Renoir íntimo

El Museo Thyssen de Madrid acoge una exposición de Pierre-Auguste Renoir en la que destacan las escenas de intimidad de su pintura

En 1874 los pintores impresionistas intentaban hacerse un lugar en el panorama del arte francés, donde los salones imponían sus inamovibles cánones de clasicismo. Uno de los más famosos fotógrafos de París, Gaspard-Felix Tournachon, que firmaba sus retratos como Nadar, ante cuyas cámaras posaron todos los grandes escritores y artistas de la época, les ofreció su casa para que en sus paredes colgaran aquellos cuadros que eran sistemáticamente rechazados por el stablishment.

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En aquella exposición Pierre-Auguste Renoir (1841-1919) participó con siete telas, entre las que ya estaba “El palco”, una de sus obras maestras. Desde entonces su carrera no dejó de evolucionar hasta convertirse en uno de los referentes indiscutibles del arte universal del los siglos XIX y XX.

Sin embargo, la animadversión hacia los impresionistas no cesó con el éxito internacional que alcanzaron con sus pinturas. En realidad no iba a terminar nunca: en 2015, el año pasado, un americano llamado Max Geller encabezaba una manifestación a las puertas del Museo de Bellas Artes de Boston al grito de ‘Renoir Sucks At Painting’ (Renoir apesta como pintor) para exigir que se descolgaran los cuadros de Renoir de aquella pinacoteca.

Renoir rompió los cánones del clasicismo romántico pero en realidad su obra se asienta en los grandes maestros de la pintura, entre ellos Watteau y Fragonard, de los que aprendió en sus frecuentes visitas al Louvre. En 1869 había coincidido con Monet en Bougival y desde entonces abrazó los principios del impresionismo pictórico. A Monet le unirá desde entonces una cercana relación personal que se manifestó en la creación conjunta de algunas obras (“El Sena en Argenteuil”, “La charca de los patos”) y en los retratos que cada uno hizo del otro y de sus familiares: uno de los mejores cuadros de la exposición es el retrato que hizo de Claude, la mujer de Monet. Desde entonces uno tras otro los cuadros de Renoir eran calificados como obras maestras: “Le Moulin de la Galette”, “El columpio”, “Muchachas leyendo”, “Desnudo de Anna”… Una de sus facetas más frecuentes fue la de retratista, de cuya obra se pueden ver numerosos ejemplos en esta exposición.

En 1880 comenzó a apartarse del impresionismo después de un viaje a Italia en el que quedó fascinado por la pintura de Rafael, girando desde entonces un giro hacia el academicismo. El viraje se acentuó en 1891 cuando visitó España para admirar los retratos femeninos de Velázquez, que influyeron también en su obra: “Una tarde en Wagemont” y “Muchachas en el piano”. Continuó trabajando, sobre todo con sus retratos, hasta los últimos años de su vida en los que, afectado por una artritis reumatoide, para seguir pintando se hacía atar pinceles a sus dedos.

Intimidad. escenas y retratos

La muestra que ahora ocupa la gran sala de exposiciones temporales del Thyssen lleva por título “Intimidad”. Y es que una gran parte de los cuadros que aquí se pueden ver están relacionados con ese aspecto de la vida cotidiana que se refiere a las actividades que se llevan a cabo en el recogimiento y la privacidad.

La intimidad era uno de los rasgos centrales de la sensibilidad del pintor, esa a través de la cual se aproximaba a sus modelos, con quienes establecía una particular empatía. En particular la intimidad femenina, esa que se manifiesta en las relaciones familiares, en el recogimiento de la lectura, en la dedicación a la música interpretando instrumentos en la soledad de los aposentos, en las labores de costura, incluso mostrando a sus modelos femeninos en escenas de toilette y en desnudos, gozando del baño en paisajes solitarios.

La intimidad se muestra también en las relaciones de amistad, en las escenas familiares, incluso en el erotismo de las modelos. La cercanía que el pintor muestra hacia los protagonistas acentúa esas sensaciones de contacto íntimo. En las escenas protagonizadas por un solo personaje Renoir trata de acercarse a él para trasladar al espectador la sensación de contacto físico.

Los apartados en los que se ha organizado la exposición aluden a las diferentes maneras de Renoir de abordar la intimidad: la diferencia entre lo público y lo privado, los retratos, los placeres cotidianos, los paisajes, la familia y los bañistas, un tema este último que cruza transversalmente toda su carrera. Los desnudos femeninos, de gran sensualidad, fueron uno de los temas predilectos de Renoir. Con ellos reivindica el valor de la naturaleza al tiempo que se evade de la modernidad.

A lo largo de este recorrido están presentes todas las etapas del artista, desde la impresionista entre los años 1869 y 1880 (“Después del almuerzo”, “Almuerzo en el restaurante”, “El almuerzo de los remeros”) y los retratos femeninos (“Retrato de la mujer de Monet”, “Mujer con sombrilla en el jardín”) hasta su etapa postimpresionista. Entre los paisajes destaca “La bahía de Salerno”, “Colinas alrededor de la bahía de Moulin Huet”, “La montaña de Sainte-Victoire”. Y entre las escenas de la vida cotidiana familiar y doméstica se pueden contemplar algunas protagonizadas incluso por sus hijos (“Coco tomando su sopa”, “Jean como cazador”), su mujer (“Maternidad”, “Aline amamantando a su hijo”) o la niñera, una de sus modelos favoritas.

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Una pintura para los sentidos

En la pintura de Renoir llegan a percibirse las sensaciones táctiles de sus figuras y de sus paisajes. Casi se pueden contar las hierbas de los prados, los pelos de las cabelleras de sus modelos, las rugosidades y las textura de los vestidos. El mismo Renoir había dicho en alguna ocasión que a veces le entraban ganas de pasar su mano sobre la espalda o el pecho de las mujeres que se asoman a los cuadros que contemplaba, pasear por un jardín o por el paisaje de un lienzo…

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Como homenaje a los valores sensoriales de la pintura de Renoir, la exposición se cierra con la instalación “Un hermoso jardín abandonado”, que incluye la reproducción tridimensional de uno de sus cuadros, “Mujer con sombrilla en un jardín”, que sirve de experiencia sensorial para que los visitantes puedan recorrer con las yemas de sus dedos las figuras y los paisajes del cuadro.

Además se han colocado diversos recipientes a los que pueden asomarse los visitantes para apreciar las diferentes sensaciones olfativas que emanan las flores y las plantas del jardín del cuadro de Renoir. La experiencia se completa con sonidos que evocan la brisa, el canto de los pájaros y lejanas voces de niños que podrían estar jugando en cualquier lugar de este jardín.

TÍTULO. Renoir: Intimidad
LUGAR. Museo Thyssen Bornemisza. Madrid
FECHAS. Hasta el 22 de Enero de 2017

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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