Grecia reenvia refugiados a Turquía

Las personas refugiadas y migrantes que tratan de llegar a la UE a través de Grecia desde países arrasados por conflictos como Siria o Afganistán están siendo devueltas ilegalmente a Turquía por los guardias costeros y fronterizos griegos, informa Amnistía Internacional.

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Guardacostas griego cerca de la isla de Samos arrestando a una embarcación con 25 migrantes, noviembre de 2009 © Giorgos Moutafis

 

En un informe de 40 páginas, titulado Frontier Europe: Human Rights Abuses on Greece’s border with Turkey, se examina el peligroso uso que las autoridades griegas hacen de la práctica del “reenvío forzado”, consistente en devolver a grupos de migrantes a través de la frontera negándoles el derecho a que sus casos individuales sean examinados o a impugnar su expulsión.

El informe destaca también los peligros a los que se enfrentan las personas refugiadas y migrantes que tratan de cruzar desde Turquía a las islas griegas, y examina las terribles condiciones de reclusión de quienes consiguen cruzar y, a menudo, terminan encarcelados.

Desde marzo, Amnistía Internacional ha documentado al menos 39 casos en los que se les ha impedido cruzar el Egeo o la frontera terrestre norte entre Grecia y Turquía, a lo largo del río Evros.

Casi todas ellas describieron la violencia u otros malos tratos sufridos o presenciados a manos de las autoridades griegas. Muchas dijeron que los guardias les habían quitado –y en algunos casos, arrojado al mar– sus pertenencias, incluido el dinero, fotos de familia y reliquias familiares.

“Lo que está sucediendo a lo largo de la frontera griega no es sólo una vergüenza para Grecia. Es una vergüenza para la Unión Europea en su conjunto”, ha manifestado Jezerca Tigani, directora adjunta del Programa para Europa y Asia Central de Amnistía Internacional.

“La cantidad de historias sobre reenvíos forzados que hemos reunido es sumamente alarmante. Sugiere que las autoridades griegas están utilizando esta práctica de manera habitual, pese a que es ilegal. Y esta práctica es además sumamente peligrosa, hasta el punto de que pone en grave peligro la vida de personas.”

Los testimonios recopilados por Amnistía Internacional señalan el flagrante desprecio por la vida humana que muestran los guardacostas griegos durante estas operaciones llevadas a cabo en el mar Egeo. Trece de las 14 personas entrevistadas que describieron cómo las habían devuelto a Turquía declararon que los guardacostas habían embestido contra sus lanchas neumáticas o las habían rajado. Algunos casi volcaron al ser rodeados por un barco guardacostas griego, o al ser remolcados. Relataron cómo les habían inutilizado el motor, les habían quitado los remos y los habían abandonado en medio del mar. También las personas atrapadas tras cruzar el río Evros describieron prácticas que ponían en peligro su vida.

La ruta a través del Egeo se ha popularizado desde el año pasado, cuando las autoridades construyeron una valla de 10,5 kilómetros y desplegaron casi 2.000 nuevos guardias fronterizos a lo largo de la frontera en el río Evros. Pero es una travesía peligrosa. Además de la amenaza del reenvío forzado, desde agosto del año pasado más de un centenar de personas –entre ellas mujeres y menores de edad, y principalmente de nacionalidad siria o afgana– se han ahogado tratando de llegar a Grecia.

“A medida que el tiempo mejora y mientras los conflictos en Siria, Afganistán, Irak y Somalia continúan, prevemos que más personas tratarán de hacer la travesía, y probablemente veremos más tragedias como estas”, ha manifestado Jezerca Tigani.

Quienes consiguen llegar a Grecia son normalmente encarcelados en celdas oscuras y sucias durante largos periodos. Muchas de las personas con las que Amnistía Internacional habló habían pasado casi nueve meses entre rejas. Los problemas de salud son omnipresentes.

“Las condiciones en las que se recluye a las personas refugiadas y migrantes son a menudo espantosas. De hecho, cuando visitamos a esas personas en esas celdas, costaba recordar que estábamos en la UE. Muchas de estas personas huyen de conflictos, pobreza y hambre pero, con suma frecuencia, son recluidas en celdas oscuras, húmedas y sucias, con acceso limitado a aire fresco y sin comida suficiente”, ha declarado Jezerca Tigani.

“Algunos detenidos nos dijeron que tenían que llamar a los guardias cada vez que tenían que ir al baño, ya que no había retretes en sus celdas. Afirmaban que, como a menudo no hacían caso de sus llamadas durante horas, tenían que orinar en botellas. Otros aseguraban que sus ropas de cama no se habían lavado en meses, y que tenían acceso limitado a jabón, champú o compresas higiénicas.”

Amnistía Internacional quiere que todas las personas interceptadas tratando de cruzar las fronteras tengan acceso a procedimientos imparciales para pedir protección individual, y quiere también que las autoridades griegas pongan fin a la detención indiscriminada y prolongada de migrantes irregulares y solicitantes de asilo, y utilicen alternativas a la detención.

La UE también tiene un papel que desempeñar. Debe apoyar a las autoridades griegas ayudándolas a mejorar sus servicios de recepción, en lugar de sellar sus fronteras. Asimismo, debe explorar nuevas maneras de compartir la responsabilidad respecto a las personas refugiadas y migrantes.

“Es evidente que Grecia tiene la prerrogativa de controlar sus fronteras, pero no a expensas de los derechos humanos de quienes intentan alcanzar la seguridad o buscan una vida mejor en Europa. Son tiempos difíciles para Grecia, y para millones de personas en toda Europa, pero no hay excusa para el trato que se está dando a migrantes y refugiados”, ha manifestado Jezerca Tigani.

“Otros Estados miembros de la UE parecen encantados de que Grecia actúe de vigilante de la entrada. Pero las políticas y prácticas a lo largo de la frontera griega ponen de manifiesto la amarga ironía de los países europeos que presionan para que haya paz en el extranjero mientras niegan el asilo –y ponen así en peligro mortal– a quienes buscan refugio en Europa. La UE debe actuar ya para detener estas violaciones de derechos humanos que se están cometiendo en sus fronteras.”

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