Gabriela Guerra Rey: “Bahía de sal”, algunas palabras más  sobre Cuba

«Soy una ladrona de historias de quien me las quiera contar; les agrego mis experiencias y entonces las escribo», dice Gabriela Guerra Rey, 36 años, cubana residente en México y ganadora del premio Juan Rulfo 2016 con “Bahía de sal”,  una novela “marcada por la buena estrella” que ha publicado en España Huso editorial porque el Instituto Nacional de Bellas Artes de México, que concede el premio, carecía de  recursos para editarla.

Gabriela-Guerra-Rey-Bahia-de-Sal-portada Gabriela Guerra Rey: “Bahía de sal”, algunas palabras más  sobre CubaSegún la propaganda editorial, en la novela se cuentan «algunos hechos que vivió la humanidad en el último siglo», pero se centra principalmente en la historia de un pueblo y una chica, María de la Sal, que coinciden en el nombre.

En palabras del novelista Edgar Borges, la novela podría hablar de «cualquier pueblo latinoamericano, real o ficticio, Comala o Macondo» y representa «la realidad trágica y la mirada esperanzada de unos personajes negados a la derrota en otro intento de hazaña de los seres humanos de cualquier pueblo, espacio y tiempo».

Podría ser cualquier pueblo pero lo cierto es que la descripción de territorios, personajes y situaciones, se corresponde con la de muchos rincones cubanos, lo que la autora reconoce diciendo: “armé el ambiente de un lugar al lado de la Bahía de La Habana”.

Lo que iba a ser un cuento, y un homenaje a su primer amor que años más tarde se voló los sesos con una escopeta mientras cumplía el servicio militar, con tiempo y tesón se convirtió en una novela que comienza de forma reveladora con una niña que se pregunta por qué los jóvenes se marchan del pueblo si allí hay de todo: fiestas, ceremonias, sectas, sociedades secretas, altares para liturgias diversas y hasta una virgen, un tanto estropeada.

No hay duda, estamos en Cuba, la isla en los últimos años de un siglo que ha terminado y que conoció el esplendor y la caída de la sociedad perfecta, utopía de la revolución. Estamos en la Cuba a la que acaba de abandonar la URSS transformada en Federación de Rusia, la que empieza a tener dificultades para encontrar trabajo y comida para todos. “Para una niña de diez años como yo, la caída del socialismo fue el momento en que mi madre me dijo que solo quedaban cuatro latas de leche condensada, y luego no había más”.

Estamos en un pueblo de Cuba donde se habla de la familia, las tempestades y las inundaciones, los amigos, los niños, la educación sentimental de su juventud, la importancia de las mujeres en la lucha por la supervivencia de las familias, los balseros que abandonan el país y a veces se dejan la vida en el intento, el desgarro de la pobreza, los fantasmas que pueblan los vacíos que ha dejado la gente  y la existencia de un dirigente que lleva 60 años en el poder y “no se va a morir nunca”.

“Bahía de sal” es un relato entrañable, un viaje por la nostalgia realizado a muchos kilómetros de distancia. La autora, que según el boletín de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) reside en México desde 2010, empezó a escribir esta novela en 2015 como “último recurso para rescatar un pasado que convertirá al futuro en un sueño promisorio”.

  • Bahía de sal
  • Gabriela Guerra Rey
  • Huso Editorial
  • ISBN: 9788494706219
  • 217 páginas, 14,25€


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Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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