos de un tiempo detenido. Se trata de obras que también son reflejo del gusto y el afán coleccionista de quienes las reunieron”.

La muestra se ha organizado en tres secciones cuyo argumento básico se localiza en el subtítulo de la muestra: «Materia e imagen». Éste se desarrolla por medio de un recorrido cronológico, a fin de potenciar sus posibilidades didácticas y trasladar el sentido de cambio en la representación icónica. Estas transformaciones expresivas y técnicas se pueden rastrear a lo largo de las  tres secciones  en las que se divide el espacio expositivo: 1. De madera y oro

Dedicado al Románico y al Gótico. Entre la Edad Media y los albores del Renacimiento, la madera servía de soporte preferente a las imágenes. En tablas y tallas los artistas transformaron la leñosa consistencia vegetal en la apariencia de Cristo, la Virgen o los santos. En un tiempo en el que las representaciones se reservaban para el culto, el oro dotaba de una luz sobrenatural a muchas imágenes de la divinidad. Fue incorporado como elemento de fuerte significado simbólico.

En esta sección ambos materiales son los predominantes, con la única excepción de la pieza más antigua, con la que se inicia el recorrido: una pequeña placa de marfil del taller real de San Isidoro de León.

La mayoría de las piezas medievales de la Colección Masaveu corresponden al periodo gótico. En esta selección predomina la pintura, aunque se han incluido esculturas polícromas muy representativas de los tipos devocionales más extendidos, como el gran Calvario del siglo XIII o la Virgen sedente del siglo XIV.

En cuanto a las tablas, la importancia de la pintura valenciana y catalana del siglo XV en los fondos de la colección permite seguir su evolución desde el gótico internacional a la tradición hispanoflamenca. Todas ellas proceden de retablos e incluso se presenta un pequeño retablo prácticamente completo. Por su parte la pintura castellana se ciñe al periodo final del siglo XV, con obras que en ocasiones anticipan ya el cambio renacentista abandonando los fondos áureos.  2. Entre el Gótico y el Renacimiento

En la frontera de los siglos XV y XVI se produjo la convivencia de las formas y materiales medievales con una nueva estética inspirada en la antigüedad clásica.

Mientras que la madera se mantuvo como soporte preferente de la pintura hasta bien entrado el Renacimiento, el oro fue cediendo paso al color. La definitiva implantación del óleo como técnica pictórica y las necesidades de una sociedad cada vez más urbana acabarían de transformar el uso de las imágenes y finalmente eclosionaría el fenómeno del coleccionismo.

En el caso español, los elementos góticos perviven más allá de la cronología tradicional determinada por el modelo italiano. Esto provocó la coexistencia de ambas líneas en paralelo, pero también la creación de interesantes fusiones según el origen y la trayectoria de los artistas. En la Colección Masaveu se conservan ejemplos muy significativos de importantes maestros de ese momento de la pintura, en torno a 1500, en Castilla y la Corona de Aragón. Como contrapunto, facilitando la comparación con el modelo del Renacimiento del norte de Europa, se presenta una exquisita selección de pinturas flamencas y alemanas.

Las esculturas seleccionadas se circunscriben al ámbito castellano. En ellas se puede registrar el paso de una gravedad todavía gótica y, precisamente, de clara inspiración flamenca a principios del siglo XVI, hasta la asimilación completa de la monumentalidad clasicista ya en la segunda mitad de la centuria.

El Expolio, El Greco

Todas las pinturas de este apartado están realizadas sobre tabla, a excepción de Santa María Magdalena, de El Greco. Eso significa que, en su mayoría, fueron piezas de altar o formaron parte de un retablo.

Las nuevas prácticas devocionales de la Contrarreforma y su control sobre la producción de las imágenes cristalizan en las obras de Luis de Morales, Esturnio y El Greco. El dramático cromatismo del cretense, nacido de su devoción por la pintura veneciana, marca un magnífico preámbulo de la evolución de la pintura en el siglo XVII.

El arte de los Países Bajos venía siendo bien conocido en la península ibérica, tanto en escultura como en pintura, desde finales del siglo XIV. Desde el principio del Renacimiento su demanda se mantuvo y prolongó hasta finales del siglo XVI, gracias al patrocinio de los Habsburgo.

