Fauves, el triunfo de la fantasía

La Fundación Mapfre presenta en Madrid su gran exposición de otoño, una completísima retrospectiva dedicada al movimiento Fauve, primera gran vanguardia artística del siglo XX, sucesor de los impresionismos, paralelo al primer Expresionismo y antecedente del Cubismo. Un movimiento efímero -1905 a 1907 – pero de enorme trascendencia en el devenir de la pintura del siglo pasado.

Con el título Los fauves: La pasión por el color, esta retrospectiva compuesta de ciento veinte obras, es el resultado de dos años de trabajo, que ha conseguido la contribución de más de ochenta prestadores de museos en su mayoría franceses, otra mayoría de colecciones particulares, museos alemanes, suizos e ingleses y norteamericanos.

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Henri Matisse. «Académie d’homme» 1902.  Musée Cantini, Marsella. Successsion H. Matisse/VEGAP/2016

La muestra hace un seguimiento desde el largo periodo preparatorio gestado en el estudio del pintor simbolista Gustave Moreau en la Escuela de Bellas Artes de Paris, a partir de los años noventa del XIX por sus jóvenes alumnos Henri Matisse, Georges Rouault, Albert Marquet, Henri Manguin y Charles Camoin, hasta los dos años clave del auge del fauvismo en sus diversos entornos; el post fauvismo y los años de bifurcación a otros movimientos hasta 1910.

Moreau fue el primero en animar a su grupo de alumnos, al que pronto se sumaron los jóvenes Jean Puy, André Derain y Maurice de Vlaminck, a  buscar la expresión y la autonomía pictóricas a través del color. Todos ellos jóvenes entusiastas que amaban la experimentación con los colores puros y que se inspiraron en las pinceladas de la última pintura de Van Gogh, Gauguin y Cézanne, los más atrevidos de esos años en París. Jóvenes que pintaban en grupo a menudo, creando motivación y estímulo, como se ve en los estudios de desnudo, naturalezas muertas y escenas de interior de este periodo preparatorio, en los que comienza a mostrarse el eclecticismo, la intensidad y la audacia del sentimiento que los animaba en sus descubrimientos. Esto fue el Fauvismo anterior al Fauvismo, reflejado en la primera sección de la exposición.

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Retrato de André Derain por Henri Matisse 1905.Succession H. Matisse/VEGAP/2016. Tate, London 2016

El fauvismo no fue un movimiento homogéneo. Fue más bien un encuentro transitorio entre un grupo de jóvenes artistas independientes, unidos por vínculos tanto de amistad como de otra visión del arte contemporáneo. Acabaron con los problemas de la luz que tuvieron los impresionistas y post impresionistas, se movieron entre el realismo y el futurismo. Para Matisse, líder del grupo,  fue una búsqueda de algo que estaba más allá del divisionismo que aún practicaba a principios de 1905. Para todos ellos un gran momento en sus vidas. Tuvo su momento exultante entre 1905 y 1907, cuando el color alcanza todo el protagonismo, cuando toda composición parte del color, cuando se rompe cualquier barrera entre la línea y la forma. Y cuando el color es pura intuición que transforma todos los objetos.

Nació para la historia en el Salón de Otoño de 1905, causando asombro y sin duda un gran revuelo. Fue el crítico de arte Louis de Vauxcelles quien dio nombre y categoría al movimiento en ese momento: “¡Donatello entre fieras salvajes!”(fauves) refiriéndose a la intensidad nunca vista de los colores salvajes, violentos entre alguna escultura renacentista. Hubo críticas agrias por parte de quienes nunca aceptan lo nuevo, pero al mismo tiempo fue un éxito para los fauves entre una sociedad en constante cambio bien dispuesta a aceptar algo que los representaba. Arte de gran pureza e inmediatez que aún sorprende por su imprevisibilidad, por la ausencia de reglas que hasta entonces habían estado presentes en la pintura. Su impacto fue y sigue siendo extraordinario, sobre todo por haber abierto las puertas a otras vanguardias, particularmente al expresionismo y cubismo.

Los fauves se retratan

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Retrato de Henri Matisse por André Derain 1905. André Derain/VEGAP/Madrid 2016. Tate, London 2016.

La segunda sección de la exposición es una muestra de la cohesión de grupo, los vínculos y protagonismo mutuo que hubo entre ellos, retratándose en numerosas ocasiones. Hay composiciones en que se representan unos a otros pintando, realzando así su identidad grupal. Además de la amistad, reflejan una autodefinición, tanto de pertenencia al grupo como de su propia individualidad. En los retratos cada artista refleja sus experimentos, sus aspiraciones, en lo personal y en lo artístico. Un ejemplo de esto lo tenemos en el retrato que Derain hace de Matisse en el verano de 1905 en Collioure. Ahí está el respeto que le inspira su mentor, varios años mayor que él, con su mirada penetrante y las pinceladas azules y rojizas que resaltan la expresión. Y el de Matisse a Derain, el mismo verano, donde la frescura y energía de su modelo se resaltan mediante intensos contrastes a base de pinceladas rápidas que crean una gran impresión de movimiento. Las personalidades e identidades quedan reflejadas en los autorretratos, que patentizan los experimentos con el color como vía de expresión. Una galería de trece retratos y autorretratos, entre 1899 y 1905 que constituyen toda una declaración de principios. Destacan los dos mencionados procedentes de la Tate Gallery de Londres.

