Haga lo que haga en la nave siempre procuro sacar tiempo para leer, es, creo, el trabajo que más me gusta, ese sí que me lleva a lugares desconocidos, ese sí que me hace vivir aventuras extraordinarias, ese sí que me permite vivir vidas que nunca viviré. Si tuviera que dar algún consejo a alguien, aunque preferiría no hacerlo como diría el escribiente Bartleby de Melville, solo me atrevería a decir que leyera.
Así que lo último que he leído ha sido La península de las casas vacías, escrita por David Uclés, editada por Siruela, y me permito, bajo la premisa anterior, recomendarla.
Estoy todavía conmocionado por su lectura, es una novela impresionante por la historia que trata, la suya, del autor, y la nuestra, por la manera de contarla, por su calidad literaria, por su imaginación, por no ser una novela histórica pero serlo, por estar tan bien documentada e imaginada. Es una novela para sentir, para reír, para sorprenderte, para soñar lo que fue, lo que pasó, y lo que pudo haber sido. Es una novela para llorar, llorar mucho, con o sin lágrimas
Es un libro donde el autor muestra una absoluta libertad creativa, es atrevido y valiente, o inconsciente, fresco, sin ataduras ni censuras, es riguroso y divertido. Consigue que en el diálogo constante que mantiene en el relato con los protagonistas participe activamente el lector, entre la sorpresa y la perplejidad.
Tiene que haber trabajado muchísimo este libro para que parezca tan espontáneo, tan original, tan irreverente y respetuoso a la vez. En algún momento del libro nos dice que quien quiera encontrar un libro de historia que busque en otro lado, que en realidad ha creado algo parecido al realismo mágico.
Y tiene razón, al menos en parte, porque su lectura nos puede recordar ese tipo de magníficas novelas, pero este libro, en mi opinión, va más allá ya que ese realismo mágico, está sustentado, principalmente, en los hechos reales en los que transcurre su historia, nuestra historia.
También, por momentos, me recuerda la gran película de José Luis Cuerda, Amanece que no es poco, donde el absurdo, como corriente literaria o cinematográfica, alcanza una de sus máximas expresiones. Hay escenas en la película que encajarían perfectamente en esta novela. No por disparatadas o mágicas son menos creíbles, consiguiendo que transcurran de una manera absolutamente natural, y esa es la grandeza de lo absurdo.
Pero todo lo anterior son sólo las primeras impresiones del estilo literario que me ha causado, porque lo verdaderamente importante es la trama, tan bien tejida con los hilos de la historia de cada personaje que a su vez se van introduciendo en la historia de este país, Iberia, desde poco antes del inicio de la Guerra Civil hasta que tres años después del inicio «… cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares…» la guerra terminó. Con el final más triste que pudo haber, en la novela y en la historia.
Cantaba Paco Ibáñez en Triste historia un poema de Jaime Gil de Biedma «De todas las historias de la Historia la más triste sin duda es la de España, porque termina mal», y seguramente tuvieron razón. Pero ahora, creo, nuestra historia no es tan triste y debemos evitar que vuelva a serlo.
Si no lo he entendido mal David Úclés, con esa extraordinaria y sorprendente capacidad literaria, ha intentado reconstruir el devenir de su familia, de sus antepasados, durante el conflicto que asoló Iberia (así ha decidido el autor referirse a este país, a lo mejor sería bueno secundarle) una vez dado el golpe de estado contra el legítimo gobierno de la Segunda República, el cruel y tremendo enfrentamiento bélico que le siguió (no olvidemos que también fue un campo de pruebas para la guerra mundial que vendría después) y cómo se vislumbraban los siguientes cuarenta años, los de la dictadura franquista.
Uclés no tiene problema en denunciar los excesos y aberraciones de unos y otros, también deja claro quien tuvo más responsabilidad en el enfrentamiento y quien se excedió más.
El enfrentamiento entre hermanos que se dio durante la contienda el autor nos lo muestra con el alistamiento en el bando nacional de Pablo (Pablito, Paolo, Paulo) y de José en el republicano, ambos queriendo representar unos valores que salvasen a este país, cada uno con sus razones. Odisto, el patriarca del clan, el padre de ambos, se encontrará, más que participar, en el bando republicano al tener que huir de Jándula (la otra gran protagonista de la historia, el pueblo de la familia, Quesada en realidad, en la provincia de Jaén) por las amenazas de un anarquista que perdió toda humanidad.
Por la novela aparecen nuestros personajes en todos los escenarios de la contienda (Sevilla, Badajoz, Toledo, Madriz (por respeto de nuevo al autor), Avilés, Gijón, Galiza, Guernika, Bilbao, Brunete, Aragón, Barcelona, Valencia, el Delta del Ebro) siendo testigos de todas las batalla y de todas las barbaridades cometidas por los hunos y por los hotros. Los cameos que hace el autor con cientos de personajes reales, históricos, que tuvieron mucho que ver en la contienda a lo largo del libro, son otro juego literario que hace más interesante aún la novela.
Los protagonistas serán testigos del desastre republicano, de cómo el gobierno legítimo fue abandonado por casi todos los países, pero también de su mala organización, de las disputas y divisiones en sus gobiernos y en la izquierda en general.
Y por supuesto, compartirán escenario con los máximos responsables de la guerra civil, los sublevados que sabiéndose ganadores del conflicto por sus apoyos internacionales, económicos y eclesiásticos, por su mejor organización, quisieron alargar el conflicto hasta acabar terriblemente con el enemigo, evitando las posibilidades de armisticio; crueles durante la guerra y después de la guerra con la salvaje represión que hubo, buscando acabar con todo aquél que pensara diferente, con todo aquello que significara democracia, libertad y derechos humanos.
Es una novela muy entretenida e interesante para leer, pero también muy necesaria en los tiempos que corren para entender por dónde llegan las dictaduras, los errores que cometen las democracias que allanan ese camino. Es una novela que la gente de derechas y de izquierdas, de cualquier ideología, pero sobre todo la juventud, deberían leer para saber qué nos pasó y qué nos puede pasar.
Mi lectura ha sido con el corazón encogido por el valor literario y por la historia contada. Para no olvidar.