Legislativas en Francia: la abstención confirma la fractura social

Mayoría absoluta para la presunta renovación y viejos programas de Emmanuel Macron

La segunda vuelta de las elecciones legislativas en Francia se ha caracterizado por una abstención del 57,4 %, que alcanza niveles históricos y supera en seis puntos la de la primera ronda, y que le permitido a Emmanuel Macron superar la mayoría absoluta para el movimiento República en Marcha como anunciaban los resultados de  la primera vuelta. El numero de votos blancos o nulos ha sido de 9,87 % en esta segunda vuelta, siete puntos mas que en la primera vuelta.

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Portadas dedicadas a la victoria electoral de Macron en Francia

Según los resultados definitivos del Ministerio del Interior, En Marcha y su aliado centrista Modem obtienen 350 diputados sobre un total de 577, gracias a un modo de escrutinio mayoritario, que no refleja en ningún modo la relación de fuerzas políticas expresada en la  reciente elección presidencial.  Las estimaciones dan 308 diputados a En Marcha, que tiene así la mayoría absoluta, incluso prescindiendo de su alianza con el Modem de François Bayrou, que obtiene 42 escaños.

“Los Republicanos” partido de la derecha conservadora, limita su anunciada derrota al obtener 113 diputados en la futura asamblea, pero se encuentra fuertemente debilitado por la división entre un sector dispuesto a cooperar con Macron, y otro que mira más hacia una recomposición con una extrema derecha desdiabolizada. Junto con la UDI centrista y diversas derechas, la derecha conservadora alcanza  137 escaños.

El Partido Socialista no desaparece del hemiciclo pero  sale muy debilitado con tan solo 30 diputados, aunque incluyendo a ecologistas y radicales de izquierdas llega a 46 escaños. La ola macronista ha roto en dos el partido socialista, que deberá plantearse ahora claramente si  sostiene o no en sus iniciativas a la oposición parlamentaria de izquierdas que representa Francia insumisa.

No obstante el modo de escrutinio mayoritario que penaliza a los partidos minoritarios, el movimiento de izquierdas Francia insumisa logra 17 diputados, suficiente para formar grupo parlamentario, y un total de 27 si se incluyen los diez diputados comunistas. Una fuerza parlamentaria de izquierdas que llama abiertamente desde hoy a la Resistencia contra la “ley trabajo” y contra las medidas liberticidas del programa de Macron en materia de seguridad, y que no existía en la anterior legislatura. Jean Luc Melenchon será el líder de esa oposición de izquierdas, ya que ha sido elegido con 60 % de sufragios en Marsella.

El modo de escrutinio reduce así mismo la representación parlamentaria del ultraderechista Frente Nacional, que obtiene ocho diputados. Marine Le Pen ha sido elegida y será la voz cantante del FN en el parlamento. Señalemos que diversas candidaturas de otros partidos se reparten en total otros nueve diputados

Recordemos que son necesarios al menos quince diputados para poder formar un grupo parlamentario en la Asamblea y tener así mayor peso en los debates. La barra de 58 diputados es necesaria para poder presentar en cambio una moción de censura contra el gobierno.

Interpretar la  masiva abstención

De la interpretación que los franceses hagan de la masiva abstención en esta elección legislativa depende evidentemente la legitimidad democrática  de tal resultado. Un movimiento en Marcha ganador en la elección presidencial con 24 % de sufragios, y un partido centrista Modem inexistente entonces, han obtenido en esta segunda  vuelta de elecciones legislativas una mayoría absoluta de sufragios, pero con el voto de tan solo 15 % de franceses.

Siete de cada diez franceses no han acudido a las urnas, confirmándose así la ola de desconfianza hacia la política expresada ya en la primera ronda. Una minoría política en el país real dispone pues de una mayoría absoluta y plenos poderes en el parlamento.

Cabe subrayar también que el voto contestatario se ha expresado en el alto numero de votos blancos o nulos, que se ha elevado a 9,87 %, mientras que fue del 2,2 % en la primera vuelta. Cuatro veces más de ciudadanos que han depositado un voto de protesta. El voto blanco no está reconocido y se contabiliza como nulo, pero su importancia reduce todavía más el numero de franceses que han adherido a las candidaturas de Macron.

La “fractura social” en Francia, que en su día reconoció incluso el conservador Jacques Chirac, no ha hecho sino agrandarse desde Sarkozy a Hollande. La abstención histórica en estas elecciones legislativas en 2017 viene a confirmar la ruptura entre una Francia que, harta de falsas promesas se desentiende de la Rex publica, y una Francia activa representada por un poder bonapartista, cuyas instituciones, a mi juicio antidemocráticas le otorgan fácilmente los plenos poderes.

