Frankfort bajo el sol, después de la lluvia

En dos semanas que he estado en Alemania ha salido el sol dos veces: El día de mi llegada, 19 de mayo y el día de mi regreso,  2 de junio. El resto del tiempo, en el Seminarzentrum Hof Herrenberg, Bad König, Odenwald ha llovido, ha hecho frío de invierno, viento a ráfagas, lluvia, lluvia y más lluvia. De regreso me entero de las inundaciones en Alemania.

El sábado 1 de junio, una vez instalada en el hotel Münchener Hof, salgo en paseo de inspección para seleccionar lugares para hacer fotos a la mañana siguiente. No puedo estar mejor situada: en un extremo de la calle la estación central, en el otro la Plaza Willy Brandt, o mejor espacio Willy Brandt, porque es un enorme rectángulo. Ya frente a la estación me sorprende ver pasar una larguísima procesión de coches de policía. ¿Qué pasa aquí, adonde van éstos? Me pregunto.

No tardo en tener la respuesta. Hay una concentración ciudadana en la Plaza Willy Brandt.

alambrada-de-espino Frankfort bajo el sol, después de la lluvia
Domingo. Antes de desaparecer , últimas alambradas de espino

En más de cien metros a la redonda paso restringido por la policía, no sólo con las cintas habituales, también con alambradas de espino. Y los coches por todas partes. Es el mayor despliegue policial que he visto jamás, no guarda relación con el tamaño de la concentración. Eso sí, los concentrados están a lo suyo, ignoran a la policía, quiero decir, no hay provocadores. Y la policía está allí, no se mete en absoluto con los concentrados. “Pues yo tengo que entrar ahí y enterarme de lo que se cuece”. Descubro una esquinita por donde un policía deja entrar. Allá voy. Enseguida veo pintados en una furgoneta a la Merkel, y otros dos tipos más que ni intento reconocer. Me acerco a un joven y le pregunto de qué protestan. “Del capitalismo, de los políticos capitalistas, de todo el maldito sistema”. Pues me puedo unir a vosotros”. ¿“De donde eres”? (Pregunta inevitable). “De España, también andamos muy enfadados allí por lo mismo que vosotros”. “Ach so, por ahí anda un grupo de españoles”.

No es fácil caminar por la concentración, es maciza. Hago la señal de pulgar arriba un par de veces y recibo sonrisas. ¡Lástima no saber alemán para leer los carteles! Hay alguno en inglés: “Istambul, you are not alone!” Primera noticia de la hartura turca de su gobierno. Mejor aclaro que en Hof Herrenberg la desconexión de lo que pasa por ahí fuera ha sido total, ¡qué felicidad! Le pregunto a un poli por donde hay vía libre para ir al centro histórico. “Por la orilla del río, segunda calle a la izquierda”. Y por la orilla del crecidísimo Main, sin llegar a peligro de desbordamiento, voy caminando hacia el Römer. Paso por el Museo Judío que visitaré en la mañana del domingo. Y de pronto me doy cuenta de que tengo mucha hambre, y que hace un rato en la Gallus Allee he pasado un restaurante de carnes que promete. Dos semanas de excelente comida vegana, han despertado un deseo carnívoro en mi organismo que ya ya…Doy cuenta de un sirloin steak (lomo alto, tiernísimo, totalmente magro) en un pis pas.

Domingo. Desde la ventana veo el sol espléndido. A las 10:30 estoy en la calle, cámara en ristre, dispuesta a disfrutar de Frankfort hasta la hora de ir al aeropuerto, cuatro de la tarde. Más de cinco horas. Suficiente. Visito el Museo Judío, instalado en el antiguo Palacio Rothschild en Untermainkai, dedicado a la historia de la comunidad judía en Frankfort, desde los primeros asentamientos en el siglo XII hasta la desaparición de los ghettos, historia de una incansable lucha por alcanzar su integración social, hasta el regreso de las comunidades judías después de 1945. La reproducción en madera tallada de la antigua  Judengasse, siglos XV al XVIII, ilustra sobre como vivieron los judíos de Frankfort durante un período de más de trescientos cincuenta años. En cada país se repite la misma historia de este pueblo que nunca ha querido integrarse con otros pueblos y así ha logrado mantenerse endogámicamente a lo largo de los siglos, con frecuencia pagando un precio muy alto por ello. El alto precio por no desaparecer como desaparecieron todos sus antiguos contemporáneos.

