Léo Ferré, 20 años después: inoxidable

El 6 de enero de 1969, por iniciativa de la revista mensual “Rock et Folk” (en los quioscos franceses desde 1966 hasta hoy mismo) y de la emisora RTL, Leó Ferré participaba en una entrevista histórica con George Brassens y Jacques Brel, los otros dos pilares de la “chanson”.

Brel-Ferre-Brassens Léo Ferré, 20 años después: inoxidable

Aquel año, los textos de Brassens figuraron en los exámenes para el ingreso en la Escuela Normal. En un apartamento de París, sentados en torno a una mesa con vasos, botellines, carátulas de discos y un cenicero con colillas, los “tres grandes” posaban para el fotógrafo Jean-Pierre Leloir durante el único coloquio radiado a tres voces que protagonizaron en sus vidas. Esa fotografía es uno de los affiches (cartel, poster) más famosos de la imaginería del siglo XX, comparable solo a los de Che Guevara o Mao, y todavía puede adquirirse en las librerías, museos y puestos callejeros parisino.

El mayo francés  había dejado un mal sabor de boca (los estudiantes sabían ya que debajo de los adoquines no estaba la playa y encima de ellos mandaba todavía De Gaulle), a Jacques Brel le esperaba a la vuelta de la esquina un cáncer de pulmón que iba a terminar con su vida menos de diez años más tarde, cuando ya se había instalado con un nuevo amor en las Marquesas y trabajaba como correo aéreo entre las islas con la avioneta que compró realizando el mejor de sus sueños infantiles; el cáncer de riñón de Brassens le daría una tregua de tres años más, hasta 1981. El mayor de los tres protagonistas de la fotografía, Léo Ferré (Mónaco, 1916), viviría hasta 1993 en una casa de la Toscana junto a la tercera mujer de su vida.

Poeta y compositor, Leó Ferré estaba especialmente dotado para ayudar al periodista a encontrar titulares. En aquel día del invierno de 1969, hablando por los tres mejores cantautores franceses del siglo XX, dijo que querían “meter la poesía en el jukebox”. Y lo consiguió, aunque al escribir esto ahora, cuando se cumplen veinte años de la muerte del poeta anarquista –un 14 de julio, día de la fiesta nacional, las burlas del destino- , no haya más remedio que lamentar que los jukebox (aquellas maquinitas instaladas junto a las mesas de los cafés que, a cambio de una moneda, te devolvían momentos inolvidables condensados en los tres minutos que duraba una canción) hayan terminado por desaparecer del paisaje urbano.

Pero la obra de los tres inmortalizados en la fotografía ha conseguido meterse no solo instalarse en las conciencias de todos los amantes de la belleza sino también en los vinylos, los CD’s, los DVD’s… y llegar hasta los ordenadores, las televisiones, los teléfonos móviles, las “tabletas” y cuanto artilugio nos piense deparar la tecnología en los próximos tiempos. Brassens, Brel y Ferré, inseparables en la memoria colectiva, siguen vivos y bien vivos en la herencia que nos legaron.

Algunos meses antes, Ferré, militante siempre en favor de los derechos humanos, militante tenaz en contra el poder y la autoridad, había escrito la canción “Ni dieu ni maître” (Ni dios ni amo) y sus palabras se habían transformado en el grito de adhesión a la causa anarquista en 1968.

Ferré. que no deja a nadie indiferente, que cuando canta condensa todo su universo poético en un puñado de metáforas: “Soy de un país distinto al vuestro/ de otro barrio, de otra soledad/…Biológicamente me apaño con la idea que me hago de la biología: meo, eyaculo, lloro/ es de primera instancia que modelemos nuestras ideas como si se tratara de objetos manufacturados…”…”La soledad es un asunto de ordenador”.

Ferré el inconformista, hijo del director de personal del casino de Monte Carlo y de una costurera italiana, que da sus primeros pasos en la música a los siete años, como soprano en el coro de la catedral del principado; que durante buena parte de su vida quiso encarnar la subversión y acabó convirtiéndose en un clásico. Al final, también sus adaptaciones de Aragon, Verlaine y Baudelaire figuraban entre las pruebas literarias del examen final de bachillerato francés. “Ferré que predicaba la anarquía … desde sus propias ambigüedades, donde chocaban los ideales y la rutina de todos los días… No se trata de traición ni desviación, sino de la evidencia del destino póstumo de los artistas que soñaron con cambiar el mundo. Después de ellos, el mundo no cambia. Y, sobre todo, el mundo se las arregla muy bien solo. Por eso, Ferré se ha convertido en un rebelde en el programa de los liceos, un rebelde patrimonial, un rebelde consensual” ( Bertrand Dicale- RFI).

