«Su progreso y el nuestro», un libro de François Ruffin

De Prometeo a la 5G… Una lectura esencial

En esta Francia anestesiada por las medidas liberticidas que el gobierno del presidente Macron adopta con el pretexto de la pandemia del covid, la lectura de esta obra del insumiso François Ruffin es una bocanada de aire fresco y de esperanza en la lucha por un mundo mejor, en el que el bienestar humano sobreviva a la codicia del beneficio y la ganancia financiera.

ruffin-leur-progrés-et-le-notre-cubierta «Su progreso y el nuestro», un libro de François Ruffin

Dos citas literarias sirven de preámbulo a este ensayo del periodista y diputado francés François Ruffin, en donde analiza desde un punto de vista filosófico y concreto la absurda carrera de nuestra sociedad de consumo a ultranza, las graves consecuencias de la crisis provocada por la COVID-19, y su manipulación por el poder político.

«Ciencia sin conciencia no es sino ruina del alma», con esa cita de Rabelais resume bien Ruffin su alegato por un mundo en el que lo humano triunfe frente a la ideología neoliberal que en nombre del «progreso» y del «crecimiento económico», no hace sino aumentar cada vez mas las desigualdades sociales, la riqueza de una minoría y la miseria de una mayoría de la población.

La segunda es: «El progreso que pedimos: ¿A dónde va? ¿Qué quiere? Quien destruye la juventud en flor, quien da en definitiva un alma a la maquina y la retira al hombre», de Víctor Hugo. Con esas palabras se interrogaba ya el poeta y escritor francés sobre el sentido del «progreso a ultranza», ese progreso privado de sentido y de humanidad que a lo largo de la historia ha sido utilizado por los poderosos para incrementar sus beneficios y la explotación de la inmensa mayoría de la población.

Francois Ruffin nos propone aquí y me parece una necesidad absoluta sobre todo en la profesión periodística, de reapropiarnos el lenguaje y no dejar en manos del ultraliberalismo y de su neolenguaje, la interpretación del progreso siempre necesario e inevitable, pero a condición de que pongamos la tecnología al servicio del ser humano y no al servicio del afán de acumulación y de riqueza de las oligarquías financieras.

La polémica que actualmente suscita en Francia como en el resto de Europa y en el mundo el tema de la 5G, es el punto de partida de esta lucida reflexión sobre las consecuencias de la política neoliberal de Macron, que está utilizando la actual crisis sanitaria para imponer de forma antidemocrática sus opciones políticas y económicas, con medidas liberticidas y arbitrarias.

El Estado de Urgencia Sanitaria, se traduce en Francia por el resurgimiento del poder autoritario de un «presidente monarca», que ya no solo pasa de consultar al Parlamento y los cuerpos sociales intermedios, sino que prescinde también de su propio consejo de ministros, remplazado por un mini consejo de Defensa y seguridad nacional, dirigido por él mismo.

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En plena crisis sanitaria y en nombre del sacrosanto «progreso», Macron no se reúne con el personal sanitario y científico para yugular la pandemia, y dar una ayuda masiva al hospital público y a la sanidad. Tampoco se preocupa de la grave crisis de la educación nacional y del mundo de la cultura amordazado por sus decretos liberticidas, ni de la catastrófica situación de los jóvenes y de los estudiantes a causa de los repetidos confinamientos.

Mientras sigue distribuyendo ayudas financieras a las empresas, disminuye los subsidios para los desempleados que han aumentado enormemente durante la pandemia y deja en la más absoluta precariedad a jóvenes y estudiantes.

Al mismo tiempo, el confinamiento de la población, la instauración de un toque de queda y la aprobación de la ley sobre «seguridad global» han puesto en tela de juicio la libertad de manifestación y reunión en Francia.

Macron, subraya Ruffin, se muestra más preocupado por aprovechar esta situación de privación de libertad en la población, de recurso masivo al teletrabajo en las empresas como en las universidades y colegios, para imponer su dogma liberal y reunirse en el Palacio de Versalles con sus poderosos amigos de Google, Facebook, Microsoft, Uber, Free, Orange, Amazon.

Símbolo por cierto Versalles de la sangrienta represión de la Comuna de Paris, rebelión popular de la que celebramos actualmente el 150 aniversario.

