Flamenco Madrid 2018: «Joyas» de la Jardiel Poncela

La intimidad y cercanía con el público de la sala Jardiel Poncela la hacen única. Casi se puede tocar con la mano a los artistas. Por eso su especialidad son los espectáculos de autor, espejos de intimismo. Hablaremos aquí de tres espectáculos, tres joyas artísticas: Tan solo de Manuel Reyes; Cantahora  de Rosario la Tremendita y Gema Caballero y de El arte de la ira y el amor de Pablo Rubén Maldonado.

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Manuel Reyes

Manuel Reyes, maestro de la danza clásica y flamenca, invita con Tan solo a la reflexión sobre los conflictos interiores a través de la gloriosa profundidad de su danza y con ella al paso inevitable del tiempo, sumergido en todo momento en la emoción, que es definitivamente lo que somos. Y en esa emoción le acompañan la  voz de Saúl Quirós, la guitarra de Claudio Villanueva y el violín de David Moreira.

Introducen al espectáculo los pies de Manuel Reyes en una pantalla también protagonista, en un zapateado por seguiriya mientras él hace yoga con una silla. Empieza como terminará: él solo. Y ya impresiona, con un cuerpo juncal del que parece nacer la danza con la naturalidad del elegido. De hecho esta es una frase de Manuel: Yo no elegí la danza, la danza me eligió a mí.

Con el violín es clásico, con la guitarra flamenco. Él sale de entre las sombras y baila o vive por tangos que llegan a la genialidad con su inigualable punta y tacón. Baila como para él, como en un ejercicio de clase magistral que deslumbra. Mientras, la voz  gitana de Saúl Quirós navega con sus letras por el tiempo milenario y sonoro.

Un Reyes Maya como es Manuel, de estirpe gitana flamenca, parece haber heredado y reunido en él todo el arte no solo familiar sino de toda la etnia gitana. De pies a cabeza, se vive cómo el movimiento va ascendiendo por su cuerpo, cómo se extiende a sus brazos, manos y dedos, cómo se concentra en las expresiones de su cara y culmina en su coronilla, sin esfuerzo, disfrutando y transmitiendo todas sus emociones.

https://youtu.be/Jj9aJvUt0V0

Canta Quirós: En el barrio de Triana ya no hay pluma ni tintero/ pa’scribirle yo a mi mare, que hace años que no la veo. El cantaor se rompe en este martinete y debla de Tomás Pavón, la guitarra y el violín cómplices en un dúo desgarrador y la punta y tacón del bailaor acentuando todo el compás, son de escalofrío gozoso.

Se sienta a una mesa, se hace compás con los nudillos mientras empieza recitando uno de esos poemas sobre los miedos…Aislado por mis miedos, aislado por mi ignorancia…se le unen los cantaores en un compás de 3 x 4 sobre la mesa…Luego se arranca a bailar por fandangos, clásicos con el violín, flamencos con la guitarra, enlazan con una rumba de ida y vuelta, es el momento festero que culmina con la conocidísima letra Y si no se le quitan bailando los dolores a la tabernera…Y se van tan contentos.

Un dúo de violín y guitarra hace un recorrido por músicas de aquí y del otro lado del charco y termina con el Gracias a la vida de Violeta Parra. Un exquisito dúo musical que precede al silencio profundo solo perforado por un impresionante solo de baile que Manuel llama La búsqueda de mi rincón, un solo danzado que es música, baile, compás, percusión y cuerpo glorioso más un momento en que también se acompaña de cante. No hay palabras para describir la maravilla de esta expresión artística tan flamenca y tan total. Una búsqueda que empieza a sentir el público de la sala que rompe en aplausos llenos de admiración y emoción.

Un Maestro, una certeza: No hay otro como él.

Cantahora: LaTremendita y Gema Caballero

Rosario y Gema, sevillana y granadina, muy jóvenes y sabias, se han reunido en un ejercicio de crecimiento creativo con el que han elaborado un discurso de universos propios. La Jardiel Poncela es ideal para esta Cantahora, pura creación intimista, cómplice, gozosa, única.

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LaTremendita y Gema Caballero

Dos polifacéticas, Gema cantaora de alante, estudiosa hasta lograr la identidad de su voz y timbre; investigadora de danza, directora musical; Rosario, cantaora, guitarrista, bajista, experta en compás. Todo suma en las dos, que ya apuntaron maneras aquí en Madrid en el espectáculo del Auditorio Nacional, Andalucía cantaora II  en trío junto a Rocío Segura. Nada de cantecitos con media hora para cada una, (como hacen los tríos de cantaores) no. Allí estuvieron, siempre juntas la hora y media en escena, con solos, dúos y tríos. En este Festival Flamenco Madrid que por algo lleva el slogan Con M de Mujer, han puesto en escena este espectáculo de largo recorrido, creativo, versátil, rompedor, lleno de humor y complicidad, que entre cante, toque y cante se ponen a hablar entre ellas o al público, creando esa escena tan tradicionalmente flamenca del patio de vecinos o de las cuitas entre comadres a la puerta de casa en verano, con un arte que no desmerece de los cantes y toques.

Ellas lo hacen todo, cante, toque, compás. No es solo lo que cantan, es como lo cantan y adornan de movimiento, cambiando continuamente de coreografía. Dos mujeres artistas capaces de crear un espectáculo completísimo, de primera categoría y alto calibre. Sin duda una de las joyas de la Jardiel Poncela, donde cada número va más allá de un tipo de cante, porque ellas crean una construcción musical en toda regla. Cantan por derecho pero nada suena tradicional y todo suena a gloria.