Ferré el anarquista, con remotos ancestros catalanes (“No son ni el uno por ciento y sin embargo existen, la mayoría españoles, vaya a saber por qué…), poeta genial, músico importante, crítico de “la izquierda disléxica” (en Francia como en todas partes), recitador en los escenarios de la tristeza y de la rabia (“La anarquía es la manifestación política y poética de la desesperación”). Ferré que conocía el poder de la palabra; Ferré solitario, misántropo, melancólico, atormentado a veces, hasta colérico, y a veces resignado.

Avec le temps…/Avec le temps, va, tout s’en va,/ On oublie le visage et l’on oublie la voix/ le cœur, quand ça bat plus, c’ est pas la peine d’aller/ Chercher plus loin, faut laisser faire et c’est très bien. “Avec le temps” está compuesta en 1968, Madeleine, su segunda mujer, acaba de dejarle después de abatir en circunstancias trágicas a Pépée (el chimpancé que compró en 1961 a un domador), su mascota. Léo se tumba en el suelo y se niega a salir de casa: “Viudo de amor, solitario, escribe en su despacho ese pedazo de vida devastada. Tarda dos horas (y 53 años de oficio) en hacer texto y música. No se trata de facilidad, ni de escritura automática, ni tampoco es fruto de una inspiración trascendida… es su verdad, su sangre impulsada hasta le médula de los huesos quien le dicta las palabras, las rimas, las notas: esos arpegios de piano que suenan como una alarma del tiempo descompuesto”. A veces, cuando más tarde la canta en los escenarios, tras el último verso “avec le temps, on n’aime plus”, grita “salope” (guarra) en medio de un silencio atronador. Cuando termina la canción pide al público que no aplauda, que abandone la sala en silencio…

Un recopilatorio, un libro y dos documentales

De Aragon a Baudeleire, a Verlaine y a Rimbaud y, en medio, poemas propios que pueden competir con los clásicos, emociones cantadas entre lirismo y emoción. El veinte aniversario de su muerte, y como no podía ser menos, el mercado se suma también a las celebraciones y saca a las estanterías un estuche con veinte CD’s y 263 títulos, que llevan el título de “L’Indigné” (aprovechando que finalmente estar indignado se ha puesto de moda y que Stéphan Hessel ha fallecido este mismo 2013) y que corresponden a los catorce primeros años de la carrera de Léo Ferré (1960-1974); entre ellos el legendario 45 revoluciones “Un chien a la Mutualité”, en el que de fondo se escucha el “fervor intenso de un público masivamente ácrata y particularmente reactivo que frecuentaba las salas donde Léo actuaba en aquella época”; unas canciones que, a partir de ahora, desaparecen también de las plataformas legales de música por Internet, por falta de acuerdo entre la productora de entonces, Barclay, y los muchos y dispersos herederos de Léo Ferré.

Un libro, “Dictionnaire Ferré” de Robert Belleret, autor hace ya algunos años de la mejor biografía que se ha escrito sobre él, “Léo Ferré, la vie d’artiste”, y que es “la mejor introducción que pueda desearse a la obra y la vida de un artista cuyos combates, rabias, felicidades y deseos no siempre resultan inteligibles para las nuevas generaciones. Belleret ha escrito la herramienta indispensable para todos aquellos que descubren a Ferré después de su desaparición”.

Y dos documentales: “Hello Ferré”, producción de la Radiotelevisión belga, France 2, Frace 3 y TV Catalunya, que regresa a los años del pan negro en Saint-Germain-des-Prés, la consagración con “Paris canaille”, mayo del 68, los recitales en el Olympia y la Mutualité, la fiesta de L’Humanité, los retiros en Bretaña y Toscana, la pasión por los poetas, la evolución artística, a veces chansonnier, a veces voz de Rimbaud y Aragon, a veces compositor sinfónico o pop, intérprete de largos monólogos de verso libre… un hombre profundo y bromista, intelectual y terreno siempre brillante, un espíritu libre refractario a todas las etiquetas, “un revolucionario de la auténtica revolución, la que tiene lugar a nivel del individuo”. Y “Génération Ferré”, emitido por el canal cultural franco-alemán Arte en la tarde del pasado 14 de julio, como homenaje a quien “musicó el amor, la muerte, la rebelión… y fue autor de poemas incandescentes”.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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