Francia, matrimonio para todos

Francia, matrimonio para todos: recursos, salón de bodas gay y un obispo que pide mártires

G-day-paris-20130427 Francia, matrimonio para todosCuatro días después de que la mayoría socialista francesa y sus aliados en el gobierno aprobaran el proyecto de ley de «matrimonio para todos» (y no «matrimonio gay» ni «matrimonio homosexual» como se empeñan en llamarlo los medios de comunicación del país, unos seguramente pensando que dicho así se ahorran definiciones y otros conscientes de estar echando aceite hirviendo sobre un fuego que arde desde que el gobierno inició el proceso de lo que era una promesa de campaña de François Hollande), el 27 de abril de 2013 se inauguraba en París el Primer Salón del Matrimonio para Hombres Gay (“G-day”, en este caso sí, exclusivamente para homosexuales).

“Entre militantismo y business” (Libération) el Salón, bastante concurrido en un fin de semana helado de esta primavera invernal, ha tenido lugar como mínimo un mes antes de que pueda celebrarse el primer matrimonio entre personas del mismo sexo (hombres o mujeres, indistintamente) porque el Tribunal Constitucional no resolverá al menos hasta el 26 de mayo el recurso presentado por la recalcitrante derecha de la UMP (Unión por un Movimiento Popular, el partido que Sarkozy ha dejado huérfano de líder), que se niega a dejar que la ultraderecha del Front National (hijos y sucesores de Le Penn, sociedad nada anónima) le gane la partida de la oposición al “matrimonio para todos”, convencida de que eso puede asegurarle, en próximas elecciones, los votos de las familias cristianas francesas que, a juzgar por su evidente presencia -acompañada de gritos, rezos y cánticos religiosos desaforados- en las últimas multitudinarias manifestaciones, son muchas más de las que pudiera pensarse en la Francia republicana y laica.

Los políticos han hecho su trabajo, debatiendo durante más de 36 horas (dijo el presidente de la Asamblea Nacional después de efectuada la votación) y aprobando por mayoría el proyecto presentado por el gobierno Ayrault, los que se oponían al proyecto se siguen oponiendo en idénticos términos, permanentemente movilizados y generando “un aumento de la homofobia y desgarros en las familias” (France 24). Ya tienen previstas dos manifestaciones más en mayo de 2013: la primera coincidiendo con una llamamiento de la “izquierda de la izquierda” para exigir a Hollande “menos austeridad y más crecimiento” antes de que Francia –que ya ha rebasado los tres millones de parados- se convierta en la “nueva Grecia o la nueva España”; y la segunda coincidiendo con el 26 de mayo, más que probable fecha en que el Constitucional dictaminará sobre el recurso.

Es evidente que existe una clase de homosexuales con alto poder económico: son todos esos profesionales con éxito en sus carreras, que ganan sueldos elevados y no tienen que hacer frente a los tradicionales gastos de las familias (hijos, colegios, etc.) y que son los mejores clientes de las marcas caras de ropa y complementos, gimnasios y spas y agencias de viajes “a la carta”. Para todos esas parejas que pueden permitirse hacer realidad sus sueños, en el “G-day”- “iluminación fucsia, cortinajes negros, estatuillas representando a dos esposos…”- han expuesto una treintena de empresas dedicadas a organizar hasta el más mínimo detalle de una boda: ceremonia, ropa especial, anillos, banquete, fotografías…

Según alguno de los expositores, “la diferencia reside en la creatividad, más presente aquí que en los matrimonios heterosexuales. Como a la fuerza se trata de una unión laica, no hay que pensar en el aspecto tradicional, así que se puede imaginar cualquier tipo de ceremonia, incluido el salto de los novios en paracaídas. No hay reglas, pero tampoco es necesario pensar en cosas delirantes”.

Informaciones escuchadas en las televisiones francesas a lo largo del fin de semana aseguran que los matrimonios gay van a ser, en general, un 65% más caros que las bodas entre heteros. Tiene también su explicación en la novedad y en el innegable derecho a hacer alarde de lo que hasta ahora era solo fuente de discriminación y sufrimiento.

Mientras, y casi al mismo tiempo que las parejas “homo” disfrutaban por anticipado de ese futuro “blanco y radiante” que ahora van a poder permitirse, el obispo de Metz (ciudad amurallada en el noreste francés, departamento de Moselle, región de Lorraine, cuna de la dinastía carolingia), Pierre Raffin, colgaba en su página de Facebook un comunicado llamando a la cruzada contra “el matrimonio para todos” e invocando a los mártires cristianos de la más remota antigüedad “que se opusieron a las leyes del estado” (Blandine Grosjean, Rue 89, que se ha molestado en leer las elucubraciones de monseñor), y que “parece ignorar las reglas de la democracia”.

Por si alguien tuviera dudas, el obispo recuerda que “lo que es legal no es forzosamente moral”, pero en lugar de hablar de la pena de muerte, la esclavitud, los niños-soldados del Africa profunda o los 300 obreros de Bangladesh sepultados en el hundimiento de sus fábricas mientras confeccionaban ropa para “el Corte Inglés, Mango, Benetton o Primark, entre otros” (LibreRed), y aprovechando que el Moselle no solo pasa por Metz sino que allí se divide en varios brazos, pone el ejemplo de la interrupción voluntaria del embarazo “legal en Francia aunque no deja de ser un grave atentado a la vida”, y, como de costumbre en la iglesia católica, que acostumbra arrogarse la posesión de la verdad, añade “que rechaza cualquier conciencia moral, iluminada o no por la palabra de dios”.

El resto, hasta dos folios de los clásicos, en papel y negro sobre blanco, es el habitual ba,bla,bla del fundamentalismo religioso y la intransigencia política. Se lo ahorro.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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