Un pueblo indígena de Brasil, al borde del exterminio

Un pueblo indígena amazónico no contactado, cuya existencia acaba de ser confirmada, corre ya el riesgo inminente de ser aniquilado, mientras las autoridades brasileñas hacen la vista gorda.

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Miembros de un pueblo indígena no contactado, que aparecieron en la frontera entre Brasil y Perú en 2014 , denunciaron una masacre de sus familiares mayores. El pueblo indígena sin contactar del que se acaba de confirmar su existencia vive en esta misma región. © FUNAI/Survival

La presencia de este pueblo fue verificada recientemente por una expedición oficial. Sin embargo, su territorio no se está protegiendo, y está cerca de una zona a lo largo del río Purús, en la región occidental de la Amazonia, donde muchos colonos no indígenas viven, recogen alimentos del bosque, pescan y cazan.

Otros grupos no contactados en el colindante estado Amazonas ya han sido masacrados en los últimos años al parecer por madereros que operaban ilegalmente en su selva, así como por narcotraficantes.

Además del peligro de un ataque violento, cualquier encuentro con foráneos expondría a este pueblo indígena a enfermedades como la malaria o la Covid-19 frente a las que no tienen inmunidad. Ambas están extendidas en la región.

Un equipo de trabajadores del Departamento de Asuntos Indígenas del Gobierno brasileño, Funai, visitó la zona entre agosto y octubre de 2021 y encontraron pruebas concluyentes de la presencia de este pueblo indígena no contactado: refugios de caza, cestos hechos a mano, cazuelas y arcos. También escucharon a algunos de sus miembros hablando en las proximidades.

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Cesto descubierto por agentes de la Funai en un territorio habitado por un pueblo indígena no contactado, en la cuenca del río Purus. © FUNAI

Se sabe muy poco de ellos, más allá de que son un pueblo cazador-recolector y podrían sumar varias decenas de personas.

El silencio de la central de Funai 

El equipo de protección de Funai en la región envió un informe a su sede en Brasilia en el que solicitaba que se tomaran acciones inmediatas, como la emisión de una Ordenanza de Protección Territorial (OPT) para proteger la región habitada por este pueblo, la creación de una base para que el equipo pueda vigilar y proteger la selva, la implementación de un “cordón sanitario” para evitar la propagación de enfermedades y la presencia continuada de un equipo para recabar más información con el fin de reconocer a este pueblo y su territorio. Sin embargo, la oficina central no respondió a su petición y ha ignorado dos peticiones urgentes posteriores para que se adopten medidas de protección.

Fiona Watson, directora de Investigación y Campañas de Survival, ha declarado que la organización «está profundamente preocupada por el incumplimiento criminal de Funai de su obligación legal de proteger a este pueblo tan vulnerable, y la selva de la que depende». Además, asegura que esta es la última de una serie de acciones recientes que demuestran «hasta qué punto la dirección de Funai está sometida a la agenda genocida del presidente Bolsonaro», y que la historia reciente de Brasil hace patente que, a menos que las autoridades actúen inmediatamente, todo un pueblo indígena no contactado será condenado a muerte, y otra parte vital de la diversidad humana desaparecerá para siempre.

Por su parte, la Federación de Organizaciones y Comunidades Indígenas del Medio Purús (Focimp) ha emitido un comunicado en el que declaran que sienten una enorme preocupación y enfado por la situación de sus hermanos no contactados del río Memoriá, afirmando que el riesgo de su genocidio es cierto, como consecuencia de la demora en la actuación de Funai Brasilia.

Igualmente, se muestran indignados, porque les parece que es inaceptable que Funai no haya hecho nada en cinco meses, poniendo en riesgo a los no contactados. Dicen saber el peligro que corren los no contactados por las enfermedades y los invasores, y por cualquier contacto con foráneos, que podría llevar a su aniquilación.

Concha Moreno
Periodista. Tras más de 30 años en el sector de la construcción en general, de la mano de una publicación para profesionales, un buen día nuevos derroteros la llevaron al mundo de la política, pero sin dejar la comunicación. Esa época determinó el comienzo de un camino dirigido a la solidaridad, a la defensa de los derechos humanos, a la denuncia. Poco después dejó España y se instaló en México. Allí comenzó a publicar en el periódico México Inteligente, donde tuvo su propia columna. Posteriormente, colaboró con el Periódico de Puebla y con revistas literarias, donde editó poesía. Un buen día contactó con Periodistas en Español, medio que le permitió relatar a los españoles lo que sucedía en el país azteca, así como describir las maravillas de su naturaleza. Tras siete años de estancia en México, a mediados de 2018 regresó a España. Actualmente sigue los avatares mexicanos y continúa contándolo en Periodistas en Español.

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