Al temor reverencial de contagiarse por la infección por coronavirus Sars-CoV2, se le ha de sumar el largo tiempo en el que la sociedad, de un día para otro, ha cambiado sus hábitos de vida y ha estado separada, confinada o alterada debido a la pandemia.

Lo que aparentemente se sorteaba con naturalidad, hoy supone que para nuestra salud mental, tras casi un año viviendo en un tsunami de dolor y muerte, veamos que todo puede parecer un problema en el siguiente confinamiento que nos espera.

Desde ese punto de vista, la propia forma de asir la nueva vida, que está comprometida por un futuro incierto, desolador y a todas luces, vacío de proyectos,  nos hemos puesto metas porque con ellas el ser humano explora el devenir con mayor certeza, pero lo único real es que van pasando los meses y la perspectiva futura no es demasiado halagüeña.

Desde tener conductas depresivas, una visión pesimista de la vida, hasta un estrés añadido al diario, aparte de la desesperanza, el hastío y el miedo muchas personas se ven en una espiral sin salida debido al coronavirus. Algunos de los síntomas que confiesan es que debido a la pandemia, hoy se encuentran en un entorno distinto por el teletrabajo; están dejando de ver a sus iguales, por temor al contagio; no tienen planes a corto plazo; no saben si van a tener empleo o si van a perderlo; no aceptan durante tanto tiempo este estado de letargo y comienzan a tener insomnio, problemas digestivos, enfermedades asociadas al sedentarismo, entre otras cuestiones.

Sobrellevar una situación transitoria puede ser factible, pero esta sensación de permanecer estancados en marzo del año 20 está suponiendo que muchas personas se instalen en el temor y la ansiedad y con ello, ven aumentado su estrés, tienen ansiedad, alteraciones del sueño y sobre todo, en sus actos, en la forma en la cual se alimentan; compulsivamente, en la mayor parte de los casos; conversan con irascibilidad, se sienten atacados, etc.

De igual forma, las personas sin un proyecto de vida a corto plazo, comienzan a abusar de los fármacos, de los tóxicos y del alcohol para poder continuar con esa vida que está ahí y sin duda, no han elegido; una vida que les lleva a la autodestrucción sin considerar que esta situación, tarde o temprano, revertirá.

Mantener las rutinas diarias; levantarse, ducharse, desayunar, pasear, etc. hará que se pueda tener una pequeña agenda de lo que nos ofrece el día por corto que este sea. Si además, se escucha una música gratificante, será mejor para la persona afectada y lo más importante, se debe mantener la higiene del sueño y pequeños hábitos que cada mañana debemos conformar. Acostarse a la misma hora, reducir el uso del móvil, leer, evitar consultar los problemas derivados de la COVID-19 cada día, y hablar a diario con amigos y allegados nos puede ayudar de nuevo a sobrellevar el día a día que no tiene visos de terminar ni con la vacunación, de momento.

En todos los supuestos, si cualquiera de las situaciones anteriores le supera; si ve que su autodestrucción es cada vez una forma de vida única para usted, tome el control y acuda a su médico de atención primaria. Éste le derivará a un especialista en el caso de que tenga una depresión y un estado que no solamente es tristeza.

Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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