Melenchon ha interpretado esa abstención como una suerte de “Huelga general cívica”, o un acto de no adhesión al anunciado programa antisocial del presidente Macron. Los ganadores de En Marcha, aunque sin hacer gala de triunfalismo, se remiten a su evidente victoria, que consideran lógica en el marco de las instituciones actuales, pese a que preconizan una  supuesta renovación de la vida política.

La izquierda francesa representada en el actual parlamento por Francia Insumisa y por una parte de lo que queda del Partido socialista, deberá  recomponerse ahora sobre la base de una  alternativa por una Europa social, ecológica y generosa, capaz de defender las conquistas sociales de los trabajadores en cada uno de los países que la integren, frente a la corrupción y los privilegios. Única y posible alternativa de izquierdas en 2022. La verdadera frontera entre la derecha y la izquierda en Europa se sitúa así en una simple cuestión: ¿Qué tipo de Europa queremos construir?  ¿Neoliberal a la merced de las multinacionales o con justicia social y con Repúblicas  soberanas?

Los motivos para abstenerse de unos y otros son a menudo muy diferentes, pero en todo caso la diferencia enorme entre la participación en la elección presidencial y en estas legislativas, muestra que el motivo predominante no es la falta de  espíritu cívico de los franceses, sino más bien  el sentimiento de que la suerte estaba ya echada,  o que los dados estaban marcados en esta última jugada electoral.

Si quieren ver una participación masiva del electorado en Francia, como prueba de que este pueblo francés muy politizado está dispuesto a luchar por el progreso social, deberían proponer a Macron que convoque un Referendo sobre su “ley trabajo”, con la que se dispone a desmantelar las conquistas sociales adquiridas en los últimos cincuenta años.

El resultado de las presidenciales y de estas elecciones legislativas refleja a mi juicio la agonía de unas instituciones, las de la Quinta republica, que Francia debería reformar, para fundar una Sexta Republica parlamentaria, verdaderamente democrática, si no quiere un día encontrarse con un presidente de extrema derecha con plenos poderes en el Eliseo, que serán tan “legítimos” como los del señor Macron.

La abstención del 57 % , es un grito claro y unánime a favor de un escrutinio proporcional. La gente quiere ver representadas sus convicciones en el parlamento, y están hartos de que les tomen el pelo. Los motivos para abstenerse se han ido acumulando con el tiempo. Primero, un larguísimo proceso electoral con la farsa de las primarias de los partidos mayoritarios. Segundo, con la opción entre neoliberalismo y extrema derecha en la segunda vuelta de la elección presidencial.  Tercero, en las legislativas con una confusión total y un escrutinio destinado a ofrecer en bandeja una mayoría al presidente-monarca electo.

Si Macron y su mayoría no toman en cuenta la realidad de esa fractura, la resistencia social encontrará su expresión inevitablemente fuera del parlamento. Conscientes de esa realidad, los ganadores están discutiendo ya cómo introducir una dosis de proporcionalidad en las legislativas del 2022, lo que no creo sea suficiente para calmar los ánimos muy soliviantados de la población, o de la  oposición real en el país.

Asamblea Nacional: Caras nuevas y viejos programas

Se puede constatar en los resultados de estas elecciones legislativas una evidente “renovación” del personal político en la Asamblea Nacional, con un mayor numero de jóvenes y mujeres, pero sobre todo con  numerosos neófitos en la tarea parlamentaria.

Los escándalos político financieros, los  repetidos casos de corrupción en la clase política y su repercusión en una opinión publica sometida cada vez más a políticas de austeridad y a un incremento evidente de la fiscalidad y de la carestía de la vida, ha obligado a la clase política francesa a plantearse por vez primera la cuestión de la moralización, de la renovación y la limitación de los privilegios.

El argumento de candidatos “venidos de la sociedad civil” ha sido muy utilizado por todos los partidos políticos en estas elecciones, y no solo por Macron, para intentar reganar la confianza de un electorado harto de ver en el poder desde hace treinta años a un personal  político envejecido e intercambiable, pero preocupado sobre todo de guardar sus privilegios evidentes.

En el pasado cuando un político, o un periodista, intentaba denunciar los privilegios de políticos, diputados y senadores,  era inmediatamente acusado de “populismo”. Hoy en día es el movimiento centrista En marcha, en el poder, quien presenta una tímida ley de moralización de la vida política.