Introducen en el espectáculo las Bamberas, esa melodía del folklore andaluz convertida en palo flamenco por Pepe Pinto allá por los años treinta del siglo pasado y que convirtió en cante de referencia su esposa La Niña de los Peines. Un cante de celebración, por nanas, trilleras, caleseras o fandango. Aquí es una nana con la que Gema Caballero comienza el espectáculo.

La Tremendita se luce con la guitarra que a veces acompaña a su cante tan personal y a veces al cante de Gema. Lo mismo con el bajo eléctrico; cantan y cuentan historias, algunas tan espectaculares como la de la soleá, uno de los hitos de la noche, o unas sevillanas tan diferentes, preciosas, geniales. Rosario, en cada comienzo, marca con su instrumento el compás de lo que va a seguir, que hace decir a Gema a ver qué sale de la escala. Un modo bellísimo e inteligente de comunicar al público lo que van a oír a continuación.

Malagueñas, fandangos, tangos y tanguillos. Ellas transforman todo en creaciones personalísimas. Y cuando se sientan frente a frente sobre el cajón, cantando a dúo y haciéndose el compás, cambiando del cajón a las palmas, jaleándose y luego rematar de cajón, son únicas.

Hacen un final apoteósico con esa canción de fila o pasillo para dos niñas. Pá cantar me quito la capa / pá bailar la capa quitá con la que van recorriendo el escenario y cuando el cante va decreciendo ellas se van.

De lo mejor de Flamenco Madrid.

El arte de la ira y del amor por Pablo Rubén Maldonado

Del piano lo sabe todo este gitano de Granada. De todos los toques, clásico, flamenco, jazz, de docencia. Rompedor, empático al máximo, anticonformista, crítico con el mundo que le rodea, investigador de eso que llaman verdad, ¿qué verdad? ¿Qué se esconde tras la niebla, mi realidad o la tuya?

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Pablo Rubén Maldonado

De todo esto va este Arte de la ira y el amor, un trabajo de inmersión en las profundidades del alma para superar momentos de crisis, de donde surgen las historias más maravillosas de búsqueda del porqué de las cosas, del camino a seguir.

Pablo ha estado acompañado del cantaor Enrique Bermúdez El Piculabe, niño del barrio de Pan Bendito de Madrid, lanzado al cante profesional flamenco por Juan José Suárez El Paquete cuando cantaba en el coro de la iglesia evangélica de su barrio; y por la batería y percusión del internacional Bandolero, maestro de percusiones. Y lo mejor, del baile sabio de Karen Lugo. Un cuarteto para hacer historia.

En la introducción al concierto, Maldonado interpreta al piano músicas de Falla a las que acompaña con su propia voz en un conocido poema místico dedicado al amor y la amistad: En la oscuridad de la noche, en la tristeza, en la soledad / sólo una luz brilla sin ser visible a los ojos del mundo / la del corazón de Dios que arde de amor/ Una llama que nunca se apaga, un latido eterno de amor/ algo que no se puede describir con palabras, una voz convertida en canción… 

Sigue una bulería con letra y música suyas, ‘basada en las guerras y lo que ellas conllevan’. Pero la esperanza tiene que seguir naciendo en nosotros, por eso se llama Cómo pasa el tiempo. Percusión más notas musicales al piano que reflejan o cuentan sus palabras. En el pasar del tiempo se concentran el dolor y la esperanza. Cierto, sus composiciones  hacen intuir palabras que no se dicen con una claridad asombrosa.

Un dúo piano y cante en un tango nada flamenco, por lo que el pianista invita al cantaor a versionarla a su manera, con un resultado flamenquísimo, magistral del cantaor de culto. Aún sigo cantando en el tiempo, con letras que insisten una y otra vez en historias que van discurriendo con el pasar del tiempo.

Entra en escena Karen Lugo la bailaora mexicana más flamenca, ganadora del Primer Premio de baile flamenco del Festival Internacional de Almería, Primer Premio de Coreografía  del Flamenco Contemporary Festival de Finlandia y alguno más. Y tenía que ser por Alegrías, para hacer bailar a la cola de su traje multicolor como ella sabe. Piano, baile, cante y percusión, menos cuando ella quiere quedarse sola para hacer las músicas con sus pies. Unos Caracoles que saben a gloria bendita. Es su número.

En versión de rumba de ida y vuelta, con guiños musicales a Granada, suena en el piano y en la garganta del cantaor A la orilla de tus labios. Siguen sones muy festeros que él mismo canta acompañando al piano, casi a dúo con El Piculabe. Karen Lugo, especialista en baile masculino lo borda, enfundada en mallas negras.

Seguiriya dedicada a Nueva York. Yo soy de Graná y el estrés de esa ciudad me la inspiró. A ojos cerrados suena como música puesta por Lorca a sus poemas de Walt Whitman. Y es que, aunque parezca increíble, esa composición a compás de seguiriya está impregnada de sonidos de la Gran Manzana.

Maravillosa Karen Lugo vestida y desmelenada para bailar La danza del Fuego con piano, cante y percusión al servicio de su danza.  Después del arrebato y para poner fin adecuadamente a tantas y variopintas emociones, una casi meditación, pero a ritmo vivo, Corazón en calma, que va repitiéndose como un mantra, hasta desaparecer todos de la escena.

Maldonado regala al público su composición más emocionante y tierna, Mi niño deseado con la que dice definitivamente adiós a la ira para recrearse en el amor más genuino. No sé porqué la música me rememora a Granada, la ciudad de su autor.

Otro espectáculo que parece pensado para la Jardiel Poncela.

Teresa Fernandez Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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