La ruta de Don Quijote: para seguirla y amarla

Es éste un viaje por el alma y el lenguaje de la Generación del 98 de la mano de uno de sus mejores representantes, José Martínez Ruíz, Azorín.

ruta-don-quijote-poster La ruta de Don Quijote: para seguirla y amarlaLa adaptación teatral del texto narrativo de Azorín cuenta con la interpretación de Arturo Querejeta, dicción perfecta, versatilidad infinita en las voces y los acentos con que convoca diferentes presencias, todas ellas fantasmales, puras sombras del pasado y, sin embargo, tan reales, imágenes llenas de melancolía en una gran pantalla sobre el mapa de La Mancha.

El de Azorín era un viaje periodístico mezcla de lo poético con lo real (torreznos, duelos y quebrantos, soledad infinita, falta absoluta de luz en medio de la llanura…), enriquecido con un castellano noble y terruñero, hoy casi olvidado, mediante el cual el espectador recorre los caminos por los que cabalgó Don Quijote en la novela inmortal. Es la España de 1905 que, pese a la distancia, se ve muy cercana.

Arturo Querejeta, en su papel de narrador descriptivo, ha de entrar en el detalle de lo que ve y de lo que le asombra hasta adentrarse en la intimidad más honda de los hidalgos manchegos y otros personajes con los que se encuentra (amas de casa, amas de llaves, mozas y mozos de pensiones) en un mundo increíble que lo deslumbra por perdido y dormido en sus quimeras de glorias pasadas (¡Que se lleven a Cervantes pero que no nos quiten a Alonso Quijano!). Una visión de España que es nostálgica y a la vez regeneracionista porque pretende ser un aldabonazo a esta tierra ignota y lunar que, con su ensimismamiento, invita tanto a reír como a llorar. De ahí la inmensa melancolía que desprende a ojos de hoy esta obra y la oportunidad de su rescate.

El montaje de esta Ruta se organiza en torno a los libros de viajes decimonónicos que fueron un género habitual en lo literario y que se trasladó al ámbito periodístico ya avanzado el siglo. Los lectores urbanitas de los diarios, ávidos de conocer mundo, demandaban este tipo de crónicas que conectaban una vida monótona y limitada con las fronteras de aquello que deseaban conocer. Las redacciones españolas enviaron a escritores como Azorín, Unamuno, Valle-Inclán… Por ello, el inicio de este viaje tiene lugar en una pensión madrileña, desde la cual parte Azorín en solitario hacia Argamasilla de Alba, primera parada de La ruta de Don Quijote. El trabajo cuajó en una serie de quince crónicas que el periodista envió al periódico El Imparcial y que acabaron recopiladas en un libro con el añadido del artículo Pequeña guía para los extranjeros que nos visiten con motivo del centenario, subtitulado: The time they lose in Spain.

Apasionante de seguir este viaje por La ruta de Don quijote. Apasionante y muy emocionante de ver y de oír.

  • Título: La ruta de Don Quijote
  • Autor: Azorín
  • Versión y dirección: Eduardo Vasco
  • Protagonista: Arturo Querejeta
  • Noviembre Compañía Teatro
  • Ilustraciones en video, escenografía y vestuario: Carolina González
  • Iluminación: Miguel Ángel Camacho
  • Música: Granados, Ortiz, Shostakovich, Vasco
  • Espacio sonoro y vídeo: Eduardo Vasco
  • Realización escenografía: Mambo decorados
  • Fecha de la función comentada: 7 de octubre de 2017
  • Sala José Luis Alonso del Teatro de La Abadía.
Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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