“Hagan lo que digo , mientras yo hago lo contrario” ya no es tolerado en la Francia de hoy, aunque queda todavía mucho camino por hacer en esa marcha por la transparencia y la revocabilidad muy deseable de todo mandato político, que haya incumplido sus promesas electorales.

Esta renovación de rostros, que ha puesto fuera de juego a numerosos barones de la política francesa,  es sin duda un aspecto positivo del movimiento creado por Macron, pero no es un fenómeno exclusivo al movimiento en Marcha. Diversos movimientos ciudadanos se han organizado durante esta campaña electoral,  y nuevas generaciones  se han incorporado  a la política, también en otros partidos y movimientos.

El “degagisme” o hartazgo de la vieja clase política, que podemos traducir por “que se vayan todos” ha tenido también sus efectos en estas elecciones. En las presidenciales,  Hollande, Sarkozy, Fillon, Jupé, etc han desaparecido, y ha sido  el joven Macron quien ha sacado las castañas del horno a la  organización patronal y ha reunido a la Francia neoliberal, con buenos apoyos en la América de Obama.  En las legislativas los barones socialistas o de derechas, han caído también y sus partidos han sido barridos frente a esa amplia mayoría centrista. Entre ellos Jean Christophe Cambadelis quien ha dimitido de su cargo de primer secretario del Partido Socialista. Desaparecidos también la que prestó su nombre a la “ley trabajo” Myriam El Khomri, la exministra de educación Nadia  Vallaud Belkacem, la exministro de sanidad Marisol Turaine y un largo etc. En la derecha desaparecidos: NKM, Nathalie Kosciusko Moriset, o Jean Frederic Poisson que fueron ambos candidatos en las primarias de la derecha.

En Evry, periferia de París, el exprimer ministro socialista Manuel Valls ha sido elegido con solo 139 votos más que su adversaria de Francia Insumisa, pero esta ha presentado ya un recurso en la prefectura por irregularidades en el escrutinio, en varios colegios electorales de la circunscripción. “Conocemos los métodos de Valls y rechazamos este 49,3 electoral” ha declarado un portavoz de Francia insumisa.

Sociológicamente, la composición de los  diputados y dirigentes del movimiento en Marcha, corresponde a una franja de la población muy diplomada, profesiones liberales, empresarios,  ejecutivos de empresas, abogados, o procedentes de la educación nacional, en su inmensa mayoría.  40 % de mujeres, 60 % vienen de empresas privadas, y 70 %  forman parte de lo que los sociólogos llaman “clases superiores”. En consecuencia nada nuevo en el horizonte, sino una representación  una vez más de la Francia de arriba, con buenos salarios y privilegios, dispuestos  como siempre a reclamar más sacrificios al conjunto de la población.

La Francia que ha votado y defiende a Macron (15 % de la población) son en parte los ”ganadores” de la mundialización neoliberal, pero sostenidos también por el conformismo de un voto conservador que tan solo desea “continuidad y crecimiento económico”, sin preocuparse para nada de una mejor distribución de la riqueza. La fractura social está  pues bien consumada, y los cinco años venideros serán decisivos para el futuro de Francia y de Europa. Dos ejemplos significativos: Marcel Dassault  político derechista condenado por la justicia, sostiene a Manuel Valls, y la organización patronal saluda y aplaude  la elección de Macron.

Detrás de esa ola de  juventud y feminidad que llega a la Asamblea Nacional, que es sin duda muy satisfactoria cuanto mayor sea, paso a la juventud y a la mujer trabajadora,  se esconde sin embargo la otra cara de la moneda, la de los viejos programas y soluciones propuestas tanto en el marco institucional, como en las perspectivas de desarrollo económico y social del proyecto neoliberal de Emmanuel Macron.

En el marco institucional Macron y su mayoría parlamentaria En Marcha confirman  la vieja política del Presidente monarca y de una Quinta Republica a su medida en desfase  total con la Francia real, esa multitud de gentes que vemos en las calles cada día,  y que no se sienten representados.

En su política europea, económica, social y fiscal, el programa de Macron es el del neoliberalismo  favorable a la desastrosa Europa de Maastricht, la vieja política de siempre de Mitterrand a Chirac, Sarkozy u Hollande y ahora Macron. En la presidencia como en el parlamento pues bastantes caras nuevas pero programas viejos.

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en Paris de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

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