Rodada antes del 7 de octubre «Songe[1]» es una formidable fabula sobre la vida cotidiana en la Palestina ocupada por el ejército israelí y en los campos de refugiados, relatada a la manera de un road movie, desde la mirada de un niño de doce años en busca de una paloma que se escapó de su casa.
En sus primeras imágenes, Rashid Mashrawi filma el trabajo manual, las manos de un hombre que trabaja la madera con un cincel para crear figuritas religiosas de Cristo y de sus santos. Pero inmediatamente nos presenta a su protagonista el niño Samir y a su madre. Dos lugares diferentes, de Kalandia a Belén, que la empecinada voluntad de un chaval nos lleva a descubrir.
En su periplo y siguiendo los consejos de su vecino barbero, Samir viaja a Belén para ver a su tío Kamal, quien le regaló la paloma semanas atrás, pues dicen que las palomas fugitivas siempre vuelven a su lugar de origen.
Pero iremos descubriendo poco a poco que el lugar de origen no es el que creía Samir. Tras convencer a su tío y a su prima Maryam para que le acompañen, los tres emprenden viaje a la ciudad santa de Jerusalén, y de ahí a la ciudad portuaria de Haifa, en donde al parecer se encuentra el lugar del verdadero origen de la paloma.
Un viaje iniciático y simbólico en busca de una paloma que escogió un día volar en libertad, escapando al cautiverio de un palomar. Excelente guion en el que vamos descubriendo paulatinamente las historias que se esconden detrás de cada personaje.
Por una parte los personajes protagónicos: el conflicto entre la madre de Samir y su hermano Kamal, la obsesión de Samir por encontrar su paloma mientras que su padre se encuentra preso y condenado a doce años de cárcel, el pasado de Kamal como obrero artesano que trabaja en un taller donde fabrican figurines religiosos destinados a la comunidad católica de Jerusalén, o los sueños de su hija Maryam que espera un día ser reportera y que prodiga lecciones de deontología periodística: buscar siempre la verdad, hasta el final.
Un viaje desde el campo de refugiados de Kalandia, en la ruta de Ramallah hasta el puerto de Haifa, en el que asistimos a múltiples encuentros con variopintos personajes, que nos hablan de su vida en esa Palestina colonizada.
Entre ellos un palestino amenazado de expropiación que añora su juventud «cuando no teníamos miedo a nada» y que ha perdido toda confianza en «la justicia», un viejo árabe que describe a su propia familia en la diáspora de un pueblo expulsado de su tierra, o un viajero que subraya con humor que las palomas no se detienen en los checkpoints y en consecuencia los palestinos tendrán que aprender a volar.
Con tono documental filma Masharawi ese viaje, a menudo desde la furgoneta que atraviesa paisajes y ciudades, descubriendo la vida cotidiana de los palestinos, filmando la vida y las esperanzas de un pueblo en lucha, pero cercado en una jaula como esa paloma fugitiva
Suspense y tensión de un viaje alimentados por los checkpoints del ejército de ocupación, con sus interminables sesiones de humillantes controles y registros corporales, pero también con poesía y humor que acompañan este relato repleto de generosa humanidad.
La paloma fugitiva que Samir quiere encontrar sea como sea viene a ser finalmente aquel pretexto que Alfred Hitchcock, maestro del suspense, denominaba el macguffin, ese imparable artificio detrás del cual corren los protagonistas, y cuya búsqueda provocará saltos y sobresaltos en el desarrollo dramático de la película.
La paloma es sin embargo aquí mucho más que un pretexto de guion, pues se transforma en símbolo de paz y de libertad a través de esa mirada infantil que no le tiene miedo a nada, pero que termina comprendiendo que lo natural y lo propio de un pájaro no es vivir en una jaula sino volar en libertad, e ir a donde su instinto le lleva.
Hace poco hablábamos en estas páginas de otra película palestina, de un colectivo de veintiséis artistas y cineastas, «From ground zero», coordinada por el mismo Rashid Masharawi, rodada después del 7 de octubre, en pleno desarrollo del genocidio en Palestina, en paisajes de destrucción y desolación en Gaza, donde los testimonios se expresan a rostro descubierto para que nadie pueda decir que no lo vio, o que no lo sabía.
A pocas semanas de distancia cuando se terminaba el montaje de «Songe», el horror del genocidio en curso imponía la necesidad de seguir filmando, para mostrar la atroz destrucción y el deliberado aniquilamiento de que ha sido y es víctima la población civil palestina.
El sueño de Maryam sigue vivo en la ficción como en el documental, informar con veracidad de lo que allí sucede. Según cifras de la ONU, desde el 7 de octubre de 2024, el setenta por ciento de los sesenta mil muertos palestinos son mujeres y niños. Cifras que aumentan cada día que pasa. 167 periodistas han muerto desde esa fecha. Los periodistas gazaties han sido uno de los objetivos privilegiados de los asesinatos selectivos del ejército israelí.
Las palomas ellas siguen volando y lo sueños de los niños como Samir siguen siendo la esperanza de un mundo mejor y de un pueblo que no se resigna a ser colonizado.
- «Songe» de Rashid Masharawi de estreno en Francia el 2 de abril 2025