Los años rápidos, primera obra de Secun de la Rosa

Los años rápidos es una pieza dramática que -me atrevería a asegurar- tiene una carpintería perfecta, pues se inicia con una comicidad de alto calado (aquí la gente ríe identificada con el padre, que tiene una cultura muy compartida por la intelectualidad de los 60 y que es un perfecto inútil y, para colmo, bebe) y se estremece con el papel guardián de la madre, una madre durísima, casi de Bertold Brecht, una madre que la mayoría también reconoce como suya.

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Los años rápidos, escena

Luego viene una parte central terrible, es la que corresponde a la generación de los hijos, ya adultos, que se despedazan como fieras porque de pequeños se amaron. Justamente por eso. Y como colofón, llega un prodigio de superposición de planos en que las dos generaciones -la una muerta, la otra no- tratan de encontrar una grieta por donde recobrar algunas migajas de lo perdido para reconciliarse. No hay enemigos externos, ni siquiera un régimen al que echar la culpa, son ellos mismos los opresores y los oprimidos, aunque los prejuicios no se cultivan solos…

Ahora bien, y siguiendo con el tema carpintería fina, lo que se te echa a la yugular como espectador son las canciones: románticas unas, decadentes otras, memas las más… que ya no te dejan escapatoria porque aparecen en el momento oportuno y no queda otra que rendirse.

La obra habla de seres humanos y los cuatro actores están soberbios, los amas. ¿Cómo puede ser que uno se identifique con los cuatro, tan distintos y distantes?

Y el tema, que va desgranándose en pinceladas, no lleva ni mucho menos a donde esperabas: que si el choque generacional, que si la postguerra, que si las ideologías… Nada de eso, el tema-tema te deja ya sin respiración. Para ser primerizo, Secun de la Rosa ha dirigido muy bien su propia obra. Sorpresa total.

Ficha técnica:

  • Texto y dirección: Secun de la Rosa
    Reparto: Cecilia Solaguren, Sandra Collantes, Pepa Pedroche, José Luis Martínez
    Docto Mequetrefe y Chariny producciones
    Teatro del Barrio (Calle Zurita, Lavapiés)
    Fecha de la función comentada: 20 de octubre de 2018
Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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