La sociedad patriarcal y campesina en Euskadi y en Escocia son, respectivamente, los temas abordados en dos películas presentes en la competición oficial: «Amama» (abuela) del director vasco Asier Altuna, y «Sunset song» (el canto del crepúsculo) del británico Terence Davis; películas ambas de interés, con excelente factura de producción, pero que personalmente me han decepcionado por razones diferentes.
Séptima película del británico Terence Davies
«Sunset song» es un retablo histórico de la sociedad campesina escocesa a principios del siglo XX. El guión está basado en la novela homónima escrita por Lewis Grassic Gibbon en 1932. Se trata de una larga saga de 135 minutos de metraje sobre una familia campesina escocesa, regida por un violento y tiránico patriarca que estima poder disponer de su esposa y de sus hijos como bien le plazca.
Una película de corte clásico, con brillante dirección de fotografía, que busca su inspiración en las pinturas de Vermeer. La historia está relatada desde el punto de vista de la hija mayor de esa familia, desde el colegio hasta su emancipación del padre, al casarse y retomar las riendas de la granja familiar.
Ese retrato de mujer decidida a emanciparse y que consigue casarse por amor, se prolonga luego hasta el estallido de la primera guerra mundial, cuando su esposo es enviado al frente y regresa totalmente transformado. Es esta segunda parte la que resulta a mi entender menos convincente, con el muy flojo actor Kewin Guthrie en el papel del marido, y ello no obstante las buenas intenciones antibelicistas del realizador.
https://youtu.be/VoST2X16ELE
Terence Davies, brillante autor de películas como «Voces distantes» o «El largo día acaba», no logra aquí, en este su séptimo largometraje, el nivel de emoción y la fuerza poética de sus obras anteriores, en esta saga épica en la que la actriz Agyness Deyn, bonita, romántica y delicada, me parece parece también un error de casting.
Amama, cine vasco en competición
En primer plano Asier Altuna, director de Amama, con los actores. Foto: Iñaki PardoUn mundo rural destinado a desaparecer, es también el tema en la película vasca «Amama», pero con una historia más contemporánea en el país vasco de hoy, que se interroga con melancolía sobre la desaparición de los caseríos y de esa familia patriarcal.
También aquí el relato se sitúa desde el punto de vista de la hermana rebelde e independiente que ha cursado estudios y trabaja como fotógrafo y artista buscando su inspiración en el muy simbólico e hierático personaje de su abuela.
Tras el éxito en la pasada 62 edición de la película vasca «Loreak«, que personalmente me pareció una verdadera perla, esperábamos con impaciencia esta nueva participación del cine vasco –rodado en euskera- en la competición de este festival.
Sin embargo «Amama» me ha decepcionado en el tratamiento de su tema, aunque hay que reconocer que tiene una esmerada producción, muy buenos actores y una brillante dirección de fotografía que busca sin embargo, de manera reiterativa, subrayar la poesía de sus paisajes rurales y de sus bosques.
En este guión sobre la sociedad patriarcal vasca y sobre esta familia, los personajes resultan más bien estereotipos: un padre autoritario y arcaico, una madre sometida y silenciosa, una abuela de mirada fija, como perdida en el tiempo, un hijo mayor que se fue de casa y no quiso mantener la tradición del caserío del que poco sabemos, otro hijo que el padre considera como el vago de la familia, y una hija rebelde y artista que es la única que le planta cara al patriarca.
Al abordar el conflicto en el seno de esa familia vasca, encuentro que los guionistas no han ido suficientemente lejos en el tratamiento de sus personajes y en su reflexión crítica.
El resultado es finalmente el de una cierta melancolía tanto sobre esa estructura familiar arcaica como de esa sociedad rural vasca en vías de desaparición. Si «Loreak» me pareció una película de lectura universal, «Amama» encuentro en cambio que es más local, cayendo en la autosatisfacción del costumbrismo vasco.