La nueva era de Xi Jinping reconoce que la «revolución cultural» fue una catástrofe

El 2021 es un año especial en la historia de China, y el calendario de Xi Jinping ha estado ocupado, dice un despacho de la agencia Xhinua, que detalla que, en los últimos meses, Xi pronunció un discurso en las celebraciones del centenario del Partido , anunció el logro de una modestamente acomodada en todos los aspectos, inspeccionó el Tíbet y habló con los astronautas que trabajaban en la primera estación espacial de China, asistió a conferencias de las Naciones Unidas en línea y sostuvo conversaciones telefónicas o mediante enlace de vídeo con líderes mundiales, incluidos el presidente ruso, Vladimir Putin , y el presidente estadounidense, Joe Biden .

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Xi Jinping pronunció un discurso importante en la ceremonia celebrada con motivo del 100º aniversario de la fundación del Partido Comunista de China en Beijing, China, el 1 de julio de 2021. Xinhua | Ju Peng

En una resolución «histórica» adoptada el pasado 11 de noviembre de 2021, el Partido Comunista Chino (PCC) celebra sus cien años de historia, olvida «errores» del pasado y defiende «la nueva era de Xi Jinping».

Algunos meses antes, el 1 de julio, el presidente  Xi Jinping  pronunciaba su discurso del Centenario relacionando la celebración con la vuelta de China a la riqueza y el poder, y haciendo valer que el PCC, con él al frente, es la mejor esperanza para los 1.414.359.000 habitantes del país más poblado del mundo.

El PCC, fundado en 1921, solo había adoptado en toda su historia dos resoluciones de tanto calado, en 1945 y 1981. La primera reforzó la autoridad de  Mao Tsé-Tung  cuatro años antes de vencer a los nacionalistas de  Chiang Kai Chek , y fundar la República Popular con los comunistas en el poder. La segunda dio a  Deng Xiaoping  la ocasión de pasar la página del maoismo, reconociendo los «errores» del Gran Timonel.

Con esta tercera resolución –un texto de 36.000 ideogramas- Xi Jinping se coloca en el mismo nivel «intelectual» que sus dos ilustres antecesores y, de paso, reescribe un siglo de historia.

Empezando por los «errores» de Mao. En el poder de 1949 hasta su muerte en 1976, el fundador del régimen comunista «hundió a su país en la hambruna a finales de los años cincuenta» con su política de industrialización a marchas forzadas que, junto a la colectivización de las tierras, causó al muerte de entre treinta y setenta millones de ciudadanos chinos (según las fuentes). Pero este último balance ignora los años de hambruna y se limita a señalar los errores del «Gran salto adelante» y de las comunas populares.

Tras el fracaso de su política económica, Mao pasó a la ofensiva en 1966 poniendo en marcha la Revolución Cultural contra el aparato del PCC. «Diez años –dice el texto aprobado ahora- de disturbios civiles que infligieron al Partido, al país y al pueblo los reveses y las pérdidas más graves desde la fundación de la Nueva China. La lección es extremadamente dolorosa».

«El camarada Mao Tsé-Tung se equivocó completamente sobre la situación de las clases y la situación política del Partido y del país», sintetiza el documento. El análisis que hace el diario en inglés de Hong Kong South China Morning Post (propiedad del grupo Alibaba desde 2015), es que la precedente resolución de 1981 iba mucho más lejos en la denuncia del maoísmo, hacía un balance «negativo en un treinta por ciento» del Gran Timonel y denunciaba el «culto a la personalidad» que rodeó a Mao. Nada de esto aparece en la resolución de 2021.

La masacre de los manifestantes que en la Plaza de Tiananmen, en Pekín, reclamaban democracia en 1989, un tema tabú en la China de hoy, objeto de censura tanto en la prensa de papel como en la digital, aparece brevemente en el texto aprobado, pero sin mención de las víctimas: «Por instigación de fuerzas hostiles mundiales anticomunistas y antisocialistas, el clima internacional y el clima interior provocaron graves disturbios políticos entre la primavera y el verano de 1989 (…) Apoyándose en el pueblo, el Partido y el gobierno se opusieron sin equívoco a la agitación y defendieron la autoridad del estado socialista y el interés fundamental del pueblo». Recordemos que la represión en la noche del 3 al 4 de julio de 1989 –simbolizada en la imagen del hombre que se enfrenta a los tanques del ejército con dos bolsas de la compra en las manos- causó entre varios cientos y un millar de muertos, según las fuentes.

Aunque lleva en el poder tan solo nueve años, Xi Jinping ocupa dos tercios de la resolución que en teoría se ocupa de cien años de historia. Su nombre se menciona en veintidós ocasiones, más que el de Mao a quien solo se cita dieciocho veces, y que el  Deng Xiaoping, el arquitecto de las reformas que han hecho de China la segunda potencia económica mundial, que solo aparece seis veces. Sus dos predecesores, Hu Jintao y Jiang Zemin, solo aparecen mencionados una vez.

El actual dirigente aparece así como el principal heredero de Mao, el que preside los destinos de un país que aspira a convertirse en la primera potencia mundial. Su lugar, «en el corazón del PCC, es de una importancia decisiva en el proceso histórico de la gran renovación de la nación china».

Armado con toda esta «nueva legitimidad histórica -escribe el diario de Hong Kong- Xi Jinping parece bien situado para sucederse a sí mismo al frente del Partido –y por tanto del país- en el Congreso de 2022».

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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