Todos los que se están enriqueciendo y beneficiando de la actual crisis sanitaria con el i-comercio, se reúnen para prepararnos un mundo privado de lazos sociales, un mundo conectado, robotizado, vigilado en todas las esquinas, un mundo de ciudadanos consumidores sin contacto humano, conectados simplemente con la 5G, la 6G u otras maravillas tecnológicas al servicio de las multinacionales del planeta, cuyos dirigentes en cambio no se privan de nada.

Por cierto, que lo que aquí nos preparan, añadiría yo, es lo que el totalitarismo chino está haciendo realidad en el lejano pero omnipresente y amenazador oriente. Como lo decía recientemente el artista chino Ai Weiwei, los dirigentes ultraliberales en Occidente admiran «el progreso» chino y sueñan con tener un día el dictatorial poder de Xi Jinping.

Conviene recordar que, en Francia, once millones de franceses utilizan poco o mal internet, cuando el objetivo de Macron es «digitalizar» al cien por cien todos los servicios, mediante la extensión de la 5G. Tecnología que tiene aspectos muy positivos, pero a condición de no provocar la destrucción del bienestar humano.

En nombre de su oscurantismo high-tech, del «crecimiento, la mundialización y la competición» Macron, como sus amigos del CAC 40 nos proponen un progreso deshumanizado y antiecológico, comercios sin personal humano, con simples cajeros automáticos, agricultura librada a los lobbys industriales favorables al uso de pesticidas, privatización de los servicios públicos y desaparición de todo contacto humano físico, remplazado por las múltiples interacciones de un teléfono móvil hiperconectado.

Lo que olvidan los que como Macron oponen su propio oscurantismo high-tech a la caricatura de un mundo Amish, es que su dogma liberal se impone aplastando a una mayoría de la población que ni siquiera tiene acceso a internet, aumentando la fractura social y las desigualdades sociales.

Recordemos que la fortuna de los multimillonarios franceses aumento de 175 mil millones de euros entre marzo y diciembre de 2020 (fuente informe de ATTAC). En ese mismo tiempo ocho millones de franceses han recurrido a la ayuda alimentaria y el gobierno reduce los subsidios de desempleo, creando precariedad y favoreciendo el surgimiento de una nueva categoría de esclavos sin protección social: el transporte uber, los recaderos pagados a destajo, o los trabajadores en empresas como Amazon, o en las cadenas de la industria agroalimentaria.

Ruffin revisita la lectura del «Prometeo encadenado» del dramaturgo griego Esquilo, para mejor reapropiarnos el lenguaje sobre el progreso al servicio del ser humano, en beneficio del mas débil, para defender los valores de humanismo y de reparto frente a la codicia de una minoría en el poder.

Frente a su «progreso» que aplasta al más débil e incrementa la fractura social, hay que reinventar nuestro progreso al servicio del hombre. Lo que se plantea hoy en Francia, como en el resto de Europa y en el mundo es una opción de sociedad. Nuestro Prometeo se enfrenta al poder de Júpiter, para defender la humanidad.

Su «progreso» es la carrera al consumo a ultranza, el I-comercio como dogma antisocial, la carrera armamentista, la agricultura industrial y antiecológica, la carrera al beneficio a corto plazo, una sociedad privada de sentido. Una sociedad que privatizándolo todo nos privará de todo, desde el agua al aire que respiramos.  Una sociedad generadora de violencia y de desigualdad social con una nueva «clase» de esclavos o asalariados sin protección social. Un mundo totalitario versión Matrix o Xin Jiping.

Nuestro progreso es en cambio, como subraya Ruffin, seguir luchando por una sociedad humana, que favorezca los lazos sociales y la solidaridad, el reparto del trabajo. Una sociedad que ponga la tecnología al servicio del ser humano, para aumentar su bienestar. Una sociedad democrática en la que esas opciones de sociedad sean adoptadas mediante el voto popular y no por la decisión autoritaria y arbitraria de un solo hombre o de una minoría.

Como dice a menudo el entrañable expresidente uruguayo Pepe Mujica, la vida es un combate permanente con avances y retrocesos y no hay derrotas definitivas. En Francia, en Europa y en el mundo seguiremos pues luchando contra el totalitarismo ultraliberal y contra su sociedad privada de sentido. Tal es la reflexión que me inspira la lectura del formidable libro «Su progreso y el nuestro».

Merci Ruffin, al leerlo, me siento menos solo, convencido más que nunca de que nuestra utopía es posible.

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en Paris de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

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