La Colección Masaveu posee un grupo excepcional de obras noreuropeas de principios del siglo XV. El tríptico de Joos van Cleve y el pequeño tondo del Maestro de la Leyenda de la Magdalena, muestran los usos devocionales más extendidos, a diferencia del mundo satírico y fantástico de Hieronimus Bosch. También es excepcional la utilización política del Antiguo Testamento, como en la tabla de Mathis Gerung, que narra de forma sutil  la situación política centroeuropea tras la historia de Judit.

Mathis Gerung, Campamento de Holofernes

En la pintura de la segunda mitad del siglo XVI se impuso definitivamente la representación de un espacio reconocible y realista. Las imágenes tenían que hacerse más accesibles al fiel y así el oro se vio desplazado por las leyes de la perspectiva.

En un último espacio de esta sección se han reunido obras de artistas que trabajan en ese periodo en Valencia, Castilla y Andalucía. El carácter narrativo y simbólico del tríptico de Cristóbal Llorens contrasta con el misticismo de los santos de Luis de Morales y El Greco, los ecos del arte de Miguel Ángel Buonarroti en las contundentes anatomías de los Cuatro Evangelistas y el auge definitivo de la iconografía de la Inmaculada en la pintura de Esturnio. La versión reducida de El Expolio que El Greco pintó para la catedral de Toledo, muestra magníficamente su arrebatado cromatismo de carácter veneciano. Marca un magnífico preámbulo de la evolución de la pintura en la España del siglo XVII.

3. El triunfo del lienzo

Los siglos del Barroco suponen la imposición de la pintura de caballete, utilizando el lienzo como soporte. En ese momento el auge del coleccionismo acabó por reemplazar la estimación de los valores artísticos como sentido inicial de muchas imágenes religiosas. La Colección Masaveu reúne obras de ambos tipos, seleccionándose para esta sección un conjunto concentrado en la pintura del siglo XVII, con piezas de los siglos XVIII y XIX que comparten el mismo espíritu. El inicio es especialmente intenso, con obras naturalistas italianas y españolas que dan testimonio de las diferentes vías por las que se llegó a esta visión tan  cercana de la realidad. Orrente, Cavarozzi, Vicente Carducho y José de Ribera abren paso a la obra de Francisco de Zurbarán, quien recoge el violento contraste de luces de los seguidores de Caravaggio.

A través de Zurbarán también se ilustra el cambio sufrido en el segundo tercio del siglo XVII. Su Inmaculada está impregnada de la luz y el movimiento que sus contemporáneos llevarían al más exacerbado dinamismo. En contrapunto, el polifacético Alonso Cano muestra un sereno clasicismo que traslada también a la escultura. La riqueza de los fondos de la Colección ha permitido hallar una talla de su discípulo Pedro de Mena, que hace visible la conexión de concepto entre ambos.

Murillo, Virgen con Niño

Entre los maestros del barroco destaca un grupo de tres pinturas de Murillo y una selecta representación del arte en la corte de los últimos Austrias, en las que se despliegan la pincelada deshecha y el movimiento del pleno barroco. Por último, la prolongación de algunos cánones barrocos en el siglo XVIII y en los albores del XIX, modificados por la estética cortesana y después por la enseñanza académica, son reflejados aquí por esculturas en madera, una magnífica vitela de uso devocional y un gran cuadro de altar de Vicente López.

Las pinturas de Murillo dan paso al último espacio, en el que la pintura barroca andaluza se entrelaza con la cortesana y con dos ricas tallas levantinas. Especial protagonismo tiene la serie de los Cinco sentidos del taller de Juan de Arellano, en la que se unen alegorías con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. Este juego entre lo religioso y el mundo sensible convierte la exposición en una auténtica metáfora Ficha de la Exposición.

  • Lugar: Centro Centro Cibeles de Cultura y Ciudadanía.
  • Fechas: 29 noviembre 2013 a 25 de mayo 2014.
  • Organizadores:
  • Fundación Mª Cristina Masaveu Peterson
  • CentroCentro Cibeles de Cultura y Ciudadanía
  • Comisario: Ángel Aterido.
  • Artistas:  Joan Reixac, Jaume Bacó Jacomart, El Bosco, El Greco, Francisco de Zurbarán, Matthis Gerung, Joos van Cleve el Viejo, José de Ribera, Vicente Carducho, Alonso Cano, Pedro de Mena, Bartolomé Esteban Murillo, entre otros.

Vídeo de presentación:

Horario:

  • Martes a domingo, de 10h. a 20h.

Venta de entradas:

Teresa Fernandez Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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