Hay mucha construcción nueva en Frankfort. Unos metros adelante del Museo Judío hay un enorme espacio vallado; al fondo, frente al río, un cartel gigantesco dice en inglés: New Riverside Financial Center. El espacio vallado está sembrado de grúas y ya se ve una torre creciendo. El total deberá estar terminado en 2016. La maqueta pintada en las vallas es impresionante. Me pregunto que había o que no había antes en ese lugar. ¿Alguna construcción de postguerra? Frankfort fue la ciudad más devastada por los bombardeos aliados.

Poco después dejo la orilla del río y me interno en la Innenstadt, donde descubro entre otras cosas las modernas oficinas de Cáritas  junto a una torre medieval, hasta llegar a la Plaza de Paul, que muestra la reconstrucción auténticamente histórica de un edificio del siglo XVIII.

paul-kirche Frankfort bajo el sol, después de la lluvia
Iglesia St. Paul. Hoy en día centro de exposiciones y eventos

La iglesia protestante de San Pablo, de planta oval, construida entre 1789 y 1833.  Durante la revolución de 1848 fue utilizada como el primer Parlamento de Frankfort.  Del 31 de marzo al 3 de abril de 1848, fue el lugar de reunión del Vorparlament (parlamento previo), que preparó la elección de la Asamblea Nacional. El 18 de mayo de ese año, la Asamblea Nacional se constituyó por primera vez en la iglesia y fue llamada PaulskircheparlamentHasta 1849, la Asamblea Nacional celebró sus sesiones en la iglesia para redactar una constitución para una Alemania unida.  Una unión que no iba a resultar fácil por la resistencia de prusianos, bávaros y algún otro.  Durante el mes de mayo de 1849 hubo movimientos para forzar una constitución que de nuevo fueron frenados por Prusia. Finalmente el primer intento de parlamento alemán se disolvió a finales de mayo de ese año. Desde 1852 continuó como iglesia.

Tras la Segunda Guerra Mundial la antigua Paulskirche fue el primer edificio reconstruido conservando su aspecto externo anterior e inaugurado como símbolo de la nueva libertad alemana en el centenario de aquel primer Parlamento, en 1948. Desde entonces es un centro de exposiciones y eventos. De estos últimos el más internacional es la concesión del Premio de la Paz de los Libreros Alemanes que coincide con la Feria del Libro en Frankfort. A cada lado de la entrada, un panel de granito con los nombres de los premiados. Un solo español, Jorge Semprún, también el mejicano Octavio Paz, el peruano Vargas Llosa y el nicaragüense Ernesto Cardenal. Hay premiados de todos los continentes.

romer Frankfort bajo el sol, después de la lluvia
El otro lado de la plaza, frente al Römer. Al fondo Museo de Historia
Los tres edificios que fueron ayuntamiento de Frankfort

Pasando bajo el Puente de los Suspiros se entra en la Plaza del Römer (Romano) en honor a los fundadores de la ciudad. Un conjunto de tres edificios han sido el ayuntamiento de Frankfort durante seiscientos años. Toda la plaza en una joyita de arquitectura con encanto, de sobra conocida por millones de turistas de todos los rincones del mundo. Tampoco se salvó el Römer de los bombardeos aliados. En marzo de 1944 un bombardeo los dejó tan malparados que la reconstrucción fue casi total. Como es habitual en toda Alemania todos los edificios recuperaron su aspecto anterior. Nadie diría que solo tienen poco más de medio siglo.

Frankfort ha sido una de las capitales del Sacro Imperio Romano Germánico, tras la carolingia Aquisgrán o Aachen en alemán. Excepcionalmente durante el período de Carlos V fue Toledo. Pero también está representado Carlos, que aquí es Karl, en la Kaisersaal, Sala de los Emperadores del Römer, aunque él no fue coronado en Frankfort sino en Aquisgrán por el Papa León X, el 22 de octubre de 1520, en la Capilla Palatina de la Catedral.

