«Notre Dame» debería renacer como «Notre Mère»

Notre Dame, la madre de Jesús. Ya no es la madre de todos, la divinidad que había en ese lugar por cientos de años, sino la madre del dios-hijo, de un tipo varón y blanco, aunque no rubio, pues en esa época los romanos consideraban a los rubios como salvajes

Atawallpa Oviedo Freire[1]

A «Notre Dame» (Nuestra dama) prefiero llamarle «Notre Mère» (Nuestra Madre), como se llamaba en la época de la Europa indígena y particularmente en lo que hoy se llama Francia, nombre que viene de los francos, originarios de las tribus germánicas y que fueron los primeros que se convirtieron al cristianismo, y por ello se impuso este nombre.

En esta tierra y sus alrededores, hasta lo que hoy es Alemania, habitaban los Galos, los Belgas, los Celtas, los Antequinos, y una serie de pueblos. Todos ellos hablaban sus propias lenguas milenarias y tenían sus propias divinidades, las que en todo caso eran muy similares en su esencia, pues ellos y todos los pueblos de la Tierra, por miles de años tuvieron una relación íntima con lo que les rodeaba y que les permitía la vida, y que hoy se llama naturaleza.

En esa época el ser humano indígena se sabía parte del todo y no se había separado de lo que le da vida, de la madre fuente de creación. Y la espiritualidad era el reconocimiento a la fuerza de vida en cada ser de la existencia. Todo era dios y diosa, en tanto todo era importante para la existencia de la vida. Lo divino era esa energía que hacía posible la existencia de la vida misma.

No hay vestigios de guerras cruentas en lo que hoy se llama Europa occidental desde hace 2500 años hacia tiempos más antiguos. Se han encontrado infinidad de figuras, la mayoría relacionadas con lo femenino, lo que da entender que había una fuerte afirmación y reconocimiento de lo femenino como fuente dadora de vida.

Había innumerables representaciones de la divinidad femenina, así por ejemplo, Danu o Dana, también llamada Anu o Ana, la madre de Dagda, y que todas ellas simbolizan a la Diosa Madre o Energía que da la vida. Otra es Briga, considerada la última descendiente de la Gran Diosa. También conocida como Brigid, Brigantia, que era la señora del fuego. Una divinidad femenina, antigua y poderosa dentro del mundo celta; y que también era la diosa o fuerza de la sanación, de los artes y la poesía. La diosa Isis de origen egipcio se expandió a varios lugares, siendo honrada en gran parte de la Europa actual y en una parte del Asia.

Pero todo cambiaría desde hace 2500 años cuando se producen las primeras invasiones de los conquistadores romanos de estirpe patriarcal, hasta que finalmente se imponen y toman control de toda esta región. Imponen su lengua, el latín, de donde van a surgir las lenguas latinas que hoy conocemos. Y obviamente desaparecen los idiomas nativos, y hoy solo quedan ciertos toponímicos y antroponímicos.

La palabra París viene de los Celtas que fundaron la villa de Parisi o Parisii o su pueblo se llamaba así. Hay otros que hacen referencia a Par Isis, y que tendría relación con esa otra expresión femenina de la diosa madre venida desde Egipto, como también de la filosofía de donde es originaria, y no de los griegos como se cree, algo que lo dicen los griegos mismos. Una parte de la cuna de lo que hoy es occidente no viene de Grecia ni de Roma sino de Egipto, una tierra de negros y morenos africanos.

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Y evidentemente los romanos también imponen sus dioses y diosas, principalmente los masculinos, entre ellos Júpiter, que será superpuesto sobre la Diosa Madre Celta. Y después los romanos ya cristianizados, impondrán a la Diosa Virgen que dará origen al culto católico que desembocará en la conocida Notre Dame, la madre de Jesús. Ya no es la madre de todos, la divinidad que había en ese lugar por cientos de años, sino la madre del dios-hijo, de un tipo varón y blanco, aunque no rubio, pues en esa época los romanos consideraban a los rubios como salvajes que eran la mayoría de los europeos del norte, sus grandes enemigos, que les lograron resistir, a diferencia de Europa del sur que terminaron dominados. Ahora, le presentan a Jesús como rubio y de ojos claros, cuando debió ser moreno, de pelo negro y ojos oscuros como la mayoría de los mediterráneos.

Los europeos desceltizados y desgalizados, pasaron a ser romanizados, y finalmente cristianizados cuando los emperadores romanos mataron a sus antiguos dioses y diosas, para adoptar el cristianismo. Así hasta el día de hoy, en que ya casi la mayoría de los europeos no se acuerdan de ello y a muy pocos les interesa sus tradiciones indígenas.

Por ello, los descendientes de los conquistadores romanos y los romanizados, que hoy representan a los ricos y a la derecha europea, reivindican la filosofía griega, el derecho romano, y el humanismo cristiano como la base de la civilización europea. Y a todo lo indígena o propio, lo toman como algo de un pasado salvaje y bárbaro, lo que en otras palabras significa desconocer sus raíces milenarias.

Como pasa en Latinoamérica, donde los españoles, que fueron los antiguos ibéricos y celtas, también terminaron romanizados y cristianizados, y luego procedieron a hacer lo mismo con los amerindios. Y después de 500 años ya casi desaparecen los pueblos originarios, sus divinidades y sus lenguas. Si los europeos fueron desceltizados y desgalizados, los amerindios están siendo desquechuizados, desaimarizados, etc.

Resulta simbólico la quema de la iglesia católica de Notre Dame lugar donde habitaban las diosas celtas, entre ellas Brigidit la diosa del fuego. Al mismo tiempo, también se quemaba la mezquita musulmana de Al-Aqsa, otra de las religiones monoteístas y patriarcales. Y se daba el triunfo apretado de Netanyahu, un ultra conservador en un Estado de mayoría judía. ¿Qué significa esto?

Para muchos ha sido un desastre lo ocurrido en Notre Dame, pero yo prefiero verlo desde lo positivo, que coincide con este renacer de lo femenino en todo el mundo, este deseo de terminar con 2500 años de patriarcalismo y de machismo.

Si miran las llamas en la fotos sobre el incendio de Noter-Dame, verán una cara femenina. Esperemos que ésta, sea la muerte simbólica del patriarcado y el renacimiento de la diosa madre, para que occidente deje de estar huérfana, y recupere su poder femenino y con ello poder construir otro mundo.

Pero al mismo tiempo da vergüenza ajena, cuando en pocas horas se recaudaron millones de euros para su reconstrucción, mientras los pobres de Francia reclaman mejores condiciones, mientras se quemaban hace pocos días los bosques en México, mientras hay tanta pobreza en el África saqueada por las invasiones de la monarquía francesa. Es un insulto a la vida.

De otra parte, la estructura que sostenía al techo estaba formada por unas 1300 vigas, cada una de las cuales procedía de un árbol distinto, por lo que se estima que para su construcción fue necesario cortar al menos unas 21 hectáreas de bosques. De allí que se le conocía con nombre «el bosque». Nos preguntamos: ¿Van a destruir más la naturaleza nuevamente? Qué vergüenza.

  1. Atawallpa Oviedo Freire para la Agencia Alai

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