Acróbatas de la luz y la fiereza del color

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Maurice de Vlaminck. Chaville, l’Étang de l’Ursine, 1905. Triton Collection Foundation. VEGAP Madrid 2016

Estas dos secciones representan los dos años de vida intensa del fauvismo y si hubiera que definirla con palabras propias estas serían, la fantasía del color como fuente de belleza y de la alegría de vivir. Todos venían desde estéticas anteriores; Matisse de un año entero de puntillismo divisionista influenciado por Signac; pero el verano pasado en Collioure con Derain es una búsqueda de nuevas experiencias, de combinaciones cromáticas que construyan la imagen. Derain en carta a Vlaminck habla de ejercicios de acrobacia a propósito de la luz. Ese mismo verano Camoin, Manguin y Marquet trabajan en Saint Tropez en cromatismos muy vivos, sobre todo en los efectos de contraluz. Vlaminck se queda en el entorno familiar de Chatou y Argenteuil donde había trabajado con Derain antes de la partida de este a Collioure. Sigue trabajando en los contrastes violentos de colores puros, hasta crear sensaciones perceptibles. Toda la obra de ese verano será la que presentarán en octubre al Salón de Otoño. A pesar de las críticas, una sociedad en cambio no podía hacer otra cosa que sentirse fascinada por una nueva estética que representaba la primera auténtica ruptura con todo lo anterior.

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Raoul Dufy. L’Estacade du Casino Marie Christine à Sainte Adresse, 1906. Milwaukee Art Museum, regalo de Mrs. Harry Lynde Bradley. VEGAP Madrid 2016. P. Richard Eells

El éxito de esta primera exposición fortaleció la identidad de los fauves. Volvieron a exponer juntos en noviembre en la galería de Berthe Weill; el éxito artístico repercutió en lo económico. Los coleccionistas Gertrude y Leo Stein y sobre todo los galeristas Vollard y Druet  patrocinaron al grupo. Los cuadros de Londres de Derain fueron un encargo de Vollard, cuyo resultado fue uno de los conjuntos más espectaculares del fauvismo. Vlaminck siguió pintando los paisajes de Chatou, derivando su pincelada hacia el expresionismo, a fin de construir un mundo nuevo, sensible, vivo y liberado con colores exuberantes y simplificación de volúmenes.

En 1906 se unieron al grupo los tres pintores de El Havre,  Raoul Dufy, Othon Friesz  y Georges Braque, que expusieron juntos en el Salón de los Independientes en la primavera de ese año. Matisse se consolidó como líder del movimiento con un solo cuadro La alegría de vivir. Sus compañeros del grupo Moreau iban matizando sus intensidades. Los de El Havre trajeron un soplo de aire fresco. Durante el verano trabajaron juntos Marquet y Dufy  pintando en la costa de Normandía; Braque y Friesz pintaron parte del verano en Amberes y el invierno en los alrededores de Marsella; la luz mediterránea les inspiró a producir brillantes pinturas de colores exacerbados y formas serpentinas, que gozaron de gran éxito en el salón de los Independientes de 1907. Volvieron al sur para realizar sus últimas obras fauve de estilo muy decorativo, destacando los tonos dorados de Braque y los arabescos de Friesz.

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Kees van Dongen, Femme nue blonde, 1906. David Nahmad, Mónaco. VEGAP Madrid 2016. Patrick Goetelen

En total setenta y ocho obras, muchas de ellas maestras en la exposición, del total de ciento veinte, en las dos secciones que representan los dos años de hermosísima vida efímera del fauvismo.

Senderos que se bifurcan

 La muerte de Cézanne en octubre de 1906 marcó paradójicamente el principio de la desbandada del grupo fauve hacia otras formas estéticas. Estuvo muy presente en sus comienzos y coincidencia o no supuso su fin.

Georges Braque. Paysage de Provence, L’Estaque, 1907. Colección particular, Alemania. VEGAP Madrid 2016

El redescubrimiento de su obra en la retrospectiva que se organizó tras su muerte, el hallazgo de la escultura primitiva, el impacto de Las señoritas d’Avignò de Picasso, fueron los detonantes de una pérdida de interés por el color en beneficio del dibujo y la forma. Proliferan las pinturas de bañistas de Matisse, Derain y Friesz; vuelve el mundo de la vida nocturna, con sus prostitutas, bailarinas, acróbatas del circo Medrano, sobre todo por Kees van Dongen, el último fauve y miembro de Die Brücke que mantiene los colores exaltados hasta 1910. El resto fueron alejándose de los conceptos fauve  entre 1907 y 1908. Como definió Matisse en una frase: Cada uno de nosotros rechazó la parte del fauvismo que consideró excesiva, cada uno según su propia personalidad para dar con una trayectoria propia. Él mismo evolucionó hacia un estilo decorativo. Derain, Dufy, Braque y Friesz regresaron a la estructura cézanniana de la naturaleza, lo que en el caso de Dufy y Braque derivó hacia formas geométricas y colorido apagado que ya apuntaban al cubismo. Paradoja que el fauvismo cézanniano llevase al nacimiento del cubismo. Cubismo, la ruptura total con todo lo anterior, otra vanguardia efímera a la que puso fin la primera guerra mundial.

Raoul Dufy, Usine à L’Estaque, 1908. Musée Cantini, Marsella. VEGAP Madrid 2016.Raphael Chipault y Benjamin Soligny

Hitos de la sección, el retrato de Marguerite de Matisse de 1907, absolutamente alejado del fauvismo. Las Bañistas de Derain, Manguin y Friesz; los de vida nocturna de van Dongen. Los precubistas de Dufy, Paysage de l’Estaque y Usine à L’Estaque, ambos de 1908 y Paysage de Provence, l’Estaque de Georges Braque de 1907, a un solo paso del cubismo.

  • Ficha de la Exposición:
  • Los Fauves: La pasión por el color.
  • Fundación MAPFRE. Paseo de Recoletos 23, Madrid.
  • Del 22 de octubre 2016 al 29 de enero 2017.
  • Comisaria: María Teresa Ocaña
  • Producción: Fundación Mapfre.
Teresa Fernandez Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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