No se puede llegar a la catedral de San Bartolomé, que estuvo rodeada del antiguo Markt. Está todo vallado por obras que, de nuevo deberán estar terminadas en 2016. Obras de recuperación de ese antiguo espacio histórico, tal como fue. Una serie de paneles ilustran sobre el nuevo viejo aspecto de los edificios medievales que desaparecieron hace setenta años bajo las bombas. Ejemplo fehaciente de la inutilidad de las guerras y de la estupidez o locura humana. O ambas.

al-sol Frankfort bajo el sol, después de la lluvia
Orilla del Main. Domingueros gozando del sol del 2 de junio

Después de comer en un restaurante con encanto donde no aceptan tarjetas de crédito, ¡qué susto! vuelvo a la orilla del río por el Museo de Historia. Ahora son más de las dos de la tarde y la orilla está llena de gente disfrutando del sol. Los hay tirados sobre la hierba, paseando, muchas familias con niños pequeños, todos a la calle que hoy hace un sol espléndido y quien sabe lo que espera mañana. Frente al Museo de Historia, un viejo puente de hierro peatonal construido hace un siglo atraviesa el río. En la otra orilla el barrio de Sachsenhausen, nombre que causa horror a los judíos, ya que muchos fueron exterminados en el campo de ese nombre…Aquí hay recuerdos para todos los gustos. El puente de hierro está “decorado” con miles – no exagero – de candados unidos de dos en dos, símbolos de amor dejados por miles de parejas, lo que da al puente un aspecto multicolor y un poco chocante. Hacia la mitad del puente, sobre una especie de arco, hay una frase en griego: “Navega por los mares color de vino hasta las gentes de otras lenguas», y es un símbolo de la fiesta que cada verano se celebra en ambas orillas del Main, la del Museo de Historia y la de Sachsenhausen.

Esta zona del río está llena de barcos de excursiones. De pronto veo un barco llamado ‘Göethe” que me recuerda que no lejos de aquí está la casa donde nació y vivió este poeta alemán. ¿Cómo puedo irme sin visitarla? Un poco escondida si que está, cuando llego son más de las tres y a las cuatro tengo que recoger el equipaje del hotel y tomar el tren al aeropuerto. Mejor verla deprisa que no verla. Así que uno tras otro, visito las habitaciones de los cuatro pisos de la casita que  no está enteramente amueblada como cuando la familia

rincon Frankfort bajo el sol, después de la lluvia
Casa de Göethe. Estufa de porcelana.

Göethe vivía ahí, su madre, su hermana Cornelia…Pero los muebles son auténticos y preciosos, muebles de categoría. Auténtica casa burguesa del siglo XVIII. Aunque a mí lo que me encanta, como en otras casas y palacios de Alemania y Austria son las estufas de porcelana. En la casa hay dos preciosas. Pero también otras que no conocía, de hierro forjado maravillosamente labrado.  Me hubiera gustado verla con calma, pero a falta de tiempo hago fotos de toda la casa…que naturalmente es una reconstrucción exacta de la casa donde vivió Göethe con su familia y donde escribió  “Werther” y “Fausto”. Me encanta esta idea alemana de recuperar la historia. Es como sacar la lengua a la guerra…que desencadenó un loco alemán. ¡Qué paradoja!

En ninguna otra parte como en Alemania, se da uno cuenta de que el mundo de hoy es una consecuencia directa de esa guerra. Europa quedó destruida y Alemania más que ningún otro país. Pero Europa, o los mercados europeos eran necesarios para el desarrollo  y mantenimiento de la economía norteamericana. De ahí los acuerdos de Bretton Woods, la creación del Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial para reconstruir Europa y sobre todo Alemania. Pero no era suficientemente ágil para las necesidades norteamericanas, así que se creó el Plan Marshall que tuvo como consecuencia el llamado ‘milagro alemán.’ En solo quince años, en 1960, Alemania volvía a ser el país líder de la industria europea y nosotros seguíamos con cartilla de racionamiento. En el 59, con el Tratado de Roma se ponían las bases para una unión europea de intereses comunes, con seis países fundadores: Los tres del Benelux, Alemania, Francia e Italia, vencedores y vencidos, pero ¿quienes eran a esas alturas los vencidos? ¿Nosotros, por ejemplo? No quiero seguir encadenando eventos que nos traerían hasta hoy, en que la Alemania de Merkel y la Francia de Hollande de nuevo unidos para manejar a la Unión Europea y a Europa a favor de sus intereses. A ver, ¿quién gobierna realmente en España?

Reflexiones encadenadas a vivencias de una soleada mañana de domingo en Frankfort del Main…

Teresa Fernandez Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.