«La tierra prometida» es un butler café (café mayordomo) de Shanghai cuya clientela, formada por mujeres «hartas de hombres egocéntricos», buscan compañeros que, previo pago, las escuchen y diviertan durante un rato.
La revista digital china Sixth Tone –perteneciente al Shanghai United Media Group, una sociedad de medios estatales supervisada por el comité local del Partido Comunista Chino- asegura que los cafés como «La tierra prometida», que tienen su origen en Japón, están alcanzando un «éxito fulgurante» en el país.
Vestidos de mayordomos, los hombres que se alquilan en las docenas de bares de este género abiertos durante los últimos meses en todas las grandes ciudades de China, cobran unos 400 yuans (52 euros) por sesión. No son gigolós, su trabajo consiste en escuchar atentamente a la clienta (las hay de todas las edades), recoger sus bebidas en la barra y jugar con ella (la publicación no explica nada sobre los juegos practicados pero todo parece indicar que se trata de juegos de mesa; o puede que adivinanzas y otros entretenimientos del mismo estilo).
Sixth Tone explica que estos cafés son «empresas que han encontrado el medio de aprovechar la frustración de las mujeres chinas, atrapadas en relaciones amorosas y matrimonios poco satisfactorios». Un sentimiento que resumió la humorista Yang Li preguntándose, en un programa de actuaciones on line, cómo los hombres pueden ser «a la vez tan mediocres y tan confiados», lo que desencadenó una polémica generalizada en el país, hasta el punto de que se ha creado un grupo que se define como «defensor de los derechos de los hombres».
En «La tierra prometida» las clienta gastan unos 600 yuans (78 euros, que incluyen la bebida) por sesión. Existe un servicio VIP, naturalmente con ventajas extra, y por 25.000 yuans (3200 euros) se pueden comprar sesiones privadas con los mayordomos, en general hombres jóvenes a quienes se exige un cuerpo y un rostro cuidados y que respondan a las exigencias marcadas por el propietario del negocio. Oficialmente, las relaciones sexuales entre los camareros y las clientas no están ni previstas ni permitidas.
La revista explica que disponer de un hombre que escucha aumenta la autoestima de las mujeres que acuden a estos cafés, acostumbradas a que los hombres consideren insignificantes sus problemas y opiniones.
Por su parte, las feministas han dejado escrito lo que piensan en las redes sociales: «La única razón de la actitud respetuosa de los ‘mayordomos’ es que cobran». Para ellas, los lugares como «La tierra prometida» no son un remedio sino, más bien, un síntoma más del patriarcado chino.