“La transición en tinta china”: un canto a la libertad

La Biblioteca Nacional de España presenta en el Paseo de Recoletos de Madrid hasta finales de agosto la exposición “La transición en tinta china”, que viene a ser por una parte un canto a la libertad y a la democracia, y por otra la exposición en forma de verbo hecho tinta de unos humoristas que supieron plasmar como nadie las ansias de un pueblo por recobrar su libertad tras 40 años de silencio y penumbra.

transicion-tinta-china “La transición en tinta china”: un canto a la libertadEstas dos cosas, la llamada Transición de la dictadura a la libertad, y la explosión artística en el humor gráfico, serán sin duda las señas de identidad de unos años setenta-ochenta del pasado siglo que marcaron aquel presente y que forjaron el futuro de un pueblo que se encontraba consigo mismo.

Porque “La transición en tinta china” viene a ser ahora el reflejo vivo de aquella época, la historia hecha tinta como obra gráfica de aquellos humoristas que como a los “bufones de la Corte” de antaño se les permitía decir en broma lo que otros pensaban en serio y no se atrevían, o no podían hacerlo. Y es que el humor y sus “hacedores” folio en blanco y tinta china en ristre como armas fueron capaces de abrir las ventanas con sus sátiras, denuncias, o interpelaciones en papel por donde empezó a entrar el aire fresco de una libertad que olía a primavera, aunque “la lucecita del Pardo” se apagara en un noviembre de infausto recuerdo, signifique lo que signifique infausto, que esa es otra.

Son muchos los padres de esta “criatura” transicional, y tuve la suerte de compartir cervezas y aperitivos con algunos de ellos, ya que el oficio no daba para manteles de lino y exquisiteces en platos cuadrados. Ellos con su tinta china y yo con mis “collages” y fotomontajes, pero todos luchando desde la misma barricada en pos de un sueño que se llamaba libertad. Nombres unos conocidos y otros menos, pero todos testigos de una época blandiendo como divisa el arma del humor: Forges, Peridis, el Perich, Gin, OPS, Sir Cámara, Mingote, Juan Ballesta, Kim, Vázquez de Sosa, Guillén, Máximo, Ramón y tantos otros. De todos ellos recuerdo principalmente a tres: a Sir Cámara, que hizo el tarjetón de mi boda en forma de chiste, porque decía que casarse era una cosa muy seria. A Pablo, el “inventor” de “La oficina siniestra” en La Codorniz, con el que compartí páginas en aquel suplemento de El País Semanal que se llamaba El País Imaginario. Era impresionante cómo Pablo se inventaba cada semana una historia en tres viñetas entre un borracho y una hormiga en la barra de un bar, filosofando sobre el diario acontecer. También conocí a otro grande de la tinta china, a Serafín, inventor de las señoronas de la nobleza orondas y enjoyadas; con Serafín compartí en ocasiones el menú del día en el madrileño barrio de Chueca; tan mal andaba de pecunio este hombre que a veces tenía que pagar la comida con sus chistes, porque la cosa no daba para más…

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El humor, los chistes sin acritud pero con bastante mala leche era la forma de contar la historia de aquellos años conocidos como de la Transición española por parte de los humoristas, una Transición que tuvo lugar entre los setenta-ochenta del pasado siglo. Unas viñetas o chistes que decían cosas como la de aquel banquero fumando un puro que exclama displicente: “Yo pertenezco a la nueva generación de políticos apolíticos”. O ese ricachón que para intentar justificarse dice: “A mí me va usted a hablar de democracia; a mí, que soy demócrata desde ayer por la tarde…”. O el pobre que está pidiendo y le dice al potentado: “Tengo hambre”, a lo que el sujeto, harto de comer sobre una mesa repleta de viandas, contesta: “Haga usted el favor de no politizarme la digestión…”. También hay chistes sobre aquella política incipiente, en un momento en que la palabra democracia era una desconocida. Como uno excelente de Ramón que asegura: “Como verá, aquí caben todas las tendencias: desde Fraga hasta Iribarne…”. Es el humor con mayúsculas, testigo de una época que muchos vivimos de primera mano.

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha seis libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», y «Memoria Histórica. Para que no se